Todo bien siempre en tiempo real

Gracias a las redes sociales, el latigazo de dopamina es inmediato, en TIEMPO REAL: hermosa expresiĆ³n que deberĆ­a ser esculpida en el frontĆ³n de Wall Street y en todas las bolsas y mercados de valores. Viva el TIEMPO REAL y el placer AHORA, AHORA, AHORA
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Eso de postergar el placer ya no vale. Es un precepto que ha regido durante milenios, puede ser que nuestro firmware lo demande o nos pase factura por no acatarlo, pero ya no lo aplicamos. Ahora, gracias entre otras cosas a las denostadas redes sociales, que fueron pioneras de subidĆ³n instantĆ”neo, el latigazo de dopamina es inmediato, en TIEMPO REAL: hermosa expresiĆ³n que deberĆ­a ser esculpida en el frontĆ³n de Wall Street y en todas las bolsas y mercados de valores. Viva el TIEMPO REAL y el placer AHORA, AHORA, AHORA…

(Es un texto histĆ³rico de un momento inaugural.)

El postergacionismo estĆ” mal visto en el universo de los negocios de autoayuda, pero es por la inercia de tantos eones sin poder hacer nada. Poco a poco, a toda velocidad, eso se ha terminado. El cĆ©lebre experimento pronto olvidado (quizĆ” esta es la Ćŗltima vez que se cita) de los niƱos que supieron esperar a comerse los dulces y que luego triunfaron mientras que los angluciosos que se los comieron en el acto tuvieron vidas execrables quedarĆ” en el museo de los espantos, como el Ć©ter (y podrĆ” volver, como el Ć©ter y el flogisto, pero ya en otro formato).

La dopamina fluye por las redes y los algoritmos, sabiamente diseƱados, nos dan gusto y likes y amor y Ć©xito y dinero (todo es intercambiable por fin) cual surtidores de felicidad. La felicidad es lo natural en este mundo, no hay ironĆ­a ā€“Ā”no hace falta!ā€“, todo estĆ” en la mano, en la palma de cada mano. El wifi va a ser el manĆ”, gratuito, universal, providencial. Ā”Y tampoco serĆ” necesario! Por fin hay ancho de banda para todos y nadie tiene que presionar ni hacer nada, esforzarse queda atrĆ”s: el sufrir ya no es rentable. La monserga terminĆ³. El resquemor vale cero. (A toro pasado estĆ” claro que el repunte de victimismo y quejumbre fue el canto de cisne de esas culturas.)

Habituados y entregados a pagar por todo, pensĆ”bamos, con razĆ³n, que este estadio evolutivo exigirĆ­a las penurias popularizadas en relatos tipo 1984Un mundo feliz, etc. Gracias a esas severas advertencias y, en general, a las distopĆ­as de scifi, hemos podido esquivar esos escollos: se puede ser feliz y disfrutar en tiempo real, siempre, sin mĆ”s pago que el cansancio natural, que tambiĆ©n cumple su funciĆ³n y tiene sus ventajas.

Sabido es que las velocidades de desarrollo y evoluciĆ³n difieren un poco, cada vez menos, en diferentes sociedades, y que quedan algunas que perseveran en prĆ”cticas y pensamientos ancestrales, mientras que las ventajas ā€“la mera felicidadā€“ se transmiten y se conocen en todas partes, lo que crea tensiones.

[Estos pĆ”rrafos son de diferentes Ć©pocas, asĆ­ que hay que actualizarlos un poco: por ejemplo, apenas quedan sitios rebeldes: como se ve a continuaciĆ³n la renta bĆ”sica universal es providencial.]

Lo que ha ocurrido desde que las redes sociales acertaron con los algoritmos gratificantes es que las diversas culturas, paĆ­ses, regiones se convierten a la nueva realidad. No hay poder polĆ­tico o administrativo o religioso que pueda interferir en la voluntad de la ciudadanĆ­a siempre matizada por su algoritmo.

Por lo demĆ”s, una vez seducidas las Ć©lites, los mecanismos de censura o control se desvanecen como por ensalmo y es como si no hubieran existido nunca. La propia naturaleza presentista (entonces esta palabra era peyorativa) del flujo feliz impide el recurso a enredarse en el pasado: desde esta nueva sensibilidad se interpreta (fugazmente, ya que nadie estĆ” para esas vainas) que la obsesiĆ³n por rememorar tiempos pretĆ©ritos o futuros se debĆ­a al poco o nulo atractivo del TIEMPO REAL que, a decir verdad, nunca se habĆ­a podido experimentar en plenitud.

Este estado beatĆ­fico es posible gracias a nuevos avances en biogenĆ©tica. Cada Ć³rgano o elemento se regenera a sĆ­ mismo cuando lo necesita: igual un hĆ­gado que un diente renacen ya mejorados, de manera que no harĆ” falta nuevas emisiones. En bebĆ©s nacidos ya con los retoques de serie, por decirlo asĆ­, no es necesario parchear ya que cada pieza estĆ” siempre en su mejor momento. El bienestar bĆ”sico del cuerpo (ausencia de dolor, ya que era un avisador de problemas o disfunciones que ya no existen) permite aƱadir la capa de placer permanente sin fricciones.

Estas mejoras posibilitan un ahorro enorme en seguridad, sanidad y transporte. Las mĆ”quinas se ocupan de todo y de sĆ­ mismas. El ahorro es tan grande que ni siquiera hace falta dinero ya que todo estĆ” incluido siempre y la pulsiĆ³n consumista ha desaparecido gracias al bienestar y el placer. Ahora se ve que el lujo era estar siempre bien, lo cual a ciertas edades provoca un nuevo estrĆ©s de baja intensidad que se suele paliar con lujos residuales.

Como es lĆ³gico, estas condiciones son voluntarias y gratuitas. Previendo que haya personas que sufrieran nostalgia del mundo anterior, como asĆ­ es, se proporcionan alternativas en forma de comunidades en las que se puede elegir por una amplia gama de experiencias casi genuinas en las que se puede vivir permanentemente o bien por temporadas. La reparaciĆ³n de genomas defectuosos y el bienestar bĆ”sico de salud se facilita por defecto y si se renuncia ha de renovarse por periodos determinados para lo cual solo hay que decirlo un minuto antes. La burocracia, al ser todo universal, tambiĆ©n ha desaparecido.

En estas ciudades de la Ć©poca anterior, en las que no hay seguridad ni prestaciones, cada comunidad se organiza a su manera, y se pueden vivir experiencias de depravaciĆ³n, violencia y caos, y son habituales vejaciones, crĆ­menes y toda clase de aberraciones segĆŗn cuadros de etapas anteriores. Hay una propuesta para crear un espacio intermedio pero no hay mucho interĆ©s. ~

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(Barbastro, 1958) es escritor y columnista. Lleva la pƔgina gistain.net. En 2024 ha publicado 'Familias raras' (Instituto de Estudios Altoaragoneses).


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