Una nueva manera de vivir

Spinoza abandonรณ la comodidad del negocio familiar para dedicarse a la filosofรญa. Al rechazar los valores del รฉxito material y social, se empeรฑรณ en encontrar un modo de felicidad que no dependiera de las circunstancias.
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Cada dรญa, miles de millones de personas dedican una cantidad significativa de tiempo a adorar un ser imaginario. Mรกs precisamente, alaban, exaltan y rezan al Dios de las principales religiones abrahรกmicas. Ponen sus esperanzas en โ€“y temen aโ€“ una deidad trascendente y supernatural que, creen, creรณ el mundo y ahora ejerce providencia sobre รฉl.

En los escritos profรฉticos del judaรญsmo, el cristianismo y el islam, ese Dios estรก dotado de caracterรญsticas psicolรณgicas y morales familiares. ร‰l โ€“el Dios abrahรกmico es tรญpicamente concebido como masculinoโ€“ tiene conocimiento, percepciรณn, intenciรณn, voluntad y deseo, y ร‰l experimenta emociones tales como los celos, la decepciรณn, el placer y la tristeza. Dios es poderoso y libre, ilimitado en Su omnipotencia. ร‰l decreta mandamientos con la seguridad de que serรกn cumplidos, y ร‰l aplica un severo juicio sobre aquellos que no los obedecieron. Dios es tambiรฉn bueno, benevolente y misericordioso, y el plan providencial concebido y llevado a cabo por Dios se fundamenta en la sabidurรญa y la justicia.

Este Dios demasiado humano no existe, o asรญ argumenta el filรณsofo del siglo XVII Bento de Spinoza,

{{Bento era el nombre de pila de Spinoza en la comunidad judรญo-portuguesa de รmsterdam. Baruch era el nombre hebreo utilizado en la sinagoga, y Benedictus, la versiรณn latina de su nombre que aparece en sus escritos publicados. Los tres nombres significan โ€œbenditoโ€.}}

quien sostiene que semejante divinidad es una ficciรณn supersticiosa fundada en las irracionales pasiones de los seres humanos que a diario sufren las vicisitudes de la naturaleza. Sintiรฉndose perdidos y abandonados en un mundo inseguro que no atiende sus deseos y, sin embargo, encontrando al mismo tiempo en ese mundo un orden y una conveniencia que parecen mรกs que accidentales, imaginan un Espรญritu gobernante que, segรบn el modelo de la acciรณn humana, dirige todas las cosas hacia ciertos fines. He aquรญ cรณmo Spinoza describe el proceso psicolรณgico comรบn:

como encuentran en sรญ mismos y fuera de sรญ no pocos medios que contribuyen en gran medida a la consecuciรณn de su utilidad, como, por ejemplo, los ojos para ver, los dientes para masticar, las hierbas y los animales para alimentarse, el sol para iluminar, el mar para criar peces, etc., de ello resultรณ que consideraran a todos los seres naturales como medios conducentes a su utilidad. Y como saben que esos medios han sido hallados, pero no dispuestos por ellos, tuvieron asรญ motivo para creer que hay algรบn otro que ha dispuesto tales medios para uso de ellos. En efecto, despuรฉs de considerar las cosas como medios, no han podido creer que se hayan hecho a sรญ mismas, sino que de la existencia de aquellos medios que ellos suelen disponer debieron concluir que habรญa algรบn o algunos rectores de la Naturaleza, dotados de libertad humana, que les han procurado todo y han hecho todo para uso de ellos.

{{Baruch Spinoza, ร‰tica. Tratado teolรณgico-polรญtico. Tratado polรญtico. Estudio introductorio de Luciano Espinosa. Traducciones de ร“scar Cohan, Emilio Reus, Humberto Giannini y M. Isabel Flisfisch, Madrid, Gredos, 2011. ร‰tica, I, โ€œDe Diosโ€, apรฉndice, p. 39.}}

Pensamiento reconfortante en verdad, pero no mรกs verdadero por la consolaciรณn que produce. Esa gente โ€œque ve a Dios como hombre […] se aleja del verdadero conocimiento de Diosโ€. No hay deidad trascendente; no hay ser sobrenatural, no hay ser que estรฉ separado o sea diferente de la Naturaleza o estรฉ mรกs allรก de ella. No hubo creaciรณn; no habrรก juicio final. Solo existe la Naturaleza y lo que pertenece a la Naturaleza.

La palabra โ€œDiosโ€ sigue disponible, incluso es รบtil, particularmente en tanto encierra ciertos rasgos esenciales de la Naturaleza que constituyen (al menos entre los filรณsofos de los tiempos de Spinoza) la definiciรณn de Dios: la Naturaleza es una sustancia eterna, infinita, que necesariamente existe, la causa mรกs real y auto-causada de todo lo que sea real. (Spinoza define โ€œsustanciaโ€, la categorรญa bรกsica de su metafรญsica, como โ€œaquello que es en sรญ y se concibe por sรญโ€, esto es, lo que tiene verdadera independencia ontolรณgica y epistemolรณgica.) Por ende, Dios no es nada distinto de la Naturaleza misma. Dios es la Naturaleza, y la Naturaleza es todo lo que hay. Es por ello que Spinoza prefiere la expresiรณn Deus sive Natura (โ€œDios o la Naturalezaโ€).

Al principio de su obra maestra, la ร‰tica, Spinoza dice que โ€œtodo lo que es, es en Diosโ€ y โ€œde la necesidad de la naturaleza divina deben seguirse infinitas cosas en infinitos modosโ€.

{{ร‰tica, I, pp. 16 y 20.}}

Todas las cosas, sin excepciรณn, estรกn en y son parte de la Naturaleza; son gobernadas por los principios de la Naturaleza y producidas por otras causas naturales. Spinoza puede ser leรญdo ya sea como un panteรญsta โ€“que histรณricamente parece ser la interpretaciรณn mรกs comรบnโ€“ o como un ateo, como algunos de sus mรกs vehementes crรญticos (y entusiastas) han hecho. De una u otra manera, lo que no estรก a discusiรณn es el rechazo al Dios abrahรกmico personal y antropomรณrfico.

((Para lecturas panteรญsticas, vรฉase Jonathan Bennett, A study of Spinozaโ€™s โ€˜Ethicsโ€™, Indianรกpolis, Hackett Publishing, 1984, y Edwin Curley, Behind the geometric method, Princeton, Princeton University Press, 1988. Para una lectura atea, vรฉase Steven Nadler, โ€œโ€˜Whatever is, is in Godโ€™: substance and things in Spinozaโ€™s metaphysicsโ€, en Charles Huenemann [ed.], Interpreting Spinoza, Cambridge, Cambridge University Press, 2008, pp. 53-70.))

De ello se deriva que no hay, ni puede haber, tal cosa como la divina providencia, por lo menos como habitualmente se entiende. Todo lo que ocurre en la Naturaleza y conforme a las leyes de la Naturaleza ocurre como necesidad ciega y absoluta. Cada cosa y cada situaciรณn estรกn causalmente determinadas para ser como son. Ni la Naturaleza misma ni nada en la Naturaleza hubieran podido ser distintos. Como Spinoza lo formula, โ€œen el orden natural de las cosas nada se da contingente; sino que todo estรก determinado por la necesidad de la naturaleza divina a existir y obrar de un cierto modoโ€.

{{ร‰tica, I, p. 30.}}

En la visiรณn de Spinoza, este no es el mejor de todos los mundos posibles; no es siquiera uno entre muchos mundos posibles. Este es el รบnico mundo posible. โ€œLas cosas no han podido ser producidas por Dios de ningรบn otro modo ni en ningรบn otro orden.โ€

((ร‰tica, I, p. 34))

No es necesario decir que no hay ni puede haber milagros, entendidos como excepciones de origen divino a las leyes de la naturaleza. No es solo que los milagros sean altamente improbables o difรญciles de detectar, sino que son metafรญsicamente imposibles. La naturaleza no podrรญa de ninguna manera contravenir sus propios y necesarios modos. Los acontecimientos que consideramos milagrosos son simplemente aquellos cuya explicaciรณn natural ignoramos. โ€œNada existe en la naturaleza que sea contrario a sus leyes universales […] es lo cierto que los antiguos consideraban como milagroso todo aquello que no acertaban a explicarse de la manera que el vulgo explica las cosas, es decir, pidiendo a la memoria el recuerdo de algรบn suceso semejante que se tenga costumbre de concebir sin asombro, porque el vulgo cree comprender suficientemente las cosas cuando han cesado de sorprenderle.โ€

((Tratado teolรณgico-polรญtico, VI, 11, p. 379, y 14, p. 380.))

La teleologรญa tambiรฉn es una ficciรณn.

{{Mucho se ha discutido sobre el lugar de la teleologรญa en la filosofรญa de Spinoza. Para intentos de encontrar un papel para ella en su sistema, vรฉase Don Garrett, โ€œTeleology in Spinoza and early modern rationalismโ€, en Rocco Gennaro y Charles Huenemann [eds.], New essays on the rationalists, Oxford, Oxford University Press, 1999, pp. 310-336, y Martin Lin, โ€œTeleology and human action in Spinozaโ€, en The Philosophical Review 115, pp. 317-354.}}

No hay finalidades para la Naturaleza ni finalidades en la Naturaleza. La Naturaleza misma no existe por el bien de ninguna otra cosa, y nada es dirigido por la Naturaleza hacia ningรบn fin. Lo que sea que es, solamente es; lo que sea que ocurra, solamente ocurre (y debรญa ocurrir). Ni el universo mismo ni ninguna cosa en el universo fueron creados para alcanzar un objetivo.

Lo que es cierto para la teleologรญa tambiรฉn es cierto para los valores morales y estรฉticos. Nada es bueno o malo o bello o feo en sรญ mismo. โ€œPor lo que ataรฑe a lo bueno y a lo malo, tampoco indican nada positivo en las cosas, por lo menos consideradas en sรญ mismas, y no son sino modos de pensar o nociones que formamos porque comparamos las cosas unas con otras.โ€

{{ร‰tica, IV, Prefacio, p. 179.}}

Dios no creรณ el mundo porque era bueno; ni es bueno el mundo porque Dios lo creรณ. De nuevo: cualquier cosa que es, solamente es y debรญa ser como es, punto.

Tal es el universo que Spinoza describe y establece por medio del โ€œmรฉtodo geomรฉtricoโ€ โ€“una serie de definiciones, axiomas, proposiciones demostradas, corolarios y escoliosโ€“ en las partes metafรญsicas de la ร‰tica. A primera vista parece un panorama mรกs bien sombrรญo, uno que ataรฑerรญa a la forma mรกs radical del nihilismo.

Pero hay mรกs.

La necesidad inviolable de la Naturaleza gobierna no solamente el mundo de los objetos fรญsicos โ€“en el que las manzanas caen de los รกrboles y las rocas ruedan cuesta abajoโ€“ sino tambiรฉn el terreno de la actividad humana, incluso lo que sea que ocurre en la mente humana. Pensamientos, ideas, intenciones, sentimientos, juicios, deseos, incluso la voluntad โ€“nuestros actos deliberados del dรญa a dรญaโ€“, estรกn todos sujetos a las leyes del pensamiento tanto como los cuerpos en movimiento lo estรกn a las leyes de la fรญsica. De hecho, Spinoza proclama con atrevimiento, al inicio de la parte tercera de la ร‰tica dedicada a la psicologรญa humana: โ€œtratarรฉ de la naturaleza y de las fuerzas de los afectos, y de la potencia del alma sobre ellos, con el mismo mรฉtodo con que en las partes precedentes he tratado de Dios y del alma, y considerarรฉ las acciones y los apetitos humanos igual que si fuese cuestiรณn de lรญneas, superficies o cuerposโ€.

{{ร‰tica, III, Prefacio, p. 104.}}

Un acto mental o suceso psicolรณgico sigue a otro con la misma necesidad y certeza deductiva con la que, a partir de la naturaleza del triรกngulo, se infiere que sus รกngulos interiores suman ciento ochenta grados. En la mente, no menos que entre los cuerpos, gobierna un estricto determinismo causal, y nada hubiera podido ser diferente de como es.

Esto significa que no hay tal cosa como el libre albedrรญo. La idea de que lo que uno quiere o desea o elige es una especie de espontรกneo acto de la mente โ€“posiblemente influido por otros objetos mentales, como las creencias o las emociones, pero de ninguna manera determinado absolutamente por ellosโ€“ es una ilusiรณn. โ€œTodos los hombres nacen ignorantes de las causas de las cosas […] creen ser libres, puesto que son conscientes de sus voliciones y de su apetito, pero no piensan, ni en sueรฑos, quรฉ causas los disponen a apetecer y querer, porque las ignoran.โ€

{{ร‰tica, I, โ€œDe Diosโ€, apรฉndice, p. 38.}}

Existe, desde luego, un tipo de libertad accesible a los seres humanos, y es nuestro mayor interรฉs luchar por alcanzarla; ese es el gran propรณsito de la ร‰tica. Pero la libertad humana no consiste, ni puede consistir, en la clรกsica capacidad de haber elegido o deseado o actuado de modo diferente a como uno lo hizo. โ€œEn el alma no hay ninguna voluntad absoluta o libre, sino que el alma es determinada a querer esto o aquello por una causa que tambiรฉn es determinada por otra, y esta a su vez por otra, y asรญ hasta el infinito.โ€

((ร‰tica, II, p. 93.))

No viene al caso lamentar nada de esto โ€“la desapariciรณn de un Dios providencial, el vaciamiento de todos los significados y valores del mundo, la pรฉrdida de nuestro libre albedrรญoโ€“ ni desear que las cosas fuesen diferentes (ya que en ningรบn caso podrรญan ser diferentes). Pasar la vida en estado de resignaciรณn pasiva o lamentando su suerte y maldiciendo la Naturaleza por las cartas que a uno le tocaron no es solo una pรฉrdida de tiempo, sino que es tambiรฉn irracional y daรฑino. Es, en efecto, sufrir y ser (en palabras de Spinoza) un โ€œesclavoโ€ de las pasiones.

ยฟPero cuรกl es la alternativa? Dentro de ese mundo eterno, infinito, necesario, determinรญstico y carente de sentido, ยฟhay alguna manera de florecer para seres finitos y mortales como nosotros, sujetos a las hondas y flechas de la ultrajante fortuna? Cuando no hay un Dios sabio, justo y providencial dirigiendo las cosas hacia algรบn fin, cuando todo es gobernado por una necesidad inviolable, semejante a una ley, y nada podrรญa haber sido diferente, ยฟpodemos, a pesar de ello, esperar alcanzar, con nuestros propios recursos y esfuerzo, una vida de bienestar, incluso de โ€œbienaventuranzaโ€ y โ€œsalvaciรณnโ€?

Esa es precisamente la pregunta que condujo a Spinoza, alrededor del tiempo de su herem (proscripciรณn o excomuniรณn) de la comunidad judรญa-portuguesa de รmsterdam, a abandonar su vida de comerciante y comenzar a investigar la mรกs profunda e importante de las indagaciones morales: ยฟquรฉ es la felicidad humana y cรณmo es posible alcanzarla?

*

Una gran parte de la vida de Spinoza estรก envuelta en misterio. Naciรณ en รmsterdam el 24 de noviembre de 1632, hijo de los inmigrantes portugueses Miguel dโ€™Espinoza y su segunda esposa, Hanna Deborah. Miguel y Hanna venรญan ambos de familias de โ€œconversosโ€ โ€“catรณlicos en apariencia cuyos ancestros judรญos habรญan sido convertidos a la fuerzaโ€“ y regresaron a la prรกctica abierta del judaรญsmo solamente tras llegar al ambiente generalmente tolerante de la Repรบblica holandesa. Miguel era un comerciante y la familia, relativamente prรณspera, era prominente entre los sefarditas de รmsterdam. Spinoza y sus hermanos asistรญan a la escuela de la comunidad judรญa y ayudaban en el negocio de su padre.

En general, sin embargo, sabemos realmente poco de la juventud y edad adulta temprana de Spinoza โ€“incluyendo las razones detrรกs del herem, mรกs allรก de lo que el documento de la proscripciรณn llama โ€œherejรญas abominables y hechos monstruososโ€โ€“ y apenas poco mรกs de los aรฑos de su madurez antes de su muerte prematura el 21 de febrero de 1677. Cuando muriรณ, el cรญrculo de amigos responsables de compilar ediciones latinas y holandesas de sus escritos inรฉditos decidiรณ aparentemente destruir toda la correspondencia de naturaleza personal, privando asรญ a las generaciones futuras de cualquier atisbo que esas cartas pudieron haber contenido acerca de su vida y sus pensamientos sobre asuntos no filosรณficos.

Y, sin embargo, lo que generalmente se considera el primerรญsimo escrito que tenemos de Spinoza comienza con una poco usual narraciรณn autobiogrรกfica. Por un breve momento, somos testigos de cรณmo Spinoza reflexiona sobre la trayectoria de su vida en los primeros pรกrrafos del inacabado Tratado de la reforma del entendimiento, el cual probablemente comenzรณ hacia 1658, apenas un par de aรฑos despuรฉs de su excomuniรณn.

Despuรฉs que la experiencia me habรญa enseรฑado que todas las cosas que suceden con frecuencia en la vida ordinaria son vanas y fรบtiles, como veรญa que todas aquellas que eran para mรญ causa y objeto de temor no contenรญan en sรญ mismas ni bien ni mal alguno a no ser en cuanto que mi รกnimo era afectado por ellas, me decidรญ, finalmente, a investigar si existรญa algo que fuera un bien verdadero y capaz de comunicarse, y de tal naturaleza que, por sรญ solo, rechazados todos los demรกs, afectara al รกnimo; mรกs aรบn, si existirรญa algo que, hallado y poseรญdo, me hiciera gozar eternamente de una alegrรญa continua y suprema.

((Spinoza, Tratado de la reforma del entendimiento. Principios de filosofรญa de Descartes. Pensamientos metafรญsicos. Traducciรณn, introducciรณn, รญndice analรญtico y notas de Atilano Domรญnguez, Madrid, Alianza Editorial, 2019. Tratado de la reforma del entendimiento, I, 1, p. 97.))

Antes del herem, que tuvo lugar en el verano de 1656, Spinoza y su hermano Gabriel dirigรญan el negocio de importaciones que heredaron de su padre tras su muerte. A pesar de que el negocio, lastrado por una deuda importante, no era ciertamente una gran fuente de โ€œhonor y riquezaโ€, el tren de vida que le proporcionaba a Spinoza era suficiente para hacerlo dudar de renunciar a รฉl โ€œsi querรญa dedicarme seriamente a una nueva tareaโ€. Aunque sentรญa cierta insatisfacciรณn con la vida que estaba llevando, โ€œparecรญa imprudente querer dejar una cosa cierta por otra todavรญa inciertaโ€. Al mismo tiempo, percibiรณ que la โ€œsuprema felicidadโ€ residรญa fuera de la vida mercantil, con sus altas y bajas frecuentemente incontrolables y sus recompensas imperfectas y fugaces, y le preocupaba perder la oportunidad de alcanzar el bien superior.

Lo que es mรกs frecuente en la vida y, por lo que puede colegirse de sus obras, lo que los hombres consideran como el sumo bien, se reduce a estas tres cosas: las riquezas, el honor y el placer. Tanto distraen estas tres cosas la mente humana, que le resulta totalmente imposible pensar en ningรบn otro bien.

Por lo que respecta al placer, el รกnimo queda tan absorto como si descansara en el goce de un bien, lo cual le impide totalmente pensar en otra cosa. Pero tras ese goce viene una gran tristeza que, aunque no impide pensar, perturba, sin embargo, y embota la mente. La bรบsqueda de los honores y de las riquezas distrae tambiรฉn, y no poco, la mente, sobre todo cuando se los busca por sรญ mismos, ya que entonces se los considera como el sumo bien.

((Tratado de la reforma del entendimiento, I, 3 y 4, pp. 98-99.))

Como muchos pensadores antes que รฉl, el joven Spinoza se dio cuenta de que los supuestos beneficios del รฉxito material y social tienden a ser efรญmeros e impredecibles. Mรกs aรบn, estรกn invariablemente acompaรฑados de una variedad de males, incluyendo la ansiedad, la envidia y el deseo frustrado. En busca de una fuente mรกs perdurable de satisfacciรณn, concluyรณ que ya era tiempo โ€œde embarcarse en una nueva manera de vivirโ€. A pesar del riesgo y la incertidumbre que significarรญa, estaba convencido de que hacerlo asรญ era lo mejor para รฉl. โ€œAbandonarรญa un bien incierto por su propia naturaleza […] por otro bien incierto, pero no por su naturaleza (pues yo buscaba un bien estable), sino tan solo en cuanto a su consecuciรณn.โ€ De hecho, razonรณ, โ€œdejarรญa males ciertos por un bien ciertoโ€. Fue asรญ que renunciรณ a una vida convencional guiada por valores mundanos y entregada a la bรบsqueda de bienes transitorios, por la vida de la filosofรญa y la bรบsqueda del โ€œsumo bienโ€: la felicidad suprema.

Lo que revela Spinoza en estas lรญneas iniciales de su obra mรกs temprana es que su proyecto intelectual era, desde el inicio, fundamental y esencialmente una filosofรญa moral en el sentido mรกs amplio del tรฉrmino.

*

El tema de la filosofรญa moral clรกsica era alcanzar el bienestar personal. Para filรณsofos antiguos como Sรณcrates, Platรณn y Aristรณteles, lo mismo que para los cรญnicos, escรฉpticos y estoicos, el interรฉs de la รฉtica versaba ante todo en cรณmo un ser humano ha de llevar una buena vida. Su tratamiento de la virtud se encaminaba a revelar cรณmo podrรญa uno lograr la eudemonรญa, traducida frecuentemente como โ€œflorecimientoโ€ o โ€œfelicidadโ€ (en el entendido de que semejante vida incluรญa tambiรฉn tratar a los otros seres humanos de manera considerada). Para los filรณsofos medievales de la tradiciรณn cristiana y los pensadores que escribรญan en hebreo y รกrabe en las tradiciones judรญa y musulmana, el objetivo era casi semejante, aunque se entendรญa ahora como bienaventuranza y salvaciรณn en un contexto que incluรญa un Dios providencial. (Como lo formulan algunos estudiosos, las รฉticas antiguas y medievales son mรกs โ€œegocรฉntricasโ€ que las concepciones modernas: mรกs enfocadas en โ€œlo buenoโ€ que en lo โ€œcorrectoโ€.)

{{Vรฉase Henry Sidgwick, The methods of ethics, Londres, MacMillan and Co., 1907, y Bernard Williams, Ethics and the limits of philosophy, Nueva York, Fontana Press, 1985.}}

Spinoza encaja bien en esta amplia tradiciรณn eudemonista. Ciertamente es tentador, al leer a Spinoza, concentrarse en su presentaciรณn asombrosamente โ€œherรฉticaโ€ de Dios y la naturaleza en laย ร‰tica, lo mismo que en su rechazo de los milagros y la autorรญa divina de la Biblia y en su crรญtica inmisericorde de lo que comรบnmente se considera la religiรณn en elย Tratado teolรณgico-polรญtico, que suscitรณ gran alarma al momento de su publicaciรณn en 1670. Despuรฉs de todo, fueron estas ideas audaces y radicales las que escandalizaron tanto a sus contemporรกneos, y han sido el foco de la atenciรณn acadรฉmica y popular durante siglos.

{{Tambiรฉn es razonable pensar que las ideas de Spinoza sobre Dios, la Biblia, el alma y otros temas filosรณficos y teolรณgicos โ€“que pudo haber comentado en la comunidad siendo jovenโ€“ fueron las que ocasionaron su herem. Vรฉase Steven Nadler, Spinozaโ€™s heresy. Immortality and the Jewish mind, Oxford/Nueva York, Oxford University Press, 2001.}}

Sin embargo, la meta primordial de la filosofรญa de Spinoza โ€“a la que sirven sus teorรญas metafรญsicas, epistemolรณgicas, polรญticas, teolรณgicas y religiosasโ€“ es nada menos que demostrar el camino al verdadero bienestar, a un modo de felicidad humana que es estable, completo y no sujeto a los caprichos de la suerte. La pregunta que, por encima de todo lo demรกs, lo condujo en primer lugar a abandonar la aparente seguridad del negocio familiar โ€“e igualmente importante, un lugar cรณmodo en su comunidadโ€“ y a dedicarse a la filosofรญa era una pregunta muy antigua: ยฟquรฉ es la buena vida?

Lo que descubriรณ Spinoza, y lo que quiere que sepamos, es que existe una particular manera de vivir que significa un tipo de perfecciรณn de nuestra naturaleza humana. Es de hecho un estado que constituye un verdadero florecimiento humano, e incluso nos asemeja de algรบn modo a Dios o a la naturaleza misma.

Si hay un objeto que recorre y unifica los escritos de Spinoza es la libertad. El Tratado teolรณgico-polรญtico tiene por tema la libertad de pensamiento y de expresiรณn โ€“una libertad personal, cรญvica y religiosa por la cual ni los poderes fรกcticos polรญticos ni los eclesiรกsticos podrรกn interferir con la โ€œlibertad para filosofarโ€ de cada quienโ€“. El tratado concluye, de hecho, con lo que es posiblemente la declaraciรณn de tolerancia mรกs notable del periodo moderno temprano:

Nada hay mรกs seguro para el Estado que encerrar la religiรณn y la piedad en el solo ejercicio de la caridad y la justicia, y limitar el derecho de los poderes soberanos, tanto en las cosas sagradas como en las profanas, a los actos รบnicamente; por lo demรกs concรฉdase a cada uno, no solo libertad de pensar como quiera, sino tambiรฉn de decir cรณmo piensa.

((Tratado teolรณgico-polรญtico, XX, 46, pp. 595-596.))

La ร‰tica se ocupa de un tipo de libertad relacionada pero diferente: no tanto la libertad de pensar o decir lo que uno quiera, sino mรกs bien la libertad que consiste en ser un agente activo y autogobernado. Uno puede vivir a merced de las circunstancias, buscando y evitando precipitadamente cosas cuyas idas y venidas estรกn por completo fuera de su control. La persona libre, en contraste, tiene control de su vida. Actรบa en vez de reaccionar. Ciertamente harรก lo que desea, pero lo que desea โ€“y por ende su comportamientoโ€“ estรก guiado desde adentro, por el conocimiento y no por la imaginaciรณn, el sentimiento o las impresiones. La persona libre es guiada por la razรณn, no por la pasiรณn. La vida de la persona libre, en suma, es el modelo de vida para un ser humano. ~

Traducciรณn de Andrea Martรญnez Baracs.
Fragmento de Think least of death. Spinoza on how to live and how to die. Copyright ยฉ 2020 Princeton University Press.
Reproducido con autorizaciรณn.

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es filรณsofo, profesor de estudios judรญos en la
Universidad de Wisconsin-Madison


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