La pรกgina en blanco se hace pronto visible en El hilo invisible (Phantom thread), con la llegada de Reynolds (Daniel Day-Lewis) al taller suntuoso de su firma de alta costura, la Casa de Woodcock, donde las operarias despliegan las grandes lรกminas de papel de las que saldrรกn los patrones de los vestidos; el modista, que aรบn no interviene, vigila al disciplinado ejรฉrcito de las empleadas, todas del sexo femenino. La primera incursiรณn del propio Reynolds en la hoja en blanco que hay que transformar en obra de arte sucede mรกs tarde, cuando en el desayuno compartido con su nueva girlfriend y modelo Alma (Vicky Krieps) los ruidos del cuchillo al untar ella las tostadas molestan al artista, que estรก haciendo un dibujo en su cuaderno de pรกginas inmaculadas. Las distracciones de la vida corriente son la amenaza del libre sueรฑo de lo ideal.
El motivo de los papeles y telas blancas (el bastidor ante el que Alma posa y es fotografiada, las distintas capas del material para el vestido de boda de la princesa Mona Braganza, por ejemplo) reaparece de modo intermitente en esta pelรญcula ambiciosamente conceptual que utiliza elementos de costume drama y de cuento gรณtico a partir de una metรกfora central y un subtexto lleno de resonancias. La metรกfora de Paul Thomas Anderson equipara el diseรฑo y la hechura de un ropaje con los de una novela, y el tema subyacente es la obsesiรณn artรญstica indรณmita que conduce a la muerte del sentimiento, un campo humano y como tal sujeto a las imperfecciones y renuncias que un perfeccionista encerrado en un solipsismo radical no puede tolerar, si bien tampoco puede ese mismo creador prescindir de la compaรฑรญa obediente y la productiva sensualidad de las mujeres. La historia del cine ha tenido grandes figuras del perfeccionismo maniรกtico como Bresson o Kubrick, la de la ficciรณn literaria genios destacados por una orfebrerรญa de โmรกquina solteraโ (Gustave Flaubert, Henry James, Pessoa), y en cuanto al solipsista necesitado de compaรฑera (y aprovechado de ella), la literatura espaรฑola cuenta con el paradigma de Juan Ramรณn Jimรฉnez, aunque seguramente (รฉl no lo ha afirmado) las inspiraciones del cineasta estadounidense sean Picasso y su plantel de enamoradas complacientes y modelos pasajeras o estables, y la pareja amoroso-empresarial formada por Richard y Cรณsima Wagner. Anderson, que usa de estrategias frente a la suspicacia periodรญstica, ha esquivado la absurda insinuaciรณn de que su Alma se llamara asรญ por Alma Reville, la esposa e importante colaboradora de Hitchcock, sin decir ni pรญo de la Alma que a mi juicio mรกs le guรญa en El hilo invisible, Alma Schindler, conocida en el siglo como Alma Mahler, aunque llevรณ despuรฉs, en una larga vida, apellidos de otros maridos ilustres como Walter Gropius o el novelista de รฉxito Franz Werfel. Centroeuropea al igual que la Alma de la pelรญcula, Alma Mahler se sometiรณ, al casarse muy joven con Gustav, a la condiciรณn que el mรบsico le puso de abandonar su carrera de compositora, siendo su forma de rebeldรญa la infidelidad matrimonial (con Gropius, casada aรบn con Mahler, y con el pintor Oskar Kokoschka) y la escritura en distintos momentos de su vida de tres ciclos de canciones.
La confecciรณn de Phantom thread es tan primorosa como la de cualquiera de los rutilantes vestidos de fiesta que salen en la pantalla: el primer modelo de amplio vuelo para su clienta favorita, Henrietta Harding, o el antes nombrado traje de novia para la princesa Mona Braganza. Reynolds Woodcock, que nunca se ha casado โcomo le responde en un diรกlogo del filme a Almaโ porque โhace vestidosโ, es fiel por medio de ellos a las mujeres que viste, exigiรฉndoles a ellas la misma fidelidad y el mismo trato dispensado a lo que es รบnico. Cuando, ya enfermo, su hermana y gestora Cyril le informa de que Henrietta Harding se ha ido a otro modisto londinense, Reynolds acusa a esta de seguir โthe fucking chicโ, es decir, no lo mejor, representado por la Casa de Woodcock, sino lo que estรก jodidamente de moda, y llega a un cรฉnit de implacable crueldad en la secuencia mรกs inspirada y reveladora, la del vestido ceremonial de la desangelada Mrs. Rose, quien tras dudar de sรญ misma en cuanto merecedora de llevar ese bellรญsimo atuendo de seda verde, se desploma de pena o de vergรผenza sobre la vajilla de su banquete; el modista, acompaรฑado en el empeรฑo por Alma, fuerza con malos modos su entrada en las habitaciones privadas y desviste a empellones a la dormida y quizรก beoda seรฑora, saliendo a la calle jovial por el rescate de esa obra maestra y purificada la afrenta de un uso espurio.
Ahora bien, al gran artรญfice que es Paul Thomas Anderson se le da mejor la ropa de gala que el traje de calle, y las pelรญculas, como las novelas, han de poder subir a la cumbre de lo sublime pero tambiรฉn transitar por las espesuras del bosque y el camino llano. Es increรญblemente torpe que la informaciรณn de que Alma es una refugiada judรญa del Este de Europa en la Inglaterra de los primeros aรฑos 1950 en ningรบn momento conste en el relato fรญlmico, y se tenga que informar de ello a travรฉs de las entrevistas (como la de James Bell en el รบltimo nรบmero de la revista Sight & Sound). Alma habla con acento en inglรฉs, lo tiene la actriz luxemburguesa que la interpreta, pero eso no indica nada, siendo hermรฉtico hasta lo incomprensible el gesto contrariado de la muchacha al oรญr que el prometido de la seรฑora Rose pudo haber hecho contrabando de pasaportes con quienes escapaban del nazismo. Y la pelรญcula tiene un hilo conductor, quizรก fantasmรกtico, el de las explicaciones de Alma al mรฉdico, que nada aporta y despista, llegando a parecer, al menos a mรญ, una vรญa fallida de exploraciรณn narrativa que los autores no pudieron o supieron eliminar en el montaje final.
Dicho esto, hay que hablar del virtuosismo de la puesta en escena (la atmรณsfera nebulosa de la ciudad y los interiores, como envueltos en gasa), realzada por un guion inventivo en los giros dramรกticos inesperados y en los brotes cรณmicos muy sucintos, alivios de una pelรญcula tan claustral a la que acompaรฑa la sinfonรญa incompleta pero casi constante de la mรบsica de Jonny Greenwood, repleta de citas y prรฉstamos. La rebeldรญa de Alma y la irrupciรณn del veneno como arma de rectificaciรณn, de conquista, de apremio y suprema declaraciรณn amorosa, hace de Reynolds, en un final turbador, otro ser, un ser con โimaginaciรณn de la desgraciaโ, en palabras de Cioran. Alguien que al perder la perfecciรณn insignificante que da la salud, accede al estado de cuerpo sensible, en el que la conciencia alcanza la honda intensidad del dolor, pues, sigo citando al filรณsofo rumano, โla conciencia, en sus principios, es conciencia de los รณrganos. Sanos, los ignoramos; es la enfermedad lo que los revela.โ ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).