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Con las suelas al viento. Viajeros, eruditos y aventureros, de Martรญn Casariego (Madrid, 1962), reรบne 50 artรญculos breves sobre viajeros famosos de la historia, la gran mayorรญa de los cuales aparecieron mensualmente, entre 2004 y 2007, en Spanorama, la revista de la extinta compaรฑรญa aรฉrea Spanair. Ahora, recopilados y completados, se muestran bajo la especie de libro, siguiendo la muy sensata costumbre โ€“hoy practicada mรกs que nunca, porque quienes publican digitalmente, que son casi todos, gustan de resucitar en papel lo sacrificado a la deidad del silicioโ€“ de agavillar lo disperso y darlo a conocer unitariamente, lo cual resulta muy aconsejable cuando, como en este caso, las publicaciones originales son casi inencontrables.

Martรญn Casariego seรฑala en la introducciรณn al volumen que el nรบmero de cincuenta es arbitrario, y que la cantidad de viajeros reseรฑados podrรญa haber sido cualquiera. Es cierto: el viaje, como experiencia humana y como realidad social, es una constante en la historia de la humanidad, y quienes lo han practicado se cuentan por miles; hoy, universalizado โ€“y vulgarizadoโ€“ por el turismo, por miles de millones. Pero la selecciรณn que ha hecho en Con las suelas al viento es atinada. Se inicia con los fenicios Hannรณn e Himilcรณn, de los que hay razones para pensar que llegaron al Camerรบn y surcaron el Atlรกntico hasta el mar de los Sargazos, alrededor del siglo v a. C., pero que no han abandonado todavรญa las nieblas del mito; y acaba con la suiza Ella Maillart, fallecida en 1997, escritora y fotรณgrafa, probablemente la รบltima gran viajera de la historia, que entre 1930 y 1945 recorriรณ el Cรกucaso, el Turquestรกn soviรฉtico y chino, las montaรฑas Celestes, el desierto de Taklamakรกn, Manchukuo, Turquรญa, India, Cachemira, Irรกn y Afganistรกn. Entre ambos, encontramos a los clรกsicos del viaje โ€“esos de los que (casi) todo el mundo ha oรญdo hablarโ€“, como Marco Polo, Cristรณbal Colรณn, el capitรกn Cook o Livingstone y Stanley (que menuda pieza era: โ€œStanley dispara a los negros como si fueran monosโ€, dijo de รฉl otro viajero insigne, Richard Burton; y รฉl mismo no tuvo empacho en escribir: โ€œCuando el barro y la lluvia minaban la energรญa fรญsica de aquellos perezosos, un lรกtigo para perros sentaba bien a sus espaldasโ€), pero tambiรฉn a numerosos viajeros menos conocidos por el gran pรบblico, aunque no menores en arrojo y descubrimientos, como el inglรฉs William John Burchell, que entre 1811 y 1815 recorriรณ mรกs de siete mil kilรณmetros por รfrica, recolectando sesenta mil muestras de plantas y animales, y luego, pareciรฉndole insuficiente su experiencia africana, pasรณ otros cinco aรฑos viajando por la Amazonia, donde llegรณ a recoger mรกs de veinte mil insectos distintos. El motivo de semejante frenesรญ viajero fue, al parecer, el desengaรฑo que sufriera en la isla de Santa Helena, cuya vegetaciรณn habรญa sido enviado a estudiar en 1811. Allรญ esperaba a su prometida, Lucia Green, pero esta, acaso enardecida por las estimulantes brisas atlรกnticas, se enamorรณ del capitรกn del barco que la llevaba a Jamestown. Burchell, presa de comprensible aflicciรณn, decidiรณ abandonar las traicioneras solicitaciones del amor y entregarse al apostolado cientรญfico. No obstante su abnegada dedicaciรณn a las ciencias naturales, Casariego especula con la posibilidad de que aquel desengaรฑo fuese el motivo de que Burchell se suicidara, en Mรฉxico, a la improbable edad de 91 aรฑos, cuando uno puede ahorrarse ya la molestia.

Con las suelas al viento reรบne una notable cantidad de viajeros espaรฑoles, portugueses y britรกnicos. Es lรณgico: sus paรญses han sido cunas de grandes navegantes y, despuรฉs, poseedores de imperios que ofrecรญan vastedades infinitas para escudriรฑar. Entre los primeros, celebro la presencia de Egeria, รlvar Nรบรฑez Cabeza de Vaca y Alรญ Bey, aunque Egeria no era, tรฉcnicamente, espaรฑola, sino hispana: nacida en El Bierzo, entonces perteneciente a la Gallaecia, peregrinรณ en el siglo iv a Tierra Santa, y dio cuenta de su peregrinaciรณn en Itinerarium ad Loca Sancta, un epistolario que constituye el primer libro de viajes espaรฑol (y que es tambiรฉn muy relevante en la historia de la lengua, porque, escrito en latรญn vulgar, permite conocer el trรกnsito del latรญn clรกsico al mรกs tardรญo, germen de las lenguas romances). Cabeza de Vaca, por su parte, protagonizรณ una de las mรกs increรญbles gestas viajeras de la historia: tesorero y alguacil mayor en la expediciรณn de Pรกnfilo de Narvรกez (que buscaba, como casi todos, la Fuente de la Eterna Juventud), arribรณ en 1527, tras grandes penalidades, a las costas de la Florida y, con tres compaรฑeros โ€“de los seiscientos que formaban la expediciรณnโ€“, cruzรณ todo el actual territorio de los Estados Unidos hasta el golfo de California, unos diez mil kilรณmetros. Tardรณ ocho aรฑos en hacerlo, durante los cuales atravesรณ rรญos, pantanos y desiertos, fue esclavo de los indios, se hizo pasar por chamรกn (con รฉxito: se le atribuรญa incluso haber resucitado a un muerto), y sobreviviรณ a enfermedades y ataques de hombres y animales; y todo ello lo recogiรณ con detalle en un libro prodigioso, a medio camino entre el relato evangรฉlico y la novela de ciencia ficciรณn, Naufragios y comentarios, escrito en un castellano sabrosรญsimo, al que Dionisio Ridruejo prestรณ privilegiada atenciรณn. Pero, asombrosamente, Cabeza de Vaca, como William Burchell, no se contentรณ con lo que habรญa hecho y, tan solo cuatro aรฑos despuรฉs de concluir su epopeya norteamericana, decidiรณ internarse en las selvas de Paraguay y descubrir las cataratas del Iguazรบ. Finalmente, el catalรกn Domingo Badรญa, mรกs conocido por Alรญ Bey, viajรณ por todo el mundo musulmรกn como espรญa de Godoy, primero, y luego, como buen afrancesado, al servicio de Josรฉ I. Fue el primer espaรฑol y uno de los primeros occidentales no musulmanes en peregrinar a La Meca y entrar en el santuario de la Kaaba, donde besรณ la piedra negra y apedreรณ la Casa del Diablo. Fijรณ entonces la posiciรณn geogrรกfica de los santos lugares del islam y aportรณ los primeros dibujos conocidos de los templos. Sobre su fin hay versiones discrepantes: Casariego sostiene que muriรณ de disenterรญa; otros alegan que fue asesinado por un bajรก a sueldo de los britรกnicos.

Con las suelas al viento dedica, con buen criterio, un importante apartado a los descubridores polares โ€“Peary, Nansen, Scott, Amundsen y Shackletonโ€“ y no descuida a las mujeres viajeras, entre las que encontramos a Mary Wortley Montagu, que investigรณ a principios del siglo XVIII en el imperio otomano y conociรณ los entresijos de la Sublime Puerta (e importรณ a Europa la variolizaciรณn, antecedente de la vacuna de la viruela); Mary Kingsley, que recorriรณ el รfrica Occidental y recuerda mucho a la Rose Sayer interpretada
por Katharine Hepburn en La reina de รfrica; Gertrude Bell, exploradora de Oriente Prรณximo y suicida en Bagdad; Alexandra David-Nรฉel, la primera occidental que entrรณ en Lhasa, la capital del Tรญbet, y que a los cien aรฑos, edad que cumpliรณ en 1968, todavรญa se renovaba el pasaporte โ€œpor si acasoโ€; Freya Stark, autora del inquietante Los valles de los Asesinos (1934) y otra viajera centenaria e impenitente: โ€œCon mรกs de setenta [aรฑos], explorรณ China y Camboya; con ochenta viajรณ a una zona casi inaccesible de Afganistรกn; con ochenta y cuatro descendiรณ en balsa por el ร‰ufrates; a los ochenta y nueve la encontramos en el Himalaya a lomos de una mula, a mรกs de cinco mil metros de altitudโ€ฆโ€, enumera Casariego; y la ya citada Ella Maillart.

La brevedad de las semblanzas o crรณnicas de Martรญn Casariego, ineludible por el medio en el que se publicaban, las dota de una plausible intensidad. Narraciรณn e informaciรณn aparecen equilibradas, y el rigor documental estรก garantizado. Solo se echa en falta, quizรก, un mayor sentido del humor. Las andanzas de los viajeros aquรญ recogidos son de tal envergadura, y a menudo tan inverosรญmiles, que parece natural una aproximaciรณn mรกs distendida o jovial. Pero, aun con esa pizca de sequedad, Con las suelas al viento constituye una placentera lectura de viajes: de algunos de los viajes mรกs asombrosos que puedan imaginarse. ~

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(Barcelona, 1962) es poeta, traductor y crรญtico literario. En 2011 publicรณ el libro de poemas El desierto verde (El Gato Gris).


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