El libro consta de tres secciones, cada una conformada por seis relatos. No se trata de una simple reunión de cuentos. Existe una estructura que pide ser interpretada.
Las secciones no tienen título sino números romanos. ¿Qué significan? ¿En qué son diferentes los cuentos de la sección I de los de la II y estos de los de la III? Quizá cada sección implica un marco cronológico (los textos reunidos en la sección I fueron escritos entre tal y cual fecha…). Pero el libro no tiene ninguna indicación al respecto. Está abierto al desciframiento de su posible significado.
Los seis relatos que integran la primera sección tratan de viajes y de viajeros. Viajes en avión, barco, tren, camión y auto. Todo viaje implica desplazamiento y cambio, aventura. Todo viaje es, también, una prueba. Se parte de un lugar seguro pero no siempre se llega adonde se había planeado. En estos cuentos sus protagonistas desembocan en la soledad, la desconfianza, el desamparo, la fortuna, el desamor o la muerte.
Un viaje presupone un destino. Aunque a la vida parece no gustarle la línea recta. Los proyectos se frustran, los amores se quiebran, un comienzo venturoso puede tener un fin incierto. No existe el destino sino el azar.
Ana García Bergua es una consumada narradora de tono menor. Los giros de la trama son suaves. No le interesa sorprender al lector. Lo toma amablemente de la mano y lo conduce de modo firme hasta el final de cada relato. Su prosa es diáfana y funcional: sirve de forma exacta a su cometido. En los relatos de este primer apartado, cada viaje desemboca en un final imprevisto pero no asombroso. El rígido destino se resuelve en azar.
En “Crimen y castigo” un hombre que solo goza al leer en los aviones repite la triste suerte de Cyrano. En “Talismán” la protagonista, al perder su amuleto más poderoso, cree tocar fondo en su desventura, pero, ya libre de su pata de conejo, su suerte comienza a cambiar. En “Ladridos” una mujer va en busca de su hermano, pero al llegar al lugar del encuentro aquel se ha esfumado, dejándola en el desamparo. En “La desconfianza” una familia acepta llevar consigo en un viaje en carro a un desconocido y hermético pasajero que, sin embargo, se revela más transparente que el padre, lleno de misterios. En “Hotel Mármara” una pareja de amantes descubre durante un trayecto en tren que las grietas que los separan son abismales. En “Rico” un hombre es conducido por un joven sicario hacia la muerte. Destinos rotos, vidas quebradas o rescatadas, la vida clara que se resuelve en misterio. Viajes. Aventuras. Azar.
La nota distintiva de los cuentos de esta segunda sección es su heterogeneidad. Ana García Bergua no escribe cuentos de género. Hay en este conjunto un cuento fantasmagórico (“El viento de los fantasmas”), otro de magia (“La señorita Rossini”), uno más donde se exagera un detalle hasta llevarlo al absurdo (“Don de lenguas”). Uno de los relatos, “La litera”, obviamente pertenece a la primera sección, por tratarse de un cuento de viaje, aunque quizás entró en este apartado para darle simetría al conjunto. Uno más narra la vida de un hombre de oficio singular que goza fingiendo que adopta la vida de las personas comunes. Los relatos de este segundo apartado comparten dos notas distintivas: el misterio y el humor. Ana García Bergua, además de ser una de nuestras más destacadas narradoras, posee un sentido del humor envidiable, que dota a sus textos de una sutil levedad. Tomemos por ejemplo el relato “El viento de los fantasmas”. Narra la vida de un pueblo en el que conviven pacíficamente los vivos y los muertos. Nada más alejado que el tono grave rulfiano. Aquí los fantasmas siguen haciendo su vida cotidiana, van a las compras y asisten a las fiestas. No hay espanto sino humor. El misterio en estos cuentos es parecido a una suave neblina que cubre los seres y las cosas. El misterio no produce horror, se disuelve en una sonrisa.
El tercer apartado está marcado por la frustración y el deseo. El anhelo y el cruel choque con la realidad. La ilusión y el desencanto.
Leer en los aviones es el séptimo libro de relatos de Ana García Bergua, precedido por El imaginador, La confianza en los extraños, Otra oportunidad para el señor Balmand, El limbo bajo la lluvia, Edificio y La tormenta hindú. Es evidente para quien la haya acompañado en su aventura narrativa la singular maestría que ha ido cultivando al paso de cada volumen. Una maestría que se advierte sobre todo en la alegre confianza con la que elige sus temas, sus personajes bien perfilados y sobre todo en el tono de cada relato. Sus finales, en donde el personaje queda expuesto a la indeterminación de su suerte, no son abiertos. Son finales en donde los protagonistas se pierden en la niebla, como ocurre en la película Casablanca y los dos amigos que se disuelven charlando.
El deseo y la realidad. En otro de sus relatos, un hombre desea más que nada en el mundo subirse al Concorde. Gasta la totalidad de sus ahorros y cumple su deseo. A su regreso fastidia a todos contándoles su hazaña una y otra vez. Pierde su trabajo. Los suvenires del vuelo se van atando. Su mujer, para reanimar su entusiasmo, le propone un crucero por el Mediterráneo, gastándose de nuevo lo ahorrado. Pero al llegar a Europa para tomar el barco, él prefiere vender su boleto del crucero y cambiarlo por otro vuelo en el Concorde (uno de los últimos: poco después ocurrirá el accidente que los sacará de circulación). Su mujer sigue con el plan original. No revelaré el final, tan solo apunto que los sueños del hombre terminan peor que el supersónico siniestrado. Todo fuego termina en cenizas. La ilusión se estrella contra la realidad. El deseo se apaga. Es el sino de la vida. Ese anhelo perdido lo sabe capturar Ana García Bergua con sutileza e inteligencia narrativa.
El destino y el azar. El misterio. El desencanto. Son varias de las claves que acompañan estos relatos. En ellos Ana García Bergua nos muestra con humor y elegancia las formas que asume el mundo. ~