En polรญtica la credibilidad es uno de los activos mรกs preciados, sobre todo en momentos de crisis que exigen que los lรญderes comuniquen certidumbre y rumbo a travรฉs de un discurso eficaz. La persuasiรณn siempre es necesaria, pero en una crisis se vuelve vital. Y una de las armas mรกs poderosas de la persuasiรณn es el carรกcter del orador, su ethos. Aristรณteles lo decรญa en su Ars Retorica: “El ethos puede ser el medio mรกs efectivo de persuasiรณn que posee un orador”. Es decir, si das un excelente discurso la gente puede entender tus argumentos racionales (logos), o sentir las emociones que le quieres transmitir (pathos). Pero no te va a seguir si no cree en tu ethos, si no cree en ti.
Por ejemplo, hoy circulan por las redes sociales muchos videos del presidente saliente de Uruguay, Josรฉ Mujica. Las cosas que dice tienen mucha lรณgica, como cuando asegura que a “quien le guste la plata se debe dedicar a la industria o al comercio, no a la polรญtica”. El mensaje de Mujica es poderoso, no solo porque tenga razรณn o estemos de acuerdo con รฉl, sino por la forma en la que vive, por haber sido un presidente que habita una sencilla casa y tiene por auto un VW sedรกn, un “vocho” como le decimos en Mรฉxico. El ethos de Mujica, su congruencia personal y el resto de sus acciones es lo que le da no solo credibilidad a su discurso sino que muchos lo perciben como un lรญder digno de ser escuchado y seguido. No en vano el hombre estรก terminando su mandato con una aprobaciรณn histรณrica de 65%, segรบn algunas encuestas.
Hoy Mรฉxico vive una crisis de liderazgo sin precedentes en el pasado reciente por los hechos de Iguala y por acontecimientos que, como una cascada de golpes, han puesto al gobierno del Presidente Enrique Peรฑa Nieto contra las cuerdas en medio de un creciente descontento social. Pero incluso las peores crisis ofrecen algรบn momento para trazar “la raya en la arena”, tomar decisiones contundentes y marcar un antes y un despuรฉs en la trayectoria de la situaciรณn. Esa oportunidad se le presentรณ a Peรฑa Nieto con su mensaje del 27 de noviembre, en el que dio a conocer su plan de respuesta ante la enorme crisis generada por la tragedia de Iguala.
Lamentablemente, la respuesta presidencial quedรณ nuevamente muy por debajo de lo que se esperaba. La andanada de crรญticas no se ha hecho esperar. Dentro y fuera de Mรฉxico la situaciรณn que vive el paรญs ya no se ve como un momento de emergencia que enfrenta el gobierno, sino como una grave crisis del gobierno que amenaza con crecer y mermar su capacidad de direcciรณn y decisiรณn en todos los frentes.
Para ser justos, creo que el discurso del Presidente comenzรณ bien, al adoptar al fin el tono mรกs humano que le habรญa hecho falta a sus intervenciones pรบblicas sobre el tema. Sin embargo, cuando empezรณ la enumeraciรณn de acciones el discurso comenzรณ a caer. Cada medida anunciada iba alejรกndolo de la necesidad del momento, que exigรญa un mensaje con visiรณn de estadista. Para cuando llegรณ al anuncio del 911 y a las inversiones en pavimentaciรณn, convencer a alguien era ya imposible. El mensaje asรญ fallรณ en su objetivo de persuadir a fin de sumar los esfuerzos de la sociedad para sacar a Mรฉxico de esta crisis. ¿Quรฉ le hizo falta al discurso? Al menos cinco cosas:
1) Un acto de reflexiรณn que nos ofreciera un diagnรณstico de cรณmo llegamos hasta aquรญ. Unas lรญneas en las que se nos explicara a grandes rasgos cรณmo evolucionรณ su estrategia de seguridad, en quรฉ sรญ y en quรฉ no resultรณ suficiente, por quรฉ se deterioraron tanto las cosas en Guerrero y en otros puntos del paรญs. En fin, un acto bรกsico de rendiciรณn de cuentas del Jefe de Estado que nos acercara a su visiรณn del paรญs.
2) Un acto de contriciรณn. Tal vez el aspecto mรกs criticado del discurso fue la falta de autocrรญtica, la absoluta ausencia de elementos que el gobierno debรญa cambiar, sean funcionarios incompetentes o polรญticas pรบblicas erradas. Y no hacรญa falta humillarse pรบblicamente, hay formas retรณricas sensatas de reconocer errores, insuficiencias y limitaciones y comenzar asรญ a entablar un dialogo empรกtico con los ciudadanos.
3) Detener la hemorragia de credibilidad. Para ello era indispensable tomar antes del dรญa del discurso medidas claras a fin de parar el escรกndalo de la hoy infame “casa blanca”. Sin esas medidas contundentes de recuperaciรณn de la confianza pรบblica, el Presidente estaba obligado a tocar el tema en su discurso. No lo hizo y no lo ha hecho, y el daรฑo se ha ido directamente a su persona, a su carรกcter, a su ethos.
4) Saber pedir un voto de confianza. El presidente tenรญa que enviar una seรฑal de que se aprendiรณ de los errores y hay voluntad de enmendar, de corregir el rumbo. Tenรญa que saber pedirnos de manera explรญcita un voto de confianza en su capacidad para sacar el barco de la tormenta con relevos en su equipo, con cambios sustanciales en la polรญtica de seguridad, con medidas que realmente marcaran un antes y un despuรฉs. La gente disculpa los errores, pero no la falta de humildad para pedir disculpas.
5) Emociรณn sincera. Una de las carencias mรกs graves de la comunicaciรณn del presidente en estos dรญas aciagos ha sido la sensibilidad. El momento exige de ella: la relaciรณn de confianza que debe existir entre la sociedad y su primer mandatario estรก mal herida, porque cuando mรกs necesitรกbamos su presencia, se fue a China; por la sensaciรณn de que es mรกs sensible a la crรญtica que al dolor de los ciudadanos; de que para รฉl gobernar no significa hablar con nosotros, escuchar, entender y asumir su responsabilidad, sino ordenar que el Congreso apruebe mรกs reformas legales. En ese contexto, el uso de la consigna “Todos Somos Ayotzinapa” como anรกfora en el discurso resultรณ sumamente contraproducente.
Es difรญcil imaginar cรณmo va a salir el gobierno de esta situaciรณn, sobre todo cuando la economรญa da signos de ser el siguiente motor del aviรณn en comenzar a incendiarse. Como lo he dicho en esta bitรกcora, tal vez la primera reforma estructural que necesita impulsar el presidente estรก en los modelos caducos de hacer y de comunicar la polรญtica. Mientras ese momento de epifanรญa no llegue a Los Pinos, mientras la hemorragia de credibilidad siga sin contenerse y el ethos presidencial siga en caรญda libre, lo รบnico seguro es que nos esperan cuatro aรฑos muy largos a todos los mexicanos.
Especialista en discurso polรญtico y manejo de crisis.