Paulina Flores, autora de Qué vergüenza (Seix Barral)

Algunos libros del año

Varios colaboradores de la revista eligen sus mejores libros del 2016.
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Cinco descubrimientos, por Mercedes Cebrián

Uno de mis libros del año es Estudios del malestar, del filósofo José Luis Pardo, ganador del Premio Anagrama de Ensayo en 2016. En él, Pardo persigue el rastro del descontento contemporáneo en nuestra sociedad y lo hace esquivando lugares comunes, desmontando eslóganes y a través del microscopio preciso de la filosofía como saber autónomo. La sorpresa es el humor soterrado que recorre el ensayo, que incluye además una defensa apasionada de la filosofía.

Otro libro destacable de 2016 es la novela El amo bueno de Damián Tabarovsky. La editorial argentina Mardulce imprime algunos de sus títulos en España y este fue uno de los elegidos. La novela comparte algunos gestos con la obra de César Aira, por ejemplo la constante evocación de la clase media, así como una pregunta que recorre toda la obra de ambos autores: “¿cómo seguir escribiendo?”.

No quiero dejar de mencionar Cartón Fósil (La bella Varsovia, 2016), del poeta español Ignacio Vleming. Su autor tiene muy buen oído para la métrica y aguda vista para la pintura, lo cual se nota en algunos de sus poemas, dedicados a obras del Museo del Prado. Pero en Cartón Fósil, además, se dedica a explorar microterrores cotidianos a través de sus versos.

El cuarto integrante de mi lista es El oro blanco, de Edmund de Waal (Seix Barral, traducción de Ramón Buenaventura). En esta historia de la porcelana, De Waal logra algo cercano al milagro: sostener, a lo largo de las quinientas páginas de esta aleación entre memorias, libro de viajes y ensayo, un relato apasionante sobre este noble material cerámico.

Mi último descubrimiento, a pocos días del final de este annus horribilis, es Yo misma, supongo, de Natalia Carrero, publicado en la nueva editorial :Rata_, cuyos criterios de edición son infrecuentes de tan detallistas. Un ejemplo es la carta a la autora que la propia editora incluye en el libro, y que funciona además como epílogo de este. Natalia Carrero no ha escrito una novela gráfica ni un libro ilustrado aunque pueda parecerlo: su texto es un híbrido “imprudente”, adjetivo que emplea su editora acertadamente en su carta-epílogo. La vida familiar de la clase media, con sus consabidos patrones de consumo y prácticas cotidianas, luce en este “puzle de papel”, como Carrero quiere denominarlo, con una iluminación nueva e insólita.

 

Cinco libros, por Ignacio Martínez de Pisón

Qué vergüenza, de Paulina Flores (Seix Barral).

Estupendos relatos. Un gran debut de una gran escritora joven.

Patria, de Fernando Aramburu (Tusquets)

Una novela caleidoscópica sobre las muy diversas reacciones humanas ante la violencia política.

Vaciar los armarios, de Rodolfo Notivol (Xordica).

Una saga familiar que otorga grandeza literaria a las cosas pequeñas de la vida.

Todo lo que sucedió en el valle, de Ramon Solsona (Allò que va passar a Cardós) (Tusquets).

Una novela en la mejor tradición realista sobre el microcosmos que surge en torno a la construcción de un complejo hidroeléctrico en la Cataluña de los años sesenta.

El amor del revés, de Luisgé Martín (Anagrama).

Excelente libro autobiográfico sobre un joven que descubre su homosexualidad en la España de la Transición.

 

Cinco libros del año, por Patricio Pron

Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin (Alfaguara, traducción de Eugenia Vázquez Nacarino).

“El” libro del año reúne los cuentos de una de las muchas escritoras que una historia literaria escrita principalmente por hombres prefirió no recordar, para infortunio de los lectores; pero su reivindicación no se agota en el gesto político: los cuentos son excelentes.

Kafka, de Reiner Stach (Acantilado, traducción de Carlos Fortea Gil).

Que Lucia Berlin, muerta en 2004, haya resultado ser la mejor escritora del año y la monumental trilogía de Reiner Stach acerca del autor de La metamorfosis, el ensayo más destacado del período pese a su fecha de publicación original (2002, 2008 y 2014), no solo da cuenta del desfase temporal que preside la circulación de libros entre España y las capitales literarias del orbe, sino también de un cierto estado de cosas, de la ficción y el ensayo contemporáneos en español.

El peregrino, de J.A. Baker (Sigilo, traducción de Marcelo Cohen).

Una vez más, uno de los mejores ensayos publicados en 2016 no ha sido escrito este año ni el anterior, sino en 1967: casi como si el medio siglo de retraso de la edición en español respecto de la publicación original formase parte de la temporalidad singular, enigmática, del propio libro, y como si surgiese de y tuviese su explicación en ella.

Pequeños tratados, de Pascal Quignard (Sexto Piso, traducción de Miguel Morey).

En un año presidido por las ediciones monumentales de la poesía completa de Arthur Rimbaud en edición bilingüe y las Mil y una noches (ambas en Atalanta), la extensa Ciudad en llamas de Garth Risk Halberg (Literatura Random House), el Kafka de Stach y La muerte de mi hermano Abel de Gregor von Rezzori (también Sexto Piso), los Pequeños tratados de Quignard no destacan precisamente por su extensión, sino por la extraordinaria literatura del escritor francés nacido en Verneuil-sur-Avre en 1948.

Un pie en el río: Sobre el cambio y los límites de la evolución, de Felipe Fernández-Armesto (Turner, traducción de Guillermo Ortiz).

Un año pródigo en ensayos que recuperan la historia y el presente del feminismo, en el que el desplazamiento forzoso de personas a raíz de las guerras y los conflictos económicos ha estado presente no solo en el ensayismo y en el que (por azar, posiblemente) han sido muchos los libros cuyo tema era el suicidio (comenzando por la reedición corregida y ampliada en Acantilado de la extraordinaria Semper dolens: historia del suicidio en Occidente, de Ramón Andrés), también fueron numerosos los que apuntaban al cuestionamiento de los límites consuetudinarios entre hombres y animales. Fernández-Armesto escribió el más brillante de ellos: sería pertinente que sus reflexiones no nos ocupasen solo en lo que queda del año, sino también en el próximo.

 

Cinco recomendaciones, por Gonzalo Torné

 

Magistral, de Rubén Martín Giráldez (Jekyll and Jill)

Solo por la construcción (airada, sádica, ridícula) de la voz narrativa merece la pena perderse (mantenerse orientado sería un milagro) en el filoso laberinto mental de Giráldez.

 

Los últimos días de Adelaida García Morales, de Elvira Navarro (Literatura Random House)

Estupenda novela sobre la dificultad extrema de contar la vida de nadie. Contiene un pasaje de crítica literaria magnífico. Y plantea un asunto crucial: ¿de quién son las historias? 

 

La casa del reloj, de Álvaro Pombo (Destino)

Después de sus novelas para gran orquesta Pombo lleva escritas una serie de fascinantes “obras de cámara”, concentradas en temas morales tratados de manera torcida, finísima y turulata. La casa del reloj es la más oscura, y la mejor.

 

Lou Reed era español, de Manuel Vilas (Malpaso)

El mejor libro en prosa del poeta español más original y en forma. Vital, melancólico, sutilmente político, un continuo derrame de imaginación feliz.

 

Yo misma, supongo, de Natalia Carrero (:Rata_)

Crónica fragmentada (aunque cronológica) de la frustración que segrega la vida cotidiana. Pese a su voluntad “feísta” a Carrero se le escapan frases bellísimas por su tensa precisión.

 

Cuatro libros hispanoamericanos (y un ensayo francés), por Isabel Zapata

Imposible salir de la tierra, de Alejandra Costamagna (Almadía).

No soy una gran lectora de cuentos, pero devoré este libro en un par de horas. En él se reúnen poco más de una decena de relatos de la joven escritora chilena, en su mayoría protagonizados por mujeres que se enfrentan a situaciones que, por poco comunes o por simple falta de preparación de quien las vive, resultan inesperadas: la enfermedad, el potro terrible de los celos, la ausencia de los padres, el complejo deseo de ser madre, el rechazo amoroso. Dice Costamagna sobre el azotado protagonista del último relato (y mi favorito): “Canossa sospecha que las cosas no son tan así, tan fabulosamente así como se están proyectando frente a sus ojos. Pero deja que la cinta corra.” ¿Quién no ha decidido hacer, en algún punto afortunado de la vida, lo mismo que él? Y es que con este libro Costamagna logra algo a lo que todo narrador aspira: que sus personajes le importen lo suficiente al lector como para que su mente siga con ellos después de cerrar sus páginas.

Los diarios de Emilio Renzi (II): los años felices, de Ricardo Piglia (Anagrama).

En esta segunda entrega de los diarios de Piglia (de las tres anunciadas por Anagrama), que abarca de 1968 a 1975, el argentino da testimonio de haber alcanzado la certeza plena de querer dedicarse a la literatura (acaso el título Los años felices se refiere justo a la dicha de tener confianza en la vocación propia). Esta vez con mayor fuerza que en Años de formación, el primer volumen, la prosa de Piglia refuerza la idea de que, más que ser un depósito de la vida interior, sus diarios funcionan como ejercicio de escritura. Implacable documentalista de sí mismo, para Piglia narrar su propia vida también es hacer literatura.

Aves migratorias, de Mariana Oliver (Fondo Editorial Tierra Adentro).

Reconocido con el Premio Nacional de Ensayo Joven José Vasconcelos 2016, este libro es una feliz muestra del enorme talento que hay en los escritores mexicanos más jóvenes que se tienen en la mira. Oliver es dueña de una voz clara y de una inteligencia aguda que queda al descubierto en los diez ensayos voladores reunidos en Aves migratorias. Dice en Las mujeres de los escombros, un texto sobre las mujeres alemanas que reconstruyeron sus ciudades con los vestigios de la guerra: “Tal vez entre los restos encontraban algo que les parecía familiar, pero lo ignoraban, porque tenían la sospecha de que, fuera de su sitio, las cosas son insignificantes”. Desde esa sospecha escribe también ella, recorriendo el camino interminable (por suerte) que supone acomodar el mundo con palabras.

Poesía reunida 1979-2014, de Antonio Deltoro (Secretaría de Cultura / Visor Libros).

Dieciséis años después de que la UNAM publicara una primera versión de su poesía reunida, este año se editó una nueva versión de la totalidad de la obra de este poeta genial. Sus poemas pueden leerse –o al menos así los entiende esta lectora en particular– como seres vivos en diálogo constante con el tiempo que habitan, criaturas lentas pero rebeldes que se enfrentan a una realidad que avanza demasiado aprisa: “la lentitud es belleza / copio estas líneas ajenas / respiro / acepto la luz”. Su poesía reunida confirma que leer a Deltoro es un ejercicio de contemplación para el cual bien vale la pena hacer una pausa.

Un animal es una persona, Franz-Olivier Giesbert (Alfaguara, traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amalia García Gallego).

Instalado al centro de la discusión sobre los derechos de las personas no humanas, el periodista y escritor francés Franz-Olivier Giesbert reúne en este libro una serie de notas derivadas de largas décadas de reflexión sobre la vida y muerte animal. No se trata solamente de un recuento de la crueldad a la que los animales son expuestos en una industria que los utiliza como simples insumos (estos informes están a la distancia de un clic para quien quiera conseguirlos), sino de un ejercicio de introspección verdaderamente honesto que nos recuerda que “no descendemos del gusano ni del pez ni del tetrápodo ni del cerdo ni del mono; somos todos ellos a la vez, como indican nuestros cromosomas. Las cosas nos han salido mejor que a los demás, eso es todo”.

 

Cinco libros de autoficción y autobiografía, por Aloma Rodríguez

Una ilusión, de Ismael Grasa (Xordica).

Este libro funciona como una guía para los lectores de Ismael Grasa y para los que aún no lo son es una maravillosa puerta de entrada. Es una confesión sobre por qué se hizo escritor y una explicación de cómo lo hizo.

Memoria de chica, de Annie Ernaux (traducción de Lydia Vázquez Jiménez, Cabaret Voltaire).

La escritora normanda practica una forma peculiar de autoficción: a partir del análisis de su propia biografía trata de ofrecer un retrato sociológico de una época. En este libro cuenta cómo perdió la virginidad y cómo fueron sus posteriores encuentros sexuales.

Manual para mujeres de la limpieza, de Lucia Berlin (traducción de Eugenia Vázquez Nacarino, Alfaguara).

Los cuentos de Berlin funcionan como una novela autobiográfica: la infancia en Nuevo México o Texas, los hijos, la vida bohemia en Nueva York, los matrimonios fracasados, la familia, los trabajos o el amor pasados los cincuenta son algunos de los temas del libro. Me cautivó su frescura y es uno de esos libros que da ganas de escribir.  

Autorretrato, de Éduoard Levé (traducción de Matías Battistón, Eterna Cadencia).

En su segundo libro, Levé se mira en el espejo y cuenta lo que ve, pero también se mira hacia dentro. Es su autorretrato lo que escribe, pero también captura la fragilidad y las contradicciones humanas.  

Basada en hechos reales, de Delphine de Vigan (traducción de Javier Albiñana, Anagrama).

Después del éxito de su libro anterior, Nada se opone a la noche, la investigación sobre su familia tras el suicidio de su madre, De Vigan apuesta por un juego de espejos entre realidad y ficción que recuerda a Patricia Highsmith y a Stephen King para huir de la etiqueta de la autoficción.

 

Cinco libros de poesía, por Juan Marqués

Obra completa bilingüe, Arthur Rimbaud (Atalanta).

Un libro abrumador que recoge una obra insólita y explora una vida más singular aún, organizado y traducido todo por Mauro Armiño en una edición irreprochable.

Poesía completa, de Álvaro de Campos (Pre-Textos).

Impresiona ver reunida toda la poesía del mejor heterónimo de Fernando Pessoa, traducida por Eloísa Álvarez y en edición de Jerónimo Pizarro y Antonio Cardiello.

Poesía completa, de José Lezama Lima (Sexto Piso).

Un verdadero banquete de lenguaje y cultura, un libro rebosante de misterios y sugerencias. Poesía decidida y potente, con vocación fundacional.

La larga cadena del ancla / La hora presente de Yves Bonnefoy (Galaxia Gutenberg).

Enrique Moreno Castillo tradujo y prologó estos dos libros del gran poeta francés, que nunca decepciona, siempre enigmático pero luminoso, revelador, profundo…

Via Labirinto, de Juan Manuel Bonet Comares (La Veleta)

Se imprimió en diciembre de 2015, pero se distribuyó ya en enero uno de los libros más esperados y realmente necesarios de la poesía española, aunque también un libro, a su modo, secreto. Todos los versos de uno de los poetas más verdaderos y escurridizos de nuestro país.

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