Trump llegó al debate como un acosador sexual al borde de la renuncia y salió de pie, como candidato presidencial

Hillary Clinton dejó ir vivo a Donald Trump. Malherido, pero vivo y desafiante. ¿Volverá con todo su rencor en el tercer debate?
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Si Cantinflas y Mussolini tuvieran un hijo, hablaría como Trump. Las respuestas de Trump a las preguntas de los moderadores eran abrumadoras. Carecían de lógica y de coherencia. Peor aún, mostraban una total ausencia de vergüenza e integridad. Lo que sí transmitían con mucha eficacia era un enorme desprecio por su rival. El mensaje de Trump fue el mismo durante todo el debate: cualquier cosa de la que me acusen, Hillary, Bill Clinton, Obama o el ISIS son diez, cien, mil veces peor que yo. El argumento ad hominem usado ad nauseaum.

Moderador: Sr. Trump, acerca de la cinta que fue difundida el viernes. Usted dijo que sus palabras eran “bromas de vestidor deportivo”. Usted describió el acto de besar a mujeres sin su consentimiento, agarrando sus genitales. Eso es ataque sexual. Usted alardeó de haber atacado sexualmente a mujeres ¿Entiende usted eso?

Trump: No, no dije eso. No creo que entiendas lo que fue en realidad. Esto fue una broma de vestidor deportivo. No me enorgullece. Me disculpo con mi familia. Me disculpo con el pueblo de Estados Unidos. Ciertamente no me enorgullece. Pero esto es una plática de vestidor.

¿Sabes? Cuando tenemos un mundo en el que tienes al Estado Islámico (ISIS) decapitando gente, cuando tienes – francamente, ahogando gente en jaulas de acero– cuando tienes guerras y visiones horribles, horribles en todos lados, cuando tienes tantas cosas malas pasando, esto es como la Edad Media. No hemos visto algo así, la matanza por todo el mundo. Y ellos miran y dicen ¿Puedes imaginarte a la gente que está, francamente, yéndole tan bien contra nosotros con ISIS? Y ellos ven a nuestro país y ven lo que está pasando. Sí, estoy avergonzado por eso. Lo odio, pero es una plática de vestidor y es una de esas cosas… Yo voy a noquear al ISIS. Vamos a derrotar a ISIS. ISIS ocurrió hace un número de años, en un vacío que se dejó debido al mal juicio. Y yo te diré: yo me voy a encargar de ISIS.

Nunca había visto un debate en el que alguien contestara algo tan fuera de toda lógica a una pregunta. No hay un esfuerzo por transmitir arrepentimiento (porque no hay tal arrepentimiento). No hay una onza de sinceridad o humildad en la parte en la que habla de lo ocurrido.  Y de la falsedad pasa al sinsentido. Parece un diálogo de Los Simpson: “Tal vez sí, soy un cerdo cuando hablo de mujeres… ¿pero qué me dices de ISIS? ¡Ellos decapitan gente!”.

Y sobre su elusión / evasión fiscal:

Moderador: ¿Utilizó usted sus pérdidas financieras para evitar pagar impuestos federales al ingreso?

Trump: ¡Claro que sí! Pero también todos los que le donan dinero [señalando a Hillary Clinton]. Conozco a muchos de sus donantes. Ellos aprovechan enormes exenciones.

Donald Trump ha hecho historia como el primer candidato abiertamente autoritario y fascista en la historia de Estados Unidos… y nadie hace nada. Tan solo en este debate, Trump dijo tres cosas que son gravísimas.

  • Que él considera que el gobierno puede y debe realizar “pruebas de valores” a un grupo de la población basándose  en su religión y/o etnicidad (musulmanes, árabes).
  • Que cierto grupo de la población, por su religión, debe estar obligado a delatar “conductas sospechosas” de otros integrantes de esa comunidad.
  • Que si tuviera el poder presidencial a su disposición, metería en la cárcel a su opositora. No prometió llevarla a juicio, prometió encarcelarla.

Pero nada de esto importa, porque en la “tierra de los libres” casi la mitad de la población está demostrando tener una fuerte proclividad al autoritarismo. 

Trump titubeó los primeros minutos, pero después se lanzó con fuerza al ataque. En los debates, no importa la argumentación de ideas complejas (¿qué tanto se puede argumentar en dos  minutos?) sino mantener la compostura, no dudar, mostrar determinación, defenderse bien de los ataques, colocar un par de golpes y dejar frases memorables. En eso, Trump logró tener sus momentos, en los que la audiencia le aplaudió. Uno de ellos fue cuando dijo que Hillary estaría en la cárcel si dependiera de él. Y otro, cuando dijo que Estados Unidos ya no aguanta cuatro años más de Obama.

Trump, al igual que muchos estadounidenses, creen (sin razón) que Hillary Clinton debe responder por los actos indebidos de su esposo y también (con razón) que no ha respondido como se merece por sus propios actos cuestionables. Minutos antes de empezar el debate, Bill Clinton entró al auditorio con un gesto de funeral. ¿La razón? Trump llevó a varias mujeres que se dicen víctimas de abuso sexual de parte del expresidente y lo mencionó durante el debate en varios ataques sumamente agresivos. Y es que en la lógica de la moralidad americana, los pecados del marido son los pecados de la esposa cuando esta decide seguir a su lado. Por otra parte, el tema de los emails fue sacado por Trump e ignorado por Hillary. Pero sigue pesando en la percepción de la gente, porque como bien le dijo el demagogo: “Si trabajaras en el sector privado y borraras 33,000 correos electrónicos manejados indebidamente, terminarías presa”.

Trump llegó al debate como un acosador sexual al borde de la renuncia y salió de pie, como candidato presidencial. La revelación del video en el que Trump habla de modo vulgar sobre las mujeres fue un golpe brutal. Republicanos prominentes pidieron su renuncia a la candidatura. Su candidato a vicepresidente dijo públicamente que ya no le era posible defenderlo. Las redes sociales hirvieron con indignación. El New York Times lo describió “encerrado, aislado y desesperado en la torre Trump”. Todo mundo esperaba que el debate sería el último clavo en su ataúd.  Pero no fue así.

Hillary pudo haber rematado a un Trump malherido, pero lo dejó ir con vida. Hillary se apegó a la estrategia Michelle Obama de “cuando ellos actúan con bajeza, nosotros actuamos con grandeza” (“when they go low, we go high”). El problema con esa actitud es que dejó ataques muy fuertes contra su integridad sin contestar. Por ejemplo, Trump sacó del baúl un viejo fantasma de Hillary cuando fue una feroz abogada defensora de un presunto violador de menores, sin que ella respondiera nada. Y, una vez más, vimos el mismo viejo problema de la comunicación de la señora Clinton: cuando habla de cosas indignantes, no se indigna. Cuando habla de injusticias, no se conmueve. Cuando denuncia al acosador sexual, al bully, al tramposo, al mentiroso, al evasor fiscal, al racista demagogo, no le cambia la voz, no se le mueve un músculo de la cara. No se trata de que insultara a Trump o se pusiera a su nivel, sino de mostrar convicción en la defensa de los que ella considera sus valores y principios. Al no transmitir emociones ni atacar con convicción a Trump –o al menos defenderse con convicción de sus ataques– Hillary dejó pasar la oportunidad de enterrarlo de una buena vez. 

Maquiavelo aconsejaba al príncipe que nunca se debe dejar herido a un enemigo. Hay que terminarlo, porque si se le deja recuperarse, a su fuerza se unirá su rencor y su rabia. Pienso que Hillary Clinton dejó ir vivo a Donald Trump. Malherido, pero vivo y desafiante. ¿Volverá con todo su rencor en el tercer debate? ¿O sucumbirá ante la gravedad de las heridas que su propia vileza le ha causado? El reality show sigue, cada vez más dramático.

 

 

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Especialista en discurso político y manejo de crisis.


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