Invernadero de pepinos en Leamington. Foto: Alexandra Délano

Pepinos, bicicletas y wi-fi. Apuntes desde Leamington, Canadá

Sobre el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales de Leamington.
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Leamington es una comunidad de cerca de 31,000 habitantes al sur de la provincia de Ontario en Canadá. Es uno de los principales destinos de trabajadores mexicanos que participan en el Programa de Trabajadores Agrícolas Temporales (PTAT). En 1974, llegaron 203 trabajadores mexicanos a Canadá como parte de este acuerdo bilateral. Cuarenta años después, son más de 19,000 los que van a trabajar por unos meses en invernaderos, granjas y en el campo para producir las frutas y verduras que alimentan a canadienses y se exportan a Estados Unidos y a otros países. En el área de Leamington se concentran 3,000 de estos trabajadores.

Desde la perspectiva gubernamental, el PTAT es celebrado como uno de los mejores modelos de un programa de trabajadores temporales: hay una demanda de trabajadores en Canadá para cubrir cuotas de producción y seguir expandiendo el mercado de productos agrícolas que ha crecido con el libre comercio, y a la vez una gran cantidad de personas en México que perdieron su fuente de ingresos porque el mismo libre comercio hizo insostenible su trabajo en el campo, o simplemente porque buscan empleos mejor remunerados para poder ofrecer oportunidades a sus familias. “Todos ganan”, se dice frecuentemente.

Los trabajadores tienen contratos que les garantizan el salario mínimo, una vivienda, seguro médico y una pensión. Los consulados mexicanos tienen líneas telefónicas dedicadas a recibir quejas, visitan las granjas para verificar que las condiciones sean adecuadas, y para resolver conflictos entre empleadores y trabajadores o entre los mismos trabajadores. Vivir entre seis y ocho meses trabajando ocho o más horas diarias –muchas bajo el calor intenso de un invernadero– incluyendo fines de semana y días feriados, comiendo y durmiendo en literas junto a otros hombres (solo el 3.7% de trabajadores agrícolas temporales son mujeres), en lugares alejados de zonas urbanas en donde no hay transporte público o es escaso, no sólo causa tensiones y conflictos, sino depresión y estrés.

Desde que llegaron los trabajadores, Leamington está lleno de bicicletas. Es la forma más fácil y barata que tienen para ir a la ciudad a comprar comida, conectarse a una red inalámbrica para hablar con su familia, ver algo en el teléfono o simplemente dar un paseo. Pero al congregarse afuera de los restaurantes mexicanos que ahora hay en la ciudad, o afuera de las tiendas y la biblioteca que ofrecen free wi-fi, la comunidad de trabajadores predominantemente mexicanos, centroamericanos y jamaiquinos se ha hecho visible fuera del entorno aceptado de las “farmas” (el anglicismo que muchos usan para hablar de las granjas, ranchos e invernaderos).

 

Foto: Memorial a un migrante atropellado en bicicleta. Leamington, Canadá. Alexandra Délano.

 

“Hay que cuidarse la espalda porque no sabes de dónde puede venir un botellazo” dice un hombre mexicano que lleva más de 35 años trabajando en un invernadero como parte del programa. "Los de aquí nos dicen que están mejor cuando no estamos nosotros”. Los han insultado, les avientan botellas, piedras y huevos. Pero “nosotros solo venimos a trabajar”. Esa internalización de la discriminación de la que habla Seth Holmes, en Fresh Fruit, Broken Bodies, está presente en la forma en la que los trabajadores hablan de su situación. Pero también en la concepción por parte de la comunidad de Leamington y los gobiernos canadiense y mexicano: el principal y casi único objetivo es que los trabajadores cumplan con su contrato, prevenir conflictos para que continúe y se expanda un programa que tiene beneficios económicos para los canadienses (tanto los empleadores que logran tener mano de obra para crecer su negocio como los consumidores que pueden comprar estos productos a bajo costo) y para los mexicanos que pueden tener ingresos mucho mayores a lo que podrían ganar por el mismo trabajo en México.

Más allá de este contrato, que bien puede funcionar tal como lo dispone la ley, ¿qué se ha hecho para que estas personas tengan una vida digna? Un ejemplo claro son los temas de salud y, en especial, el de salud mental. A pesar de tener seguro médico, algunos trabajadores ni siquiera reportan enfermedades comunes por miedo a perder días de trabajo o porque no saben cómo funciona el sistema. Organizaciones como Migrant Workers Community Program o Justicia For Migrant Workers buscan hacer llegar información a los trabajadores y ayudarles a que conozcan sus derechos y los defiendan, pero su alcance es limitado por las grandes distancias y el acceso restringido que imponen algunos empleadores. 

¿Cuáles son los costos de este programa para las familias mexicanas que viven separadas? ¿Qué consecuencias tiene el hecho de que su padre o madre viva la mayor parte del tiempo en otro país? ¿Qué se ha hecho para romper el ciclo? Como casi todas las historias de migración, todos van a Canadá pensando que van a trabajar uno o dos años para ahorrar y regresar, pero se quedan décadas. ¿Qué se ha hecho para que esos ingresos que buscan afuera los encuentren dentro de México? Algunos han logrado invertir ese dinero en México e incluso han adaptado las técnicas aprendidas en Canadá para poner negocios en su tierra, pero para la mayoría ese dinero se va en los gastos diarios y hay que volver año tras año. Recientemente la Secretaría de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Desarrollo Social han intentado expandir programas como el 3×1 a Canadá para promover la inversión en proyectos productivos, como se ha hecho con las comunidades mexicanas en Estados Unidos. Pero la misma idea de que aquí la comunidad de trabajadores es “temporal” y solo viene a trabajar, así como la dispersión geográfica y la diversidad de los migrantes en cuanto a lugar de origen han limitado la organización comunitaria. Uno de los requisitos para participar en el 3×1 es ser parte de un club de oriundos. Pocos proyectos de este tipo han pasado por los filtros burocráticos.

A pesar de los años yendo y viniendo entre Canadá y México solo algunos trabajadores del PTAT hablan inglés. La lógica es que no es necesario que aprendan el idioma porque solo tienen que comunicarse en lo más básico con sus empleadores y hacer su trabajo. ¿Para qué integrarlos a la comunidad de Leamington si solo están ahí temporalmente? Contra esta idea, y la de que no tienen ni tiempo ni ganas de aprender inglés, el Migrant Workers Community Program ofrece cursos para los trabajadores y, además, enseña español a los canadienses. Pero fuera del trabajo incansable de este grupo, hay poco apoyo para que los trabajadores aprendan el idioma o tomen otros cursos que les permitan tener acceso a mejores oportunidades, ya sea en el propio invernadero canadiense o al regresar a México.

Si se parte de una comparación entre la situación de trabajadores migrantes indocumentados con la de migrantes en programas de trabajadores temporales, la conclusión común es que esta opción es preferible. Pero, como lo explican Tanya Basok en Tortillas and Tomatoes e Immanuel Ness en Guest Workers and Resistance to U.S. Corporate Despotism, en algunos casos la situación de los trabajadores temporales es incluso más precaria porque están atados a un empleador, muchos no pueden sindicalizarse, están aislados, y reportar algún abuso a veces significa perder su trabajo actual y no volver a participar en el programa porque algunos empleadores los ponen en una "lista negra". El PTAT lleva más de 40 años y su longevidad se usa como argumento para justificarlo como un programa que funciona y que debe continuar. Sin duda cumple objetivos calculados en términos de oferta, demanda, ingreso y producto, pero no podemos evaluar este tipo de programas sin considerar las razones estructurales por las que existen (y a las que contribuyen) y las consecuencias que tienen para las personas que viven como trabajadores temporales.   

 

 

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es profesora de estudios globales en The New School en Nueva York. Su trabajo se enfoca en las políticas migratorias de México y Estados Unidos.


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