Dos niños de una comunidad rarámuri cumplen la orden de su abuelo de ir a buscar medicinas. En el camino pierden al caballo que tomaron sin permiso, y en la búsqueda del caballo se pierden uno al otro. Con una fotografía que honra el paisaje, y la sola presencia de dos miembros pequeños de una comunidad rica en tradiciones pero que existe en condiciones miserables, la película es conmovedora tan sólo por lo que permite ver. Pero eso no es suficiente, o no debería serlo: Cochochi es una ficción y no un documento antropológico. Por momentos los directores se pierden en la contemplación de sus propios personajes, olvidando que son creaciones y no simplemente presencias. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.