“¿Qué estás leyendo?” dice Peppermint Patty en una tira de Peanuts de Charles M. Schulz. “Es un libro de psicología bastante bueno”, responde Franklin. “Olvídalo”, dice Patty, “cualquier libro que puedas entender no debe ser bueno”. Cito de memoria pues no tengo la tira a la mano. Se me quedó grabada desde la primera vez que la leí porque la opinión de la entrañable Pepermint Patty me pareció representativa de cierto tipo de lector que abunda hoy en día; aquél que considera que un libro escrito de una manera rebuscada tiene mayor calidad que uno escrito de manera sencilla; el lector masoquista que abunda en los pasillos de las facultades de letras y en los seminarios de investigación; o bien, el lector autodidacta e inseguro para quien la lectura no es sino una herramienta para ganar prestigio social; aquél que dice “hola, mira, estoy leyendo este libro gordo y difícil y soy superior a ti”.
Y a este tipo de lectores les corresponde el autor que escribe de una manera “difícil (y aburrida)” para ganarse un lugar en la academia o en los círculos literarios de gente “seria (y aburrida)”, por no llamarla presuntuosa. En este ambiente cualquier novela que pueda leerse de cabo a rabo en una tarde o en un par de días es despreciada a no ser que haya sido escrita por un belga o por alguien de indefinida nacionalidad europea cuyo nombre y apellido contenga un montón de consonantes y diéresis. Que no se le ocurra a un Márquez o a un Hernández escribir con claridad. Si tu apellido es Gómez o Rodríguez tienes que escribir de una manera rebuscada (y de preferencia no decir nada) para ganarte el prestigio de cada día entre los Peppermint Pattys de la academia y la crítica literaria nacional.
¿Por qué se da este fenómeno? Una especie de presunción que viene de la inseguridad, un remanente colonial que nos impide aceptarnos como somos y la manera como vivimos. Mientras en París o en Bruselas, o en Londres o Moscú, incluso en Buenos Aires, las personas escriben sobre sus preocupaciones cercanas y la vida cotidiana, el escritor mexicano en ciernes cree que no merece semejante privilegio. Escribe sobre Paris o Kant y confunde el estilismo con el contenido. A lo mejor este fenómeno es el resultado de vivir en un país pobre y mal educado en donde la lectura es considerada un acto elitista. Es el país de Peppermint Patty y compañía, en donde cualquier libro legible no debe de ser bueno. En donde la lectura no es diversión sino un deber; en donde está prohibido reír. Y estos prejuicios ancestrales se trasmiten a través de los talleres literarios, los seminarios de investigación, los suplementos culturales, y más recientemente a través de la Fundación para las Letras Mexicanas, el ojo de Sauron de la pedantería literaria.
Así pues, querido lector, si algún día cometes el error de emprender una carrera literaria, el escritor underdog te regala a continuación una serie de consejos para que llegues a buen puerto y caigas en blandito.
La guía Peppermint Patty para ganar la fama literaria
1. Escribe una novela cuya protagonista sea una muchacha muy guapa que toca el violonchelo en una orquesta que está ensayando la Séptima Sinfonía de Ludwig van Beethoven. La muchacha está enamorada del director. Intercala los momentos amorosos y sexuales entre ambos personajes con pasajes de la vida del inmortal sordo de Bonn en el momento en que está componiendo la Séptima (¿no es obvio?). Agrega también reflexiones sobre la obra de tu filósofo alemán favorito de la época. Divide tu novela en cuatro partes ( Poco sostenuto – Vivace, Alegretto, Presto y Alegro con brio) y felicidades, Peppermint Patty pensará que eres un chingón y hasta puedes ganar el Premio Juan Rulfo de Primera Novela.
2. Escribe una novela corta en la que no pase nada. Asegúrate de que haya muchos párrafos cortos, blancos activos y saltos de página. Evita oraciones al estilo de “la marquesa salió a las cinco” porque ante todo tu libro no debe tener acción ni trama. Mete todo tipo de reflexiones en torno a una cotidianeidad genérica y moderna en donde no haya nada mexicano. Eso quiere decir: evita expresiones vulgares al estilo de “chiles en nogada” o “tostadas de pata”. Asegúrate de dejar en claro que en la atmosfera hay una especie de sexualidad alienada (nada de erotismo, eso sería darle demasiada vida) y listo: Peppermint Patty creerá que tienes una gran vida interior.
3. O por el contrario: escribe una novela de 600 páginas en la que no pase nada. Estudia todas las figuras retóricas disponibles y aplícalas a lo largo de la ¿narración? Asegúrate de que el discurso sea totalmente ininteligible. Pon un epígrafe de Petersburgo de Andrei Biely porque James Joyce ya está muy trillado, y listo: Peppermint Patty pensará que eres un clásico en vida.
4. Y por último, la opción más fácil, escribe sobre polleros (eso les encanta a los franceses), pero asegúrate de que no se entienda nada de lo que dices, y de que la prosa sea tan pesada como para que un lector corriente tarde dos horas en leer diez páginas. ¿Cómo lograrlo? Ve una y otra vez El imperio contraataca y estudia la sintaxis del maestro Yoda. Nunca, pero nunca (nunca) escribas “la marquesa salió a las cinco”. Escribe: “a las cinco salió la marquesa” o “salió a las cinco la marquesa”. Explora toda las posibilidades y listo, el Peppermint Patty del suplemento literario dirá que creas tu propio lenguaje y el Peppermint Patty estudiante de letras hará una tesis sobre tu obra.
Y se me ocurren muchas otras formas más, querido lector, de ganar la fama literaria y el respeto de tus contemporáneos, así como los favores de alguna que otra señorita de sociedad, pero lamentablemente este espacio es limitado. Como dijo la inmortal Alma Gómez Fuentes, mejor conocida como Cositas, puedes usar tu propia imaginación y también pedirle ayuda a tus papás. Solo me resta decir que las cuatro formas anteriores también pueden mezclarse con excelentes resultados. Hasta la próxima. Au revoir…
Vive en la ciudad de México. Es autor de Cosmonauta (FETA, 2011), Autos usados (Mondadori, 2012), Memorias de un hombre nuevo (Random House 2015) y Los nombres de las constelaciones (Dharma Books, 2021).