En las elecciones catalanas de 2021 se produjo un cambio importante en el espacio antiindependentista: el PSC sustituyó a Ciutadans como líder de la oposición al independentismo. Se pasó del anticatalanismo de Cs, que ha desaparecido por completo, al catalanismo del PSC. (Con catalanismo me refiero al nacionalismo catalán. Anticatalanismo no es odio a Cataluña sino rechazo al nacionalismo catalán incluso moderado).
En las elecciones de ayer, el PSC reafirmó aún más su posición como líder del antiindependentismo: tiene 42 escaños, 19 más que en las anteriores elecciones. El candidato Salvador Illa defiende una posición contraria a la independencia pero desde el catalanismo: nacionalismo moderado, discurso federalista suficientemente vago como para seguir siendo palanca para obtener privilegios, defensa de la inmersión lingüística, victimismo, “hecho diferencial” (Cataluña es diferente y merece un trato distinto y, sobre todo, de tú a tú con el Estado).
La principal lectura que se ha hecho de las elecciones, y que se lleva haciendo desde hace más de una década, tiene que ver con el eje independentismo/antiindependentismo. Una encuesta previa a las elecciones preguntaba a los catalanes lo siguiente: “¿La independencia de Catalunya debería ser una prioridad para el nuevo Govern que salga elegido?” Un 27% de catalanes decía que sí, un 72% que no, un 1% no sabía o no contestaba. Está claro que la mayoría de catalanes defiende hoy una postura contraria a la independencia, algo que siempre ha sido así, por otra parte, incluso en los momentos de mayor apoyo al independentismo (el sí a la independencia nunca ha superado el 50%). Y una mayoría de catalanes votó ayer a partidos contrarios a la independencia: PSC, PP, VOX, Comuns suman más de un 53% de los votos y 74 escaños (la mayoría absoluta es de 68). En 2021, el independentismo obtuvo 74 diputados. Ayer, 61.
Pero que sean partidos antiindependentistas no significa que haya un “bloque” antiindepentista. Los independentistas sí que han sabido comprenderse entre ellos en varias ocasiones (la extrema izquierda de la CUP con la derecha de Junts; el insólito abrazo entre David Fernàndez y Artur Mas), los antiindependentistas no. No existe un bloque constitucionalista en Cataluña. El PSC prefiere entenderse con el independentismo que con la derecha.
El eje independencia/antiindependencia es muy limitado. En primer lugar, porque la población no está perfectamente dividida así. Por eso un referéndum binari sí/no sería injusto: no reflejaría las posiciones intermedias, que son mayoritarias. En segundo lugar, porque no explica las posiciones políticas de cada partido. Es más exacto un eje catalanismo/anticatalanismo. ¿Qué partidos hoy aceptan el consenso catalanista clásico, aunque quieran superarlo? Es decir, ¿qué partidos apoyan la inmersión lingüística, la creencia en el hecho diferencial, el victimismo, la tesis de la infrafinanciación? Es decir, los fundamentos del nacionalismo catalán. Son mayoría, como siempre. Ahí entran, con diferencias de grado, el PSC, Comuns, Junts, ERC, CUP.
La principal brecha en Cataluña no es el independentismo sino el catalanismo. Entre catalanistas sí hay entendimiento (y votan muy parecido en temas esenciales nacionalistas en el Parlament), entre el catalanismo y el anticatalanismo no. (Decir que un independentista no es catalanista es como decir que un ultranacionalista no es nacionalista: claro que lo es, pero multiplicado por diez).
La hiperfijación con la división independentismo/antiindependentismo promueve la idea de que si el independentismo no tiene mayoría, sus políticas no se aplican. No es así. Es mucho mejor un catalanismo moderado que un independentismo que hace lo que hizo en 2017. Pero en el plano más básico, el de las políticas públicas, lo que se vota en el Parlament, no hay mucha diferencia. La única opción de gobierno en Cataluña pasa por el entendimiento entre nacionalistas de distinto grado, y es algo que ya hemos visto en muchas ocasiones.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).