El culto a la figura de Ian Curtis y a su malograda banda Joy Division ha crecido con los años. Desde su forzada disolución, ocurrida tras el suicidio de Curtis en 1980, su influencia se ha sentido en grupos que van de The Cure a Interpol. Por lo tanto, hoy más que nunca parecía oportuno lanzar un filme biográfico que presentara al personaje más allá del círculo de sus fans. Apoyado en el libro escrito por la viuda del roquero –quizá lo único reprochable de la cinta, pues se trata de un solo punto de vista–, el videoasta Anton Corbijn realizó una sobria película en la que explora los motivos que lo llevaron a su temprana muerte, ocurrida cuando tenía veintitrés años de edad y la escena pospunk despuntaba en Inglaterra. Un filme que funciona como complemento a la insuperable 24 Hour Party People. ~
Su libro más reciente es el volumen de relatos de terror Mar Negro (Almadía).