Este 2004, en que se celebran los setenta años de Gabriel Zaid, también se cumplen veinticinco de publicación de uno de sus libros centrales: El progreso improductivo. Letras Libres se une al homenaje nacional a uno de nuestros intelectuales más lúcidos y penetrantes, y lo hace volviendo a ese tema, a esa a idea fija que domina el pensamiento occidental al menos desde hace dos siglos: la ilusión del progreso. Como descubren en este número John Gray y el propio Zaid, nuestra fe en el progreso nace de la transferencia de sacralidad del mundo religioso al mundo científico, durante el siglo diecinueve (el de la muerte de Dios), hasta convertirse en el fetiche de los grandes totalitarismos del siglo xx. La voluntad ciega de progreso acarrea, propicia un tema paralelo, casi gemelo: el de la pobreza y la poca eficacia con que la hemos combatido. La cultura, reflexiona Amartya Sen en estas páginas, ha sido generalmente ignorada como factor relevante en el desarrollo económico de las sociedades. No faltan las propuestas alternativas, a pequeña escala, afirma Julieta Campos, al flagelo de la pobreza extrema que convive, constante y asimétricamente, con nuestro mundo globalizado, ebrio de progreso.
Este número, desde el escepticismo, la duda asertiva y el sentido común, plantea por un lado una crítica radical, es decir a la raíz, de nuestra incombustible fe en el progreso; por el otro celebra la vida y la obra de un amigo y un maestro al que no nos cansamos de leer. –
El sueño de las baterías
Bolivia tiene el privilegio –o la desgracia– de poseer la mayor reserva mundial de lo que muchos llaman el "metal del futuro".
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