La construcción de hospitales en México lleva treinta años olvidando relacionar el tema de la arquitectura con el de la ciudad. El IMSS (Instituto Mexicano del Seguro Social), que a partir de 1943 hasta la fecha ha creado más de cinco mil edificios, comenzó haciendo obras de José Villagrán, Enrique Yáñez, Obregón Santacilia, Enrique de la Mora y Enrique del Moral. Sin embargo, tras una inmejorable selección de arquitectos que durante más de tres décadas crearon piezas memorables, la idea de construir un mejor país a partir de sus instituciones quedó opacada por excusas políticas y condiciones de urgencia.
Pero, como dice Josep Quetglas: “Hubo otra arquitectura, en la que los aciertos de uno son patrimonio de todos.” Con esto en mente, la institución que en sus inicios creó el Hospital de la Raza (1945) de Yáñez, el edificio del IMSS (1946) sobre Paseo de la Reforma de Obregón Santacilia, o el Hospital de San Luis Potosí de Del Moral (1946), tras un largo receso de arquitectura, comienza a revivir. Bajo la dirección de Ernesto Camacho y Luis Anaya se renueva la agenda con proyectos de Francisco Serrano, Alberto Kalach, Bernardo Gómez Pimienta, Miquel Adrià, Lira/ Springall/Gaeta, Michael Rojkind, López Baz y Calleja e Isaac Broid. Esta nueva estrategia pretende superar las insuficiencias actuales y restituir al IMSS su papel como institución que aporte no sólo las condiciones de salud y bienestar de la sociedad, sino también de la arquitectura. Importa, pues, también la salud de los edificios y, por ende, de las ciudades.
La arquitectura moderna en México comenzó en gran parte con la construcción de hospitales. El edificio de la Secretaría de Salubridad y Asistencia (1925), de Obregón Santacilia, y obras de Villagrán como el Sanatorio para Tuberculosos en Huipilco (1929), el Instituto Nacional de Cardiología (1937) y el Hospital Infantil (1941), abrieron el camino hacia un nuevo lenguaje. Así como ocurrió con la construcción de escuelas a principios del siglo XX, la creación de hospitales también fue el campo ideal donde se ensayó la primera modernidad arquitectónica en México. Hannes Meyer, a cargo de la Comisión de Planeación de Hospitales de 1944 a 1945, y Villagrán, como coordinador del Plan de Hospitales para la República Mexicana de 1943 a 1946, iniciaron una labor enfocada en la salud de los edificios mismos. Las clínicas que Del Moral realizó en ciudades como Monterrey, Tampico y Ciudad Obregón entre 1962 y 1972, o los hospitales que Yáñez hizo en Torreón, Tampico y Saltillo entre 1964 y 1978, constituyen uno de los últimos ejemplos donde la salud de la arquitectura institucional aún no estaba en riesgo.
Pero la arquitectura convaleciente de los últimos años exige mayor cuidado y atención. La terapia rehabilitadora que propone el área de Proyectos del IMSS comienza con varios inéditos proyectos, listos para repartirse en distintos puntos del país. Esta nueva medicina para la arquitectura pretende democratizar el proceso de encargo de proyectos haciendo una selección que da cabida a despachos jóvenes y a arquitectos ajenos a encargos públicos. Así, este abanico de propuestas permite pensar en hacer no sólo edificios para la salud, sino en edificios sanos para la ciudad. Ejemplos como los hospitales realizados por Alvar Aalto en Finlandia y Croacia, o por Louis Kahn en la India, así como el recién inaugurado Hospital O’Donell en Madrid de Rafael Moneo, y el proyecto del Hospital de Juan Navarro Baldeweg en Asturias, representan una buena dosis de esta arquitectura de healing machines que ha ayudado a curar y fortalecer los paisajes de distintos contextos.
Aunque aún habrá que ver que la nueva generación de edificios hospitalarios en México realmente se logre consumar, el hecho de que se esté quitando la especie de embargo arquitectónico que existía significa ya una gran cura. A la expectativa de que las nuevas propuestas no queden en simples muestras de laboratorio, o en brotes sin consecuencias, esperamos que no sólo haya continuidad en el proyecto, sino que además se logre contagiar al sector privado. ~
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