Está claro: la editorial Losada, recientemente instalada en España, no quiere vivir del prestigio que la hizo una de las grandes editoriales hispanoamericanas, sino recuperarlo después de estar a punto de la quiebra desde pocos años después de la muerte de su fundador, Gonzalo Losada, en los años ochenta, hasta entrada la década de los noventa. ¿Cómo pretenden conseguirlo? Su frase de lanzamiento quizá lo resume de la mejor manera: Otros libros, otro conocimiento.
El lector, el verdadero lector, dice Carlos Ortega, director de Losada en España, aspira a una experiencia que trascienda lo comunicativo, lo informativo, en la que se fortalezca el vínculo con el autor; en otras palabras, en la que la experiencia creativa se funda con la lectura para lograr una conversación infinita sobre el conocimiento. Dice Ortega con la parsimonia de quien nos quiere comunicar una idea esencial: "Nuestra civilización le debe su mantenimiento al vínculo entre la creación, la letra impresa y la lectura, y nuestro trabajo es mantener ese lazo; nuestro cometido no es sino el fortalecimiento del vínculo entre la comunidad de autores y de lectores." En síntesis, "recuperar el libro como medio de conocimiento, en contraposición la creciente tendencia a la divulgación del pensamiento en forma de bloque, que aplasta la realidad y sólo conduce a la confusión y a la pérdida de criterio".
Losada nació en Buenos Aires en 1938, donde el madrileño Gonzalo Losada, quien entonces fungía como representante de Espasa Calpe en aquella ciudad, supo rodearse tanto de miembros del exilio español como de la intelectualidad argentina y latinoamericana, que en su conjunto hicieron posible, amén de la edición de sus libros la mayoría de los cuales estuvieron prohibidos durante la dictadura franquista, la traducción de los autores más representativos del siglo XX en lengua extranjera: Huxley, Camus, Genet, Russell, Faulkner, Calvino, y tantos y tantos otros que enlistarlos sería sintetizar nuestra civilización. El alma de la editorial, predice quien fuera director de la Biblioteca Nacional, estará determinada por esa pauta, la de la amistad: "El gusto de unos pocos siempre es el que marca la línea editorial", dice Ortega.
De antemano, la nueva Losada no discriminará ningún género, como tampoco lo hacía la antigua, y su identidad visual evocará los viejos tiempos, con un logotipo rediseñado, un diseño minimalista y limpio (hecho por Pentagram Design de Londres, que, entre otras, se encarga de la imagen de las editoriales inglesas Faber & Faber y Phaidon), dos formatos y el sello personal de cada libro: una ilustración original de la artista británica Marion Deuchars.
Para esta nueva etapa, además de los primeros diez libros editados entre septiembre y octubre, Losada tiene previsto publicar de dos a tres novedades al mes. En lo inmediato ya están confirmados tres títulos. El primero es Después de la caída, de Arthur Miller, último Premio Príncipe de Asturias, una obra de teatro sobre la inocencia, culpabilidad y el macartismo, que retrata rasgos del matrimonio que su autor mantuvo con Marilyn Monroe. Le siguen El ángel del tejado, una novela de Russell Banks, y Tal vez nos estemos volviendo locos, de la alemana Ully Berkéwicz, un ensayo sobre fanatismo comparado llevado a terreno personal, en un intento por intercalar el invaluable catálogo de Losada y las novedades. No obstante, apunta Ortega, para el lector español muchas obras del catálogo serán auténticas novedades, dado que a un par de generaciones de españoles les estuvo vedado el acercamiento a varios libros. Cita, por ejemplo, Escepticismo y fe animal de George Santayana, que es prácticamente inencontrable en España y que ahora recupera Losada con su primera entrega.
Por lo pronto, como aperitivo, Losada ya tiene en la calle los Cuentos completos de Roberto Arlt, y un libro fundamental, precioso y apasionante que engloba el amor por la lectura, por los libros excepcionales: Las palabras, la autobiografía de Jean-Paul Sartre. Si hacemos caso de las suyas, el porvenir de este reencuentro con la literatura tendrá que ser memorable. Escribe Sartre: "Todo hombre tiene su lugar natural; no fijan su actitud ni el orgullo ni el valor: decide la infancia". Sin lugar a dudas, la infancia de Losada forma parte ya de nuestro conocimiento y nuestra civilización. ~
Periodista y escritor, autor de la novela "La vida frágil de Annette Blanche", y del libro de relatos "Alguien se lo tiene que decir".