En nuestro número 37, de enero de 2002, al final del artículo de Néstor García Canclini "Diccionario para consumidores descontentos" (p. 26), omitimos por error una palabra y la última línea. Ofrecemos una disculpa al autor y a los lectores. La última oración del texto debió decir como sigue: "… Así se protege, al mismo tiempo, la dignidad de los 'carenciados' y el derecho de los consumidores a comprar sin culpa lo que producen quienes auspician los teletones." –
España
En el número de diciembre, el poema de Fabio Morábito sobre los dinosaurios terminaba con los siguientes versos: "que son nuestra manera de sentir/ la sangre fría que sentimos". Debería decir: "que son nuestra manera de sentir/ la sangre fría que perdimos".
En enero, el Cometario de Pedro Sorela dedicado a la universidad recomienda a quienes aprueban los proyectos ir a las "facultades de Arquitectura y Humanidad". El sentido del humor de nuestro colaborador no encontró su mejor público en nosotros durante la última lectura de corrección. Falsamente acuciosos, publicamos "facultades de Arquitectura y Humanidades".
Vayan sendas disculpas a nuestros colaboradores y lectores. –