La historia de la cultura se concentra en las obras y sus autores, ignorando a los editores de libros, revistas y periódicos. Pero los editores son decisivos. Organizan la conversación que anima la vida pública. Saben localizar los temas de interés y a los escritores que tienen algo que decir. Saben reunir a los lectores interesados y conseguir a los inversionistas, anunciantes y patrocinadores que hagan posible la publicación.
El talento editorial no es común, porque requiere la integración de habilidades casi incongruentes. Leer es contemplativo, organizar es activo; y un editor es un lector en acción. Abundan los lectores inteligentes, pero pocos se vuelven editores. Tampoco faltan buenos escritores, pero hay pocos dispuestos a renunciar a su obra personal para que otros sean leídos.
Otra dificultad es que el proyecto editorial (no sólo cada uno de sus autores) tenga algo importante que decir. La variedad de temas, posiciones y estilos de los artículos de una revista es indispensable para mantener el interés de los lectores, pero necesita unidad. No puede ser un conjunto amorfo, ya no se diga un basurero caótico. La fisonomía de una revista orienta las expectativas del lector y va formando un público afín a esos temas, tratamientos y autores.
Armando Ayala Anguiano estudió cine en California y ciencias políticas en París. Escribió novelas (Las ganas de creer fue quizá la primera de tema tijuanense). Fue corresponsal de la revista Visión en Buenos Aires y en París, donde quizá descubrió su vocación editorial. Se volvió amigo de André Labarthe, fundador en Londres de La France Libre (con Raymond Aron, que lo recuerda en sus Memorias) y fundador en París de Constellation, una revista mensual subtitulada "El mundo visto en francés". Constellation era parecida (por el formato) y en cierta forma opuesta (por la orientación) al Reader's Digest. Al mexicano se le ocurrió hacer una revista semejante en español, aprovechando elementos de la revista francesa y Labarthe le cedió los derechos gratuitamente.
Al volver a México se asoció con Novedades (que, además del diario, publicaba un gran número de revistas) para imprimir y distribuir Contenido. La combinación fue un éxito. La experiencia de Fernando Canales, Gerente de Novedades, en todo lo que era circulación y administración, le permitió al fundador de Contenido concentrarse en el contenido.
Durante años fui lector del Selecciones del Reader's Digest, y por eso empecé a comprar Contenido desde los primeros números. Pronto descubrí que eran revistas completamente diferentes. Selecciones condensa materiales publicados en otras partes. Contenido genera sus artículos con su propio equipo de redacción y algunos colaboradores externos. Otra diferencia radical es que Contenido se concentra en México y los mexicanos.
Alejándose de los temas trillados por los diarios y semanarios, hizo reportajes sobre temas desatendidos. Por ejemplo: un ingeniero de Monterrey que había estudiado en Alemania se entera del cierre de una fábrica que era el sostén de una pequeña población alemana, va a verla, hace un plan, negocia con la comunidad, compra la empresa y la saca adelante. Una ciudad que resuelve el problema de los ambulantes. Un estado que transparenta en la web el avance de sus procesos judiciales. Una "franquicia" comunitaria inventada en México: La Michoacana. En los años 40, mucho antes de que llegaran las franquicias internacionales, unos neveros de Tocumbo crearon sabores deliciosos y una oportunidad para miles de microempresarios como ellos.
Ayala Anguiano hizo la crítica de la corrupción y de los políticos, al margen de los partidos. En 1978, publicó La mordida, vergüenza de México. En 1981, Cómo podría perder el PRI. Ligó ambos temas con imaginación de novelista: un ayatola mexicano encabezaría una revuelta contra la corrupción. Publicó también ensayos revisionistas de toda la historia oficial, que reunió finalmente en una serie titulada México de carne y hueso. Varios de sus libros vendieron cientos de miles de ejemplares.
Dos anécdotas sobre su independencia. Alguna vez un empresario me comentó cuánto le gustaba Contenido, excepto algunos chistes por los cuales no se anunciaba ahí, aunque con gusto compraría permanentemente la cuarta de forros (el anuncio más caro). Cometí el error de decírselo a Ayala y se enfureció: "¡Nunca permitiré que un anunciante me dé línea editorial!".
Una familia mexicana se fue a vivir a una comuna religiosa en Venezuela. Al secretario de Gobernación Manuel Bartlett le pareció mal, y convenció a los padres (su cuñado y su hermana) de que volvieran con sus hijos. Como dos se negaron, hizo que la seguridad venezolana los deportara. Las revistas Contenido y Proceso prepararon reportajes del episodio, pero sólo el de Contenido apareció ("Los mexicanos que buscan a Dios en Venezuela", septiembre de 1984).
Dos años después, Julio Scherer García contó en Los presidentes (pp. 182-189), no en Proceso, que Bartlett se enteró del reportaje que iban a publicar y les envió al director de la Policía Federal de Seguridad José Antonio Zorrilla Pérez (después encarcelado por el asesinato del periodista Manuel Buendía) con amenazas creíbles, por las cuales prefirieron no publicarlo. Del que apareció en Contenido, Bartlett se enteró demasiado tarde y guardó su irritación, que estalló unos meses después, cuando Contenido publicó una serie de fotos de lesa majestad expresidencial: José López Portillo boxeando, toreando, tirando con arco, montando a caballo y hasta tocando la mandolina con desparpajo exhibicionista. Llamó a cuentas a los socios de Ayala Anguiano (Miguel Alemán Velasco y Rómulo O'Farril Jr.) y los intimidó con una posible clausura (según Luis E. González O'Donnell). Asustados, le exigieron a Ayala alejarse de los temas políticos. Prefirió renunciar. El número de abril de 1985 no apareció y Ayala empezó a organizarse para fundar otra revista, ante lo cual sus socios se rindieron y Contenido continuó publicándose sin cortapisas.
Años después, Fernando Canales me pidió una encuesta del perfil del lector de Contenido. El cuestionario se insertó en el 10% de los ejemplares del número 332 (febrero de 1991). Primera sorpresa: hubo que imprimir 20,000 insertos porque el tiraje fue de 179,450 ejemplares. Ningún diario en México tiene ese tiraje. La otra sorpresa fueron los lectores. El 38% tenía más de diez años de leer la revista. En promedio leían más de dos horas cada número. El ejemplar era leído por 3.6 personas y guardado, como si fuera un libro, en el 81% de los casos. Lo más leído de la revista eran los textos largos, no los cortos: el libro condensado, el reportaje gigante, los reportajes especiales. El 12% de los lectores no había hecho más que la primaria, el 20% secundaria, el 30% preparatoria, el 34% una licenciatura y el 3% un posgrado. El 32% trabajaba por su cuenta. El 71% vivía en casa propia, el 8% en departamento propio. El 30% tenía más de 500 libros en su casa. El 9% tenía piano.
Armando Ayala Anguiano hizo libros y reportajes sobre historia de México, pero además hizo historia como organizador de una conversación nacional para lectores muy lectores, que están dispersos por todo el país.
(Reforma, 28 julio 2013)