¿Qué elementos mínimos debe tener el discurso de los líderes de un partido político a sus militantes? Cuatro son fundamentales: reforzar creencias y valores, crear un sentido de urgencia, llamar a la acción e, idealmente, inspirar a los miembros y simpatizantes del partido para reforzar su lealtad. Los discursos de Enrique Ochoa Reza y del presidente Enrique Peña Nieto en el 88 aniversario del PRI se quedaron muy cortos en esos objetivos.
El único aspecto más o menos efectivo de los discursos fue el de reforzar creencias y valores. El PRI se concibe a sí mismo en el discurso como la institución que salvó a México de la dictadura militar en el siglo XX, como el partido que creó instituciones públicas que son la base del Estado mexicano moderno (seguridad social, salud, educación, etcétera.) y como el partido que logró adaptarse a la transición democrática y ser una opción electoral para un importante porcentaje de la gente. Tanto Ochoa como Peña Nieto hacen un repaso en sus discursos de las bondades que ellos y sus compañeros ven en su partido.
Después empiezan los problemas retóricos. El discurso de Ochoa cae de nivel muy rápido y se dirige a las elecciones estatales en puerta. El argumento racional del discurso es muy pobre: vamos a ganar porque antes ya hemos ganado.
Después de nuestra victoria en 2012, fuimos el partido político que más votos recibió en las elecciones para gobernador tanto en 2015 como en 2016.
En 2016, si sumamos todas las elecciones de gobernador, el PRI fue también el partido que más votos recibió en todo México. […] también en 2016, en Oaxaca y en Sinaloa los ciudadanos volvieron a confiar ampliamente en nosotros […]
En el 2016, también ganamos Zacatecas, Hidalgo, Tlaxcala, y dos veces Colima.
En 2016, el calendario electoral cerró con dos elecciones extraordinarias: Zacatecas capital, y Omitlán de Juárez en Hidalgo. En el PRI ganamos las dos.
En este 2017 vamos a competir y ganar en 212 ayuntamientos en Veracruz. En este 2017 vamos a competir y vamos a ganar las elecciones de gobernador en el Estado de México, Coahuila y Nayarit.
Así, Ochoa concluye que el triunfo del PRI es inevitable. Todo un acto de fe para la audiencia, ya que las razones para creer, centrales en un discurso, brillan por su ausencia. A partir de ahí, el presidente del PRI pierde el hilo argumentativo y su discurso va perdiendo calidad hasta caer en el halago fácil al presidente Peña Nieto y el insulto fácil a la oposición.
Por su parte, el discurso del presidente Peña Nieto tiene cuatro errores importantes:
1.- Recordar a su audiencia el tremendo error del “gasolinazo” y tratar de justificarlo con el argumento de la supuesta responsabilidad fiscal del gobierno. Esto ni los priístas se lo creen.
“Y este año, también hubiéramos podido evitar los costos políticos del aumento en el precio de la gasolina, costos que otros partidos en el pasado no quisieron asumir. Pero ello, hubiera significado recortar programas sociales o poner en riesgo la estabilidad de toda la economía nacional.”
2.- No explica con argumentos convincentes los riesgos que implica dejar atrás las reformas. No pinta con convicción un “infierno” indeseable si se abandonan, o una “tierra prometida” a la que valga la pena llegar. Se limita, como siempre, a dar argumentos técnico-racionales y lo hace con una construcción contrafactual: “hubiéramos podido no hacer esto, y entonces hubiera pasado esto”, lo que puede servir en un artículo, pero no en un discurso.
“Sí, claro que podíamos haber evitado un conflicto con quienes querían mantener estancada la educación y conservar sus privilegios. Pero ello, habría sido una imperdonable injusticia con nuestros niños.
El Estado también podría haberse mantenido doblegado ante los grandes monopolios económicos, pero eso habría sido otra injusticia con las familias mexicanas, que seguirían pagando elevados costos por los servicios que consumen.
Sí, podíamos habernos cruzado de brazos y dejar que nuestro sector energético entrara en una etapa crítica. Pero, en cambio, decidimos transformarlo para asegurar nuestra soberanía energética.”
3.- La nota periodística del discurso es bastante negativa. La frase que se llevó los encabezados fue “el PRI nunca pactará para dejarse derrotar”. ¿Tan grave es la situación del partido como para tener que aclarar esto en el discurso del presidente? A pesar de las fotos de presidium para presumir “unidad”, este mensaje comunica exactamente lo contrario: dudas, división y “sospechosismos” internos.
4.- No aprovechar a Trump. Si algún tema tiene potencial para levantar el ánimo de la militancia de un partido como el PRI es el nacionalismo. Sin embargo el presidente lo tocó de manera superficial, con lo que perdió otra oportunidad para encender la emoción de la audiencia.
“Con este mismo sentido de responsabilidad de Estado, hemos asumido el desafío de construir una nueva relación con el Gobierno de Estados Unidos. Los valores nacionalistas de nuestro partido nos alientan a la defensa de nuestra soberanía y de nuestra dignidad como país.
Hemos actuado, sí, con diplomacia y al mismo tiempo con firmeza. Hemos ofrecido y exigido respeto. Con diálogo, hemos dejado en claro qué buscamos y qué no aceptamos. Y, sobre todo, hemos hecho un compromiso firme y decidido con nuestros connacionales en los Estados Unidos.”
Al final, ambos discursos tienen un gran ausente: el ciudadano. No se habla de sus aspiraciones o de sus exigencias. No se indica a la militancia las acciones para recuperar la confianza de la sociedad. No se genera un sentido de urgencia para que los priístas realmente hagan un esfuerzo para resarcir algo de la credibilidad perdida. Mucho menos se dialoga con los críticos del partido, no para convencerlos a ellos, sino para que los militantes tengan herramientas para contestar a sus señalamientos. El mensaje es claro: por más negro que se vea el panorama electoral, por más baja que sea la aprobación presidencial, por más rechazo que genere la marca, el PRI se basta a sí mismo para seguir ganando elecciones porque tiene el poder. Ciudadanos, entiendan: el PRI no los necesita.
Especialista en discurso político y manejo de crisis.