I
Los ángeles llegaron a Sodoma
tarde en la tarde. El sol caía seco
en las casas lucíferas y un eco
oscuro resonaba en el idioma
de los rebaños. Lot, haciendo un hueco
con la mano, escuchaba una paloma.
Se acercó un puerco y Lot le dijo: “Toma
estas migas. Al dártelas no peco,
aunque la gente de estas propiedades
crea que la ternura es una falta,
un bien que es mal con expiación precisa.”
Los ángeles pensaron las verdades
del viejo fiel en la hora menos alta
cuando el sol cae y todo tiene prisa.
II
Los vecinos de Lot, en el momento
que llegaron los ángeles, miraron
una alada hermosura y observaron
cómo el anciano, con desprendimiento,
los guarecía en su hogar. Se juntaron
y riñeron. La luz en movimiento
ardía tras las nubes. Un violento
rumor creció. Los hombres se quitaron
las ropas largas y desnudos fueron
furiosos a la puerta del anciano.
“Queremos a los jóvenes –dijeron–,
los vamos a montar como un marrano
monta a chillidos una perra inmunda.
No olvidarán la noche gemebunda.”
III
Lot ofrece a sus hijas. Los vecinos
apresurados discuten: “Queremos
nada más a los jóvenes. Sabemos
que los has hospedado. Peregrinos
o lo que sean no permitiremos
que nos evadan. Perros y cochinos
los vamos a gozar por horas. Dinos
dónde los tienes. Permaneceremos
aquí toda la noche y contarán
el dolor del amor que nunca obraron.
Guarda a tus hijas con los gurruminos.”
Los ángeles, entonces, agolparon
a la turba en la sombra sin caminos
donde están los deseos que no están.
IV
Al llover el primer raudal de fuego,
Lot ya se halla muy lejos de Sodoma.
Reaparece prístina “la coma
de la luna” en la fría noche. Luego,
Lot encuentra una cueva en una loma
descolorida. Ahí, se humilla en ruego
y bebe vino con desasosiego.
Una hija se desnuda y él la toma.
A la noche siguiente bebe vino,
otra vez, y el deseo es más deseo
y goza a la segunda. Consolado,
Lot se arrulla en el sueño femenino
del vientre de sus hijas. Como hebreo
sabe que en su corral ha sido hurtado. ~