Foto: Norbert Kaiser / Wikimedia Commons

¿Y si pensamos la participación privada en la salud sin anteojeras ideológicas?

Una entrevista con Elena Sterlin, directora de salud y educación de la International Finance Corporation.
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La semana pasada se llevó a cabo la IFC Global Private Health Conference 2019 organizada por la International Finance Corporation (IFC), que es parte del Banco Mundial y tiene como objetivo promover el desarrollo económico, impulsando y financiando el crecimiento del sector privado. De hecho es la mayor fuente de préstamos y financiamiento en forma de capital accionario para empresas privadas en mercados emergentes. Suele financiar hasta el 35% de un proyecto nuevo y el 50% de un proyecto de expansión

((Para ser elegible para recibir financiación de IFC un proyecto debe estar ubicado en un país en desarrollo que sea miembro de IFC, pertenecer al sector privado, ser técnicamente viable, contar con buenas perspectivas de rentabilidad, beneficiar a la economía local cumplir con estándares ambientales y sociales.
))

 en áreas como agronegocios y silvicultura, instituciones financieras, salud y educación, infraestructura, petróleo, gas y minería, asociaciones público-privadas y telecomunicaciones, medios y tecnología.

La participación del sector privado en salud no es ni nueva ni decorativa. El mismo director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus , ha señalado que para lograr “salud para todos” es necesario tender puentes y alianzas con el sector privado. La participación del sector privado en salud no significa que esta deje de ser una política pública, o que su rectoría deje de estar en manos en del Estado; significa poder brindar atención de salud de calidad a las personas que por distintas razones prefieren o solo pueden tener acceso a un servicio privado. Pero para comprender esto es necesario quitarse las gafas ideológicas y pensar con sentido práctico. Sobre esto conversé hace unos días con Elena Sterlin, directora de salud y educación de la IFC.

Hay temor, por lo menos en México, respecto a que la participación del sector privado en un tema tan sensible como la salud (un derecho humano) diluya la rectoría del Estado en esas áreas. ¿Cómo disipar esos temores?
Entendemos que los proyectos que financiamos en temas de salud son sensibles y por ello somos muy cuidadoso de que el país en el que se van a operar se mantenga como el rector de todas las decisiones en materia de salud. El Estado, a través de sus secretarías o ministerios de salud, debe siempre mantener la guía sobre qué espera del sector público y del sector privado en salud y regular en consecuencia. Los gobiernos no deberían temer la irrupción del sector privado en salud. Al contrario, hay enormes ventajas en aprovechar las fortalezas de ambos sectores para alcanzar la política pública que se hayan fijado.

El reto para el sector privado es lograr que los gobiernos dejen de tratarlo como si no existiera, como si cubriera una demanda no atendida diminuta o solo “para los ricos”. Hoy día, a nivel global, el sector privado de salud atiende por lo menos el 50% de la demanda de salud. Para mí es más temible dejar que exista un mercado privado fragmentado e informal; los gobiernos tienen que reconocerlo, regularlo y trabajar en alianza con ese sector para cubrir las demandas de salud de la población.

¿Cómo empezar a sensibilizar a un gobierno que se muestra renuente a estas asociaciones público-privadas?
Creo que la manera más sencilla, y digo “sencilla” pero en realidad nunca lo es, es comenzar por los datos. No se trata de decir como primera opción “¡que lo haga el sector privado!”, sino de trabajar con los gobiernos en plantear las preguntas correctas. Si tenemos un problema –la diabetes en México, por ejemplo–, ¿puedes resolverlo desde el sector público o podemos pensar en otras soluciones?

¿Cuáles son los principios éticos que guían las inversiones de la IFC?
En algunos países el sistema legal y regulatorio es suficientemente robusto y ya cuentan con mecanismos de transparencia y rendición de cuentas, pero en muchos otros con los que trabajamos ese no es el caso, desafortunadamente. En estas situaciones lo que hacemos es trabajar de cerca con los gobiernos para ayudarlos a descifrar qué tipo de sector privado en salud necesitan y cómo establecer guías y estándares de ética para trabajar con ellos.  

¿Asequible y rentable son parte de una misma ecuación?
No veo una contradicción en ambos conceptos. En la IFC creemos que la gente necesita ganar dinero para invertir y crecer en nuevos proyectos. En donde quizá hay una desconexión es en el timing. En el sector social los plazos para hacer rentable un proyecto tienden a ser más largos. Si tu horizonte de tiempo para ver los retornos de inversión es de cinco años, entonces quizás educación y salud no son lo sectores en los que debas invertir. Es completamente posible obtener ganancias y beneficiar a poblaciones marginadas, pero debes tener tiempo.     

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Es politóloga, periodista y editora. Todas las opiniones son a título personal.


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