La chica de rosa es él. En la famosa película escrita por John Hughes, la chica, interpretada por Molly Ringwald, era de clase trabajadora y aun así conseguía que el chico rico y popular se enamorara de ella (lo conseguía por cierto siendo ella misma, cosa que se mostraba en la película porque se atrevía a ir al baile de graduación con un vestido fabricado por ella misma a partir de otros dos). Gente normal, la segunda novela de la escritora irlandesa Sally Rooney (Castlebar, Irlanda, 1991), cuenta la historia de Marianne y Connell, compañeros de instituto. Ella es rica, quizá venida a menos, pero la mansión en la que vive es motivo de comentarios entre sus compañeros. Él es hijo de madre soltera y padre desconocido; la madre, además, trabaja limpiando en casa de Marianne. Marianne y Connell se encuentran allí, cuando Connell va a recoger a su madre. Hablan, ella le deja libros, hacen bromas. En la casa, ella parece tener el control. En el instituto, Connell hace como si no se conocieran. Me acordé vagamente de las películas de amor adolescente de John Hughes (mucho menos mojigatas que las películas de amor adolescente de Judd Apatow, por cierto) porque, en cierta manera, Gente normal puede leerse como una novela de amor adolescente: cubre cuatro años de encuentros y reencuentros de Marianne y Connell.
El amor molesto. La primera vez que follan, Connell da por hecho que ha sido la primera vez para Marianne, que él tiene más experiencia sexual. Ocultan su relación, Connell le dice que sobre todo no pueden enterarse en el instituto. Y quedan a escondidas. Hasta que en una fiesta uno de los chicos mayores se mete con Marianne, le estruja la teta hasta hacerle daño, Connell la defiende y, delante de todos, la lleva a casa. Pero lejos de cambiar la situación entre ellos, será el fin: invita al baile a otra, Marianne dejará de ir al instituto y luego cada uno irá a la universidad. Gracias a los consejos de Marianne, Connell se ha matriculado en Literatura, y el azar hará que coincidan en el Trinity College. Si nos quedamos aquí, la novela muestra a dos jóvenes incapaces de gestionar el primer amor, dominados por el miedo a sus propios sentimientos y que recelan de abandonar su coraza y mostrarse como son, porque temen ser rechazados. Y algo de eso hay.
Novela de formación. Gente normal es también una novela de formación: acompaña a los protagonistas en su camino hacia la adultez, los sigue en su formación, en sus errores y aciertos y en las decisiones sobre cosas menores que a esa edad resultan trascendentales. Una de las cosas que más me gusta de Sally Rooney es desde dónde mira a sus personajes: no como héroes, pero tampoco con condescencia, habla de los adolescentes con un respeto profundo, con la intención de ponerse en su lugar, sin juzgarlos ni burlarse de ellos, de su insolencia, su arrogancia, su impertinencia o su falta de experiencia. Marianne y Connell son dos tarados, son complicados y arrastran diferentes traumas. Los de Marianne son fácilmente rastreables: un hermano violento y controlador, una madre cruel, un padre muerto. En varios momentos, Marianne dice que su relación con los hombres siempre ha estado basada en el maltrato. Las heridas de Connell se ven menos: es aparentemente normal, tiene una relación buena con su madre, suele caer bien (en el instituto). En la universidad, a veces, su torpeza social sale a relucir y lo atenaza. Marianne, en cambio, lejos de casa brilla.
El asunto del dinero. Siempre sale a relucir, sobre todo si eres pobre. Connell tiene que trabajar para pagar la habitación de la casa compartida en la que vive. Marianne no tiene problemas económicos y por eso casi nunca habla de eso. Sus amigos son ricos, tampoco hablan de dinero. A Connell le roban la cartera una noche y Marianne le deja 100 euros. Los dos se presentan a una beca, los dos la ganan, pero significa cosas diferentes para ellos: para él, poder dedicarse solo a estudiar, olvidarse del dinero; para ella, es una cuestión de reconocimiento, porque la beca se la dan a los mejores estudiantes. Este tema, la diferencia de clase, planea sobre la novela de manera sutil, que es la manera en la que Rooney trata los asuntos, casi como sin hacerlo, dejando solo algunas pistas para quien quiera ir tras ellas.
Esto no es un libro de amor (hipótesis sin resolver). Sally Rooney tiene un don para las escenas de sexo. Nunca resultan ridículas o forzadas, ni demasiado cursis, ni chuscas. El sexo entre Connell y Marianne es especial (“no es así con nadie más”, se dicen uno al otro), ahí se ve hasta dónde llega su nivel de intimidad. Pero hay algo que chirría en todo eso, está puesto de manera muy sutil, apenas se ve: algunas frases y escenas dejan ver que hay algo patológico en esa entrega sin límites de Marianne a Connell, una y otra vez; también que Connell no es siempre tan taciturno, con ella se vuelve más tormentoso, o eso cree él. Todos esos indicios hacen pensar que en realidad esta historia de amor no es idílica, por mucho que hablen o por muy trascendental que sea el sexo entre ellos. Quiero decir que creo que la novela es un poco más compleja de lo que parece y que algunos detalles que Rooney va colocando (que aún no sé si son geniales o un poco forzados) están ahí para indicar que esa historia tiene más de una versión.
(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).