The Impossible

Esta historia, sobre el tsunami que arrasó con el sureste de Asia, es una experiencia que debe verse en una sala de cine. 
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Cuando una película está basada en un hecho real la intensidad aumenta. La credibilidad del espectador crece, consciente de que lo que está a punto de ver le ocurrió a alguien. Si la idea detrás de la ficción es que el público se ponga en los zapatos de los personajes, cuando el guión está basado en un suceso verdadero la experiencia fílmica es más íntima. The Impossible (2012) no solo cuenta una de esas historias, sino que lo hace alrededor de una de las catástrofes naturales más imponentes de la historia contemporánea: el tsunami que arrasó con las costas del Océano Índico el 26 de diciembre de 2004, un minuto antes de las ocho de la mañana. La proporción de una tragedia como esa es difícil de imaginar.

Con solo dos películas, el director Juan Antonio Bayona se encuentra en un lugar privilegiado dentro de la industria cinematográfica. Su habilidad no solo para dirigir sino para proyectarse es asombrosa. El orfanato, su primera película, fue el caballo de Troya para entrar a Hollywood, en donde se mueve como pez en el agua dada su destreza técnica y sus relaciones públicas. Entre un mar de historias, The Impossible se centra en una familia. El matrimonio interpretado por Ewan McGregor y Naomi Watts viaja con sus tres hijos a Tailandia a pasar la navidad. El vuelo llega sin contratiempos y los días que pasan en el hotel antes de la mañana del 26 de diciembre son placenteros. El tsunami se lleva todo; de un momento a otro la madre y el hijo mayor luchan por sobrevivir, sin saber si el resto de la familia vive aún. Los hospitales están a reventar, y la cirugía que debe soportar la madre es complicada. Ha perdido mucha sangre a causa de una grave herida.

La estructura es similar a la de Saving Private Ryan de Steven Spielberg. El desembarco en la costa de Normandía ante un escuadrón del ejército alemán es tan abrumador que el resto de la película calma los ánimos. En The Impossible, la recreación del tsunami se lleva las palmas. Es una experiencia sobrecogedora llevada a cabo con todo el arsenal de trucos del cine industrial: maquetas, imágenes generadas por computadora, locaciones y efectos reales. Es una proeza fílmica sin parangón. Por más que el título sea una obviedad sin mucho chiste, parecería verdaderamente imposible llevar a cabo lo que Bayona y el equipo de producción han logrado reproducir en la pantalla. Es una lección más de las posibilidades actuales del cine. Esos largos minutos de pugna entre el ser humano y la fuerza de la naturaleza permanecerán por mucho tiempo en la memoria del espectador, y esto se le debe en gran medida al trabajo del mexicano Eugenio Caballero, responsable del diseño de producción, lo cual implica sobre todo coordinar al departamento de arte, los decorados, el vestuario y el maquillaje. Su capacidad plástica es sorprendente. Si hay alguien invaluable en este proyecto además del director, éste es Eugenio Caballero, cuya filmografía incluye el diseño de producción de El laberinto del fauno de Guillermo del Toro.

Después de que el tsunami ha dejado el paisaje devastado, la lucha por sobrevivir toma distintos matices, y aunque la trama puede ser por momentos predecible, la intensidad del hecho histórico y la cercanía con los personajes mantienen la atención del espectador hasta el final. El hospital abarrotado es tanto un purgatorio hostil como la única vía para seguir viviendo. El personaje del hijo mayor va y viene entre cientos de personas heridas, moribundas o en busca de algún familiar. No obstante, aunque hay momentos que mantienen al público en suspenso después de que el tsunami ha pasado, nada es comparable con la fuerza de ese primer segmento que va de la calma al más extremo caso de supervivencia, dejando ruinas por doquier.

El reto más difícil de la cinta es mantener ese tono trágico durante casi dos horas. Después de las imponentes secuencias iniciales el resto languidece sin posibilidad de volver a tocar la emoción previa. Hay episodios de suspenso un poco forzados que buscan el efecto dramático para mantener la atención pero que no provienen del curso natural de los acontecimientos. La calma después de la tormenta se modifica para crear interés en ella. Con esta cinta y con El orfanato queda claro que a Bayona el suspenso le viene bien. Y como suele suceder en estas grandes producciones, el uso de la música se vuelve un abuso. Escenas ya de por sí dramáticas que bien podrían prescindir del apoyo sonoro elevan al máximo el melodrama.

The Impossible es una experiencia que debe verse en una sala de cine. Tanto los efectos visuales como el soberbio diseño sonoro lo demandan. Nunca se le ha dado un mejor escaparate al poder del agua provocada por un terremoto. La fuerza del planeta sobre los seres que habitamos en él queda muy clara. Aunque el foco primordial del drama es alrededor en una sola familia, The Impossible es también la historia de un naufragio colectivo. 

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(ciudad de México, 1979) Escritor y cineasta


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