El huapango puede ser un trío de cuerdas puramente musical o acompañado de canciones, cantadas por los mismos músicos. Es común el falsete. Las letras no se escuchan bien, por el énfasis en los instrumentos. Además, otros pueden bailarlo zapateando en un tablado resonante, que apaga más aún las voces. Algunos músicos son cantautores, pero predominan las coplas tradicionales y abundan las variantes. El huapango está asociado a la décima jarocha, recitada más que cantada. De la décima se desprenden coplas, sobre todo como redondillas que repiten dos versos en orden contrario (ABBA). Con ciertos lujos, como rimar sustantivo y verbo (negrita con quita).
Hay coplas que viajan de un huapango a otro. Pueden ser festivas y celebrar a la mujer, la patria chica, las proezas del que canta. O quejarse del amor y de la vida. O ser aleccionadoras, sentenciosas, pícaras o de salidas cómicas. También hay coplas improvisadas que nombran a una persona del público, para halagarla.
Los instrumentos más comunes del trío son un violín (dominante, y que se luce haciendo solos) y dos guitarras acompañantes: la quinta huapanguera y la jarana huasteca. Puede sumarse un arpa. Llega a haber conjuntos de más de tres intérpretes, o de mujeres, o con acordeón y hasta con trompeta. Pero los arreglos para conjunto norteño o de mariachis no son realmente huapangos.
El huapango tiene un ritmo vivo y feliz, con sabor costeño. Al parecer, nació en Veracruz y se extendió por otros estados, especialmente de la región huasteca de Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Querétaro, Puebla. La región recibe el nombre de los cuextecas, que la habitaban.
Hay docenas de videos de huapangos en YouTube. Muchos discos y algunos devedés en Amazon. Dos películas llamadas Huapango. Una (1938) de Juan Bustillo Oro y otra (2004) de Iván Lipkies. También hay un famoso Huapango orquestal de José Pablo Moncayo (1941). Y mucha bibliografía, aunque no tanta recolección de textos. En los siguientes, se hacen ajustes y se omiten muchas repeticiones.
EL CASCABEL
–¡Qué bonito cascabel!
Vida mía, ¿quién te lo dio?
–A mí no me lo dio nadie,
mi dinero me costó.
Y el que quiera cascabel
que lo compre como yo.
–¡Ay cómo rezumba y suena,
rezumba y va rezumbando
tu cascabel en la arena!
LA SIRENA
La sirena se embarcó
en un buque de madera.
Como el viento le faltó
–¡ay la la la!–
no pudo llegar a tierra.
Quien de amor no tiene pena
no se puede imaginar
cuánto sufre la sirena
que tiene prohibido amar
purgando así una condena.
Cuando el marinero mira
la borrasca por el cielo,
alza la cara y suspira.
¡Ay la la la!
Y le dice al compañero:
Si Dios me salva la vida,
¡no vuelvo a ser marinero!
El que no sepa rezar
que vaya por esos mares
y verá que pronto aprende
sin enseñárselo nadie.
EL QUERREQUE
Un querreque en el estero
cantaba desesperado.
Y le comentó un jilguero:
Oye, canta con cuidado;
que, siendo yo carbonero,
una viuda me ha tiznado.
¡Querreque!
Venía todo tembeleque,
ya la cruda me mataba.
Pues, como dijo el querreque,
cuando tuve yo le daba
y ya que no tengo, ¡vete!
¡Querreque!
Cuando la muerte se inclina
a llevarse a los mortales,
no vale la medicina
ni vidas artificiales
ni los caldos de gallina
con todos sus materiales.
¡Querreque!
BALAJÚ
Balajú se fue a la guerra
y no la quiso llevar.
Le dijo a su compañera:
–Si acaso soy apresado,
te irás solita a la mar
a vivir como pescado.
Ariles y más ariles,
ariles de aquel que iba
a darle agua a su caballo
y no se apeaba de arriba.
Ariles y más ariles,
ariles del carrizal.
Me picaron las abejas,
pero me comí el panal.
CUPIDO
Cupido, como traidor,
quitarme la vida trata.
Yo le pido, por favor,
que la espada sea de plata,
para morirme de amor
en los brazos de mi chata.
¡Ay Cupido, Cupido, Cupido!
¡Ay Cupido, Cupido tirano!
Que me muero, me muero, Cupido.
Cupido, dame la mano.
EL PÁJARO CÚ
Pajarito, eres bonito
y de bonito color.
Pero más bonito fueras
si me hicieras el favor
de llevarle un papelito
a la dueña de mi amor:
Eres mi prenda querida,
eres todo mi querer,
eres aquella paloma
que arrulla al amanecer.
¿Qué pajarito es aquel
que canta en aquella lima?
Anda, dile que no cante,
que mi corazón lastima.
EL GALLO
Amarte ya no quería
porque se habría de saber.
Pero tu amor insistía.
Y tú quisiste, mujer,
despertar al que dormía.
El gallo que se serena
debajo del árbol canta.
El que duerme en cama ajena
muy temprano se levanta,
con el sombrero en la mano
mirando pa dónde arranca.
LA ESPINA
Negrita, flor de limón,
dame de tu medicina
para sacarme la espina
que tengo en el corazón
y al suspirar me lastima.
Yo le dije a mi negrita:
¡Abrázame, vida mía!
A ver si así se me quita
esta terrible agonía.
LAS TRES HUASTECAS
Nicandro Castillo (1914-1990)
Para hablar de la Huasteca
hay que haber nacido allá;
saborear la carne seca
con traguitos de mezcal;
fumar cigarrito de hoja,
prenderlo con pedernal.
Aquel que mejor lo moja
más largo lo fumará.
Esas Huastecas…
yo no sé lo que tendrán.
El que una vez las conoce
regresa y se queda allá.
Huastecas lindas,
¿cómo las voy a olvidar
si crecí con su querencia
y nací con su cantar?
La Huasteca potosina
tiene flores a montón,
sierras llenas de neblina
y laderas de ilusión.
En la Huasteca hidalguense
no se alquila el corazón,
y el que diga “Usted dispense”
no amanece en su colchón.
Huasteca veracruzana
que se arrulla con el mar,
que canta con las montañas
y se duerme en su palmar;
que laza toros ladinos
corriendo por el breñal
mientras lloran los violines
huapangueando en el corral.
Fuentes:
René Villanueva, Cancionero de la Huasteca, Instituto Politécnico Nacional, 1997, 244 pp. Incluye letras de 94 canciones y huapangos.
Benjamín Muratalla, coordinador, Cuando vayas al fandango… Fiesta y comunidad en México, vol. 1, Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2014, 320 pp., con 45 grabaciones en tres cedés.
El son huasteco, 24 grabaciones en un cedé incluido en César Hernández Azuara, Huapango. El son huasteco y sus instrumentos en los siglos XIX y XX, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Programa de Desarrollo Cultural de la Huasteca, El Colegio de San Luis, 2003.
Enrique Rivas Paniagua, Nicandro Castillo el hidalguense, Pachuca: Consejo Estatal para la Cultura y las Artes de Hidalgo, 2ª ed., 2014.
Rafael Figueroa Hernández, Son jarocho. Guía histórico-musical, Xalapa: Conaculta, 2007.
Antonio García de León Griego, El mar de los deseos. El Caribe hispano musical. Historia y contrapunto, Siglo XXI Editores, 2002.
Antonio García de León Griego, Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos, Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, Conaculta, 2006. ~
(Monterrey, 1934) es poeta y ensayista.