Pablo Casado, diputado del PP, subido en un tractor. Pablo Casado cocinando con señoras de pueblo. Pablo Casado acariciando una cabra. Pablo Casado frente a un cerdo muerto. Pablo Casado mirando una parrilla en mitad de la calle en la que se asa panceta. Lejos de allí, Rajoy abraza a un hipster en Twitter: “Nos vota gente muy diferente, #TambiénLosHipsters. Confía en el @PPopular, #SinPrejuicios. Por ti. Por todos”. La brecha es inmensa. Es lo que los politólogos llaman clivaje (del inglés cleavage): centro/periferia, jóvenes/viejos, ricos/pobres, tractor/twitter.
El tuit complementa el nuevo spot publicitario del PP. En él, un joven moderno, con gorro, tirantes, barba y gafas de pasta intenta justificar a sus amigos por qué vota al PP. Estos no se lo pueden creer: anda en bici, es vegano, le preocupan las ballenas. El hipster intenta explicar que, bueno, el Gobierno tampoco lo ha hecho tan mal. Es un anuncio electoral que no vende ilusión. Es obvio que el incumbent, o partido que se presenta a una reelección, no puede vender cambio en campaña. Pero con este anuncio vende cinismo, aunque lo vista de sitcom.
A juzgar por el electorado al que se dirige, parece un anuncio hecho para echar unas risas y calentar las redes. El PP sabe que no va a conseguir ese voto. Es una pequeña provocación. #SinPrejuicios es un eslogan desenfadado, que reivindica una derecha moderna y plural: se puede ser hipster de derechas. Pero lo importante es Pablo Casado en Higuera de las Dueñas, Rajoy jugando al dominó en una residencia de ancianos. Solo un 11% de los votantes de menos de 34 años vota al PP, frente a un 31% de votantes de mayores de 64. El hipster joven no suele votar al PP.
Los nuevos partidos tienen complicado conseguir el voto rural (culpa de la ley electoral) y mayor que monopolizan el PP y el PSOE. Como escribe María Ramos en Politikon, “en 2008 y 2011 los apoyos a PP y PSOE eran bastante parecidos independientemente del grupo de edad. En las elecciones de 2015, sin embargo, los apoyos al PP y al PSOE son más numerosos entre votante de edades avanzadas”. Ciudadanos intenta crear un ambiente de consenso intergeneracional. Es el partido que parece tener más facilidad en captar voto transversal, lo que le obliga moverse con cuidado entre esas brechas. Aunque los votantes lo colocan en el centro derecha, roba votos al PSOE y ha llegado a pactar con ellos en Andalucía, la comunidad donde los socialistas tienen más poder y militancia.
Rivera usa ya el tono conciliador de un presidente, y busca mantener no solo un equilibrio ideológico sino también retórico. No puede funcionar siempre. Reivindica la política con mayúsculas pero recoge el descontento de la antipolítica: en el debate en Atresmedia, mencionó en varias ocasiones que era necesario explotar la “burbuja de la política”. Le faltó denunciar la politización de la política. Al despedirse, dijo “cuento con ustedes, cuento con vosotros”, apelando a todo el espectro de edad. Su votante potencial, sin embargo, es el que no sabe si es del grupo de “ustedes” o de “vosotros”.
Cuando Podemos comenzó a organizarse mediante círculos y redes sociales como Reddit, muchos les echaron en cara que olvidaran al votante que no estaba activo en internet o ni siquiera tenía conexión. El partido podía compensarlo con sus apariciones televisivas, al igual que Ciudadanos. Iglesias últimamente pide que los abuelos vayan con sus nietos a votar. Tiene un aire 15M: los padres del 68 llevando a sus hijos a vivir lo que ellos vivieron. En el programa de María Teresa Campos habló de sus abuelos socialistas. Rivera tiene un discurso generacional similar, aunque más centrado en la transición y la gratitud hacia la generación que construyó la democracia. Pero todavía ninguno de los dos se ha montado en un tractor en un pueblo de Ávila.
Ricardo Dudda (Madrid, 1992) es periodista y miembro de la redacción de Letras Libres. Es autor de 'Mi padre alemán' (Libros del Asteroide, 2023).