El gol de Messi no parpadea, sus regates se encabalgan sin puntuación. Comienza con un túnel tan grácil y contundente que sólo es paladeable en cámara lenta. Y termina engolosinado, humillando al portero sin necesidad: quiere el bang, la gambeta final. Messi, inconsciente, muestra la sabrosura de su ciencia, extiende el gol cuanto puede, hasta aquí, hasta ahora, sobre un fondo verde en el que no cabe la muerte.
– Julio Trujillo