Ni desnudos ni desvestidos: los dieciochomil del zócalo estaban encuerados.
Se está desnudo, pero se anda encuerado. Andar encuerado incluye a un público que atestigue la encueradez, mientras que el desvestido está solo. La gente sólo está desnuda cuando la viste el deseo de otra, por otra. Vamos, si todo desnudo está desvestido, no todo desvestido está desnudo, y ni uno ni otro andan encuerados.
Es curioso “andar en cueros” o “encuerado”, pues cuero es envoltura de animales, que en la gente, por más animal que sea, es piel. Es como “patas” por pies. Así, el que se encuera lo hace por analogía con lo único que de cuero legítimo tiene la gente, lo cabelludo (cuando a la lengua castellana le da por fabricar palabras feas no le gana nadie). Por eso andar en cueros también se llama “andar en pelos”. Como eso suena a realismo-socialista, se endulza como “andar en pelotas”, por pudor y homofonía y porque, en fin, los pelos traen de la mano lo que por razones humanistas llamaremos redondeces. La presencia de esos pelos explica que el participio “encuerado” sea además metonimia, pues la parte del cabelludo encuera la totalidad del cuerpo, pero… ¿sólo el piloso masculino? Las mujeres encueran mas no por pelos o pelotas, sino como víctimas de eso que pasa por piropo, confeccionado (seguramente) por Mauricio Garcés, vigesimonónico casanova de poliester, que seducía “hembras” baloon salivándoles al oído “estás hecha un cuero”, reduciendo el todo de la “hembra” a su cuero y no sólo regateándole dotes espirituales (a las que tiene derecho), cosa de suyo incorrecta, sino reclasificándolas como ganado vacuno o caballar –según cadera— con una deplorable altanería de carnicero.
Desde luego, esta mezcla de sustantivo y calificativo no tardó en ser utilizado por las señoritas, que ahora le dicen “cuero” a los viriles actores y cantantes de su predilección, y por los gays que, de creerle a Salvador Novo, llaman cuero al objeto de sus deseos, siempre y cuando el cuero cobre, y los deseos sean sexuales:
¡Qué le vamos a hacer! Ganar dinero
y que la gente nunca se entrometa
en ver si se lo cedes a tu cuero.
Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.