Las crisis económicas de los últimos años han alimentado el discurso populista, en detrimento de las ideas liberales, asociadas a menudo con la tiranía del mercado y la tecnocracia. La embestida ha sido tan generalizada que se habla de la “muerte del liberalismo”, pero acaso no sea sino una oportunidad para reinventarlo. A los tradicionales valores del pluralismo, la libertad de expresión y la limitación del poder, un renovado liberalismo debería añadir la igualdad, la solidaridad y un cambio de actitud hacia los desfavorecidos. Más que un sistema cerrado, el liberalismo tendría que ser un método abierto, dispuesto siempre a reconocer y aprender de los errores propios y ajenos