¿Quién cabalga a estas horas cruzando el viento y la noche?

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George Tabori

Auto de fe

Traducción de Juan de Sola

Barcelona, Cómplices, 2013, 94 pp.

En el alemán original, Auto de fe lleva el subtítulo de “Recuerdos”, que funciona casi como una advertencia de lo que es este breve y maravilloso libro: unas memorias condensadas, sintetizadas en cinco partes que son como fogonazos de la vida de la familia de George Tabori (Budapest, 1914 – Berlín, 2007), más que de la suya propia. Empieza contando su nacimiento, provocado por un ataque de risa recomendado por el médico para aliviar la tensión abdominal de su madre y postergado unas horas, a la espera de que llegue el domingo y así el recién nacido “tenga buena estrella”. Al poco de nacer, su vida corre peligro: su hermano Paul, seis años mayor, se disponía a tirarlo al Danubio, al igual que “Moisés, el de la Biblia, cuando era niño fue arrastrado por la corriente de un río.” Tabori recuerda: “No fue hasta pasados unos años cuando comprendí que uno no se libra nunca de la familia”, y el libro no hace sino confirmar esta sentencia.

Cuenta la historia de su madre, Elsa, de la que dice: “Mi madre fue madre y nada más”; y que: “No parece un personaje que se preste mucho a unas memorias literarias.” Pero, sin embargo, se revela como un ser fascinante: se hizo amiga de Greta Garbo y le hablaba al coche americano de su hijo. Elsa recordará la incoherencia de Ibsen, que a pesar de escribir Casa de muñecas, “una obra feminista”, obligaba a su mujer “a ir tres pasos por detrás”, lo que le llevará a preguntarle a su hijo: “¿Son todos los escritores tan raros, hijo mío?” Elsa huye de los alemanes y de los rusos en Budapest en una noche de invierno de 1945, se cobija en un sótano lleno de antisemitas, pero esgrime su estrella amarilla cuando los que llegan primero son los rusos. También cuenta la historia de su hermano Paul, escritor, cuya última gran mentira –a los dieciocho años– fue inventar una entrevista con Thomas Mann, que se publicó en el periódico Pester Lloyd. Paul se convertía así en “el colaborador más joven de un periódico serio en lengua alemana”. Auto de fe es la historia de Cornelius, el padre de George Tabori, periodista, que no estuvo presente en el nacimiento de su segundo hijo, “con motivo –decía él– de una misión histórica; y es que acompañó al príncipe heredero, Francisco Fernando, y a su mujer a Sarajevo”. El padre de Tabori, “Agotado tras un trayecto aburrido hasta Sarajevo, se retiró un par de horas al hotel, mientras el príncipe heredero y su esposa eran disparados por un nacionalista serbio y condenados al olvido.” Aparece también, como un personaje secundario carismático y estrafalario, la abuela Fanny, que tras la publicación del primer libro de Cornelius, “un trabajo de investigación sospechosamente bueno sobre la prostitución”, comenta: “Ay, Cornelius, ¡así que lo hiciste cuando yo no miraba!” La vida de George Tabori se cuela entre las de su familia y hace de Auto de fe una autobiografía camuflada: apenas se cuentan los viajes, los traslados (Inglaterra, Estados Unidos, Turquía, Italia).

El autor es el protagonista de la cuarta parte del libro, “Bigotes en las ventanas”, en la que cuenta el tiempo que pasó en Berlín trabajando en un hotel, su amor por Anne, la hija del dueño del hotel, de la que le gustan los ojos azules y los pechos enormes; su encuentro con Jutta, una alemana gigantesca que fuma en público, y sus conversaciones con uno de los pocos amigos que tiene en la ciudad. En la capital alemana se encuentra con el antisemitismo y cuando alguien afirma ser “nacionalsocialista”, el joven Tabori responde: “¿Las dos cosas?” Al final de ese capítulo, George vuelve a Budapest y sus padres van a recogerle a la estación. En el taxi, el padre pregunta: “Ese Hitler es la peste, ¿no crees?” Años después Tabori declararía que dejó la ciudad porque “Berlín no era lo bastante grande para los dos”; Hitler y él.

La quinta parte, “¿Quién cabalga a estas horas cruzando el viento y la noche?” –son los primeros versos del poema de Goethe “El rey de los elfos”– es la más emocionante y la que sintetiza mejor el libro: la vida y la muerte se dan la mano, como lo hacen la risa y el llanto. En esta última parte, el padre –que fue capturado por los nazis y estuvo en varios campos de concentración– es el protagonista. Cornelius es periodista (“hechos y más hechos, lo que haya en medio para mí es silencio, no soy escritor, no tengo talento para la elocuencia de las mentiras”, dice), tiene libros de Balzac, Flaubert, Sainte-Beuve y caricaturas pornográficas, acompaña a su hijo a un prostíbulo para que lo inicien en el sexo, lo lleva a Berlín en tren y es capaz de adentrarlo en un bosque para besarlo en secreto. No oculta que es judío aunque eso le cueste una paliza o su trabajo de redactor.

Auto de fe es también un retrato de la Europa del siglo XX: las dos grandes guerras, los campos de concentración, los nacionalismos y lo arbitrario y fugaz de la vida. Sin embargo, es un libro optimista, lleno de humor, ternura y belleza. Me gusta que no siga el orden cronológico de los acontecimientos, que el nacimiento sirva de apertura y de cierre, dándole una estructura circular al relato, y que vaya hacia delante y hacia atrás en el tiempo. Tabori cuenta lo esencial con un estilo conciso y preciso y se salta muchos detalles de su vida, como su trabajo en Hollywood o su trayectoria teatral. Va de la risa al llanto y de la ironía a la profunda comprensión de lo que nos hace humanos: las dudas, los errores, las alegrías, los reproches, la dignidad o los remordimientos por no haber abrazado a sus padres en un taxi son los protagonistas de estas memorias breves tremendamente inteligentes e iluminadoras. ~

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(Zaragoza, 1983) es escritora, miembro de la redacción de Letras Libres y colaboradora de Radio 3. En 2023 publicó 'Puro Glamour' (La Navaja Suiza).


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