Sin mover un solo centavo de lugar, la Cámara de Diputados autorizó el plan de gasto enviado por el Ejecutivo mexicano para el 2022. Los legisladores de la coalición mayoritaria usaron su fuerza grupal para respaldar sin comentarios el proyecto del presidente Andrés Manuel López Obrador y con ello inauguraron un nuevo papel para sí mismos: la de los croupiers que pierden mientras ayuden a que la casa gane.
No alcen las cejas. El grupo mayoritario y que respalda al presidente puede parecer un grupo victorioso, pero no es así y me explico. O lo intento.
Empecemos por lo obvio: la irrelevancia numérica de la oposición. A todos queda claro, supongo, que el presidente cuenta con la mayoría suficiente y legítima en la Cámara de Diputados como para desestimar las inquietudes presupuestales de panistas, priistas, perredistas, emecistas y adyacentes. Hacer caso omiso de las dos mil y un reservas de la oposición es prerrogativa de la mayoría, y esta sabrá si la usa toda o la dosifica para posteriores negociaciones en las que sí necesite votos extras. Hasta ahí, todo esperable. La oposición no cuenta. Ahora veamos a la bancada mayoritaria.
Morena es un partido cuyo innegable líder es el presidente, nadie lo discute, pero eso no significa que no represente a militantes y simpatizantes variopintos con batallas añejas y necesidades urgentes que los diputados federales conocen en sus distritos y en sus grupos ideológicos.
Los diputados federales guindas no son extraterrestres sin pertenencia ni máquinas autónomas programadas para aplaudir y cantar las mañanitas a su idolatrado jefe; aunque no les guste, tienen vínculos con electores y relaciones con fuerzas fácticas de distintos estados (no solo con los del sureste) y enfrentan exigencias particulares que van más allá de las pensiones a adultos mayores.
Sí, qué bueno que votan 40 mil millones de pesos extras para salud, pero qué extraño que no propongan ni un céntimo para el fortalecimiento de la atención médica en las entidades. A la historia que se escribe desde Palacio no le importa gran cosa que Morelos (morenista) tenga una de las tasas de mortalidad por diabetes más alta del país y que necesite urgentemente una inyección en recursos médicos, o que solo 4 de cada 10 michoacanos (ahora con gobierno morenista) tengan acceso a instituciones de salud y se sientan suertudos frente a los guerrerenses, los mexicanos más olvidados en ese rubro. La gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, no podrá contar con recursos adicionales para salir del último lugar en atención médica porque los legisladores de su partido (Morena) no están para ello y el presupuesto de la nación es para otras cosas.
Qué maravilla (dirán los lopezobradoristas, no yo), que hay carretadas de billetes para el Tren Maya en el sureste, pero qué pena (diré yo, no los lopezobradoristas) que Tabasco sea uno de los estados que mayor recorte presupuestal tendrá el año que entra, junto con Nuevo León, Sonora, Baja California Sur y la Ciudad de México.
Por cierto, los legisladores federales capitalinos tampoco pudieron abrir la boca. Qué lejos están esos días en que los lopezobradoristas (entonces en otro partido) peleaban hasta con resorteras por abrir la manguera de los recursos federales para lo que llamaban la capital de todos los mexicanos.
Algunos de los diputados de Morena representan sectores organizados o grupos temáticos (ambientalistas, mujeres, LGBTQ+, transportistas, agricultores) y a ninguno se le permitió asomarse al gasto del país para complementar el rumbo nacional con visiones regionales o sectoriales. Bueno, exagero: asomarse sí pudieron, como todos nosotros desde hace semanas, pero ¿alzar la voz y llevar sus banderas? ¿Subir a la agenda de su autoproclamada transformación los derechos educativos? Qué va. Son diputados para proteger el proyecto, no para hacerlo suyo. Enriquecer el pergamino firmado en Palacio es herejía y traición.
La aprobación del presupuesto de egresos 2022 es un triunfo en el terreno inmediato para Morena porque no se hizo ninguna concesión a los albiazules conservadores ni a los priistas de conveniencia, pero es una estrategia desgastante a mediano plazo porque tampoco incluyó a los diputados de Morena.
Aclaremos algo: que los legisladores de todos los partidos incluyan observaciones o negocien para proyectos estratégicos de sus estados o sus sectores o sus principales banderas ideológicas no es corrupción. Que los diputados cobren a sus sectores o territorios por negociar sí que lo es, pero la solución no es hacerlos a un lado en la construcción de presupuesto.
Los diputados –ni modo, qué lata– siguen pasando por elecciones; no son designados por el Presidente en turno, así que en algún momento tienen que voltear a ver sus redes, su territorio, sus banderas, sus amigos, incluso sus colegas de partido. La estrategia de responder solo a una persona tiene fecha de caducidad y es muy ingrata.
Hay 125 diputados de Morena (no hablemos de aliados) que fueron votados en sus distritos y es de esperar que busquen la reelección. Algunos ya están involucrados en los procesos locales de 2022, pero ¿con qué ojos negocian? Desde la lógica de Oaxaca o Hidalgo, los legisladores federales son irrelevantes, no buscaron injerencia en los temas apremiantes. La legisladora jalisciense Cecilia Márquez (en minoría en un estado emecista) tuvo a los periodistas locales encima y ha tenido mala prensa en estos días: ¿por qué desapareció el recurso federal para construir la urgente línea 4 de tren ligero? ¿Por qué no hay dinero para una presa? Bueno, dirán, Jalisco es actualmente gobernado por MC, pero ¿qué me dicen de los 13 diputados poblanos de Morena que no lograron empujar la reconstrucción de uno de los principales hospitales de su estado?
El camino de algunas entidades, previsiblemente, será la negociación directa con el presidente para transferencias discrecionales a través de programas federales.
¿Creen que el Instituto Nacional Electoral es el gran perdedor de este presupuesto? ¿Que su consejero presidente es el excluido porque no le dan recursos para una consulta intrascendente? ¡Qué va! A nadie le importa cómo se organice la insensata y artificial petición de revocación de mandato y ojo, ninguna función vital del INE está en riesgo.
No: entre los actores políticos, el gran perdedor no es el INE, el gran perdedor fue el equipo legislativo de Morena. Los grandes excluidos fueron sus diputados. La casa gana, pero los croupiers perdieron.
es politóloga y analista.