© Estate Vivian Maier, cortesía de Maloof Collection y Howard Greenberg Gallery, NY

Vivian Maier: incógnitas y fotografías reveladas

Una exposición en el Museo Franz Mayer reúne por primera vez en Latinoamérica la obra de la fotógrafa autodidacta Vivian Maier, cuyas imágenes dan cuenta de una historia personal y sensible.
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Hay en el ejercicio de la fotografía una manera de reapropiarse del mundo. No como una conquista, sino desde el gesto de volver imagen aquellas circunstancias, detalles o enfoques que han llamado la atención de quien se posiciona detrás de la cámara y, entonces, a partir de un clic, se vuelven un objeto de archivo para la posteridad. La exposición Rev(b)elada: Vivian Maier, fotógrafa en el Museo Franz Mayer presenta por primera vez en México y Latinoamérica la obra de la fotógrafa autodidacta quien trabajó como niñera durante parte importante de su vida, mientras acompañaba sus días con una cámara bajo el brazo. Por un golpe de suerte o una coincidencia extraña, sus rollos fotográficos fueron recuperados y revelados muchos años después de que la fotógrafa capturara esas imágenes. Esta exposición plantea diversas preguntas sobre su vida y su trabajo a la par de mostrar la belleza y la potencia de su obra.

Para Vivian Maier (Nueva York, 1926 – Oak Park, 2009), la creación de imágenes era un ejercicio individual, una crónica personal de su mundo. Nunca reveló sus rollos por cuestiones económicas –en aquella época le resultaba más fácil comprar más rollos que imprimir sus fotografías–, y en algún punto de su vida tuvo que resguardar sus cosas, negativos incluidos, en una bodega. La historia cuenta que en 2007, el realizador y fotógrafo estadounidense John Maloof estaba buscando fotografías de época para un libro en el que estaba trabajando, y descubrió la obra de Maier al adquirir en remate un lote de fotografías. Cuando reveló los rollos se encontró con la propuesta visual y narrativa de una mujer interesada en capturar la vida cotidiana de Chicago y Nueva York entre 1950 y finales de la década de 1980, al mismo tiempo que reafirmaba su identidad a través del ejercicio del autorretrato. Maloof reconoció el valor de estas imágenes y comenzó a circularlas en internet.

La exhibición en el Franz Mayer presenta más de 200 fotos y algunos objetos personales que aluden a la presencia y energía de Maier. En su obra destaca su habilidad técnica para capturar detalles arquitectónicos, retratos de personas, gente en movimiento, hiperfocalizaciones y juegos con espejos. Hay una pregunta que ronda por mi cabeza mientras veo su obra y tiene que ver con las nociones del archivo y también con la presentación misma de las imágenes. La fotógrafa falleció dos años después de que empezaran a circular sus imágenes y Maloof realizó una larga investigación para entender quién era esta mujer pues, como no era reconocida como artista ni fotógrafa, no había mucha información sobre ella. Actualmente Maier es considerada un ícono de la fotografía callejera, sus imágenes son tan potentes como íntimas, austeras e introvertidas.  Pero, ¿por qué nunca mostró sus fotografías? Además de los motivos económicos, ¿habrá querido guardar las imágenes para ella misma? ¿Qué pensaría de la manera en la que sus fotos recorren el mundo actualmente? Hay algo en la delicadeza de sus imágenes, en la mirada tan íntima que reproduce del mundo, que me hace cuestionar el sentido de la foto no revelada y cómo esta también corresponde a una postura frente al mundo y a la producción artística.

Jacques Derrida propuso el concepto de “mal de archivo” para cuestionar la naturaleza del archivo y su relación con el olvido y la memoria. El autor reconocía que, si bien nos atraviesa la necesidad de archivar y dejar registro de nuestra historia, en este ejercicio también descartamos otras tantas narrativas y posibilidades. En el caso de la obra de Maier, nos encontramos con un archivo frágil que probablemente no corresponda a un gesto objetivo y neutral, sino que está impregnado de intenciones y sesgos que moldearon su comprensión de la realidad. El archivo fotográfico de la artista sirve como invitación para pensar cómo interactuamos con el pasado, qué historias preservamos y cuáles otras se quedan en el olvido.

Por otra parte, Thomas Bernhard comparte en En busca de la verdad que “lo que pensamos es repensado, lo que sentimos es caótico, lo que somos no está claro”. Esta frase resuena durante el recorrido de la exposición, porque al ver la obra de Maier reconozco que sus imágenes establecen un diálogo entre la creación de la imagen y la construcción de la memoria individual y colectiva. De esta fotógrafa destacan los autorretratos que se hizo, muchas veces buscando su imagen en los reflejos de las calles o de los espejos. ¿Cómo crear una representación visual desde la visión femenina que es atravesada por el lente fotográfico? ¿De qué manera habrá pensado en las imágenes no solo como documentos de archivo sino como una experiencia física y sensorial? La mirada de Maier construye su propia imagen a través de la fotografía.

Quizá Maier tomaba fotos por el placer de crear una memoria personal, por el amor al sonido del clic, por devolver la mirada hacia su propia existencia y hacia aquellas personas que podrían pasar desapercibidas en los suburbios de Nueva York y Chicago. Quizás entendería las imágenes de otra manera si las viera expuestas en un museo, como sucede ahora. Quizá no se hubiera imaginado el reconocimiento que vendría para ella tantos años después.

El tiempo y el espacio son dos elementos inmateriales de las fotografías y en el caso de Maier, se suma también el valor de la memoria y la recuperación de su trabajo. Sus imágenes blanco y negro, hechas primero con una cámara Rolleiflex y posteriormente con una Leica, dan cuenta de una historia profundamente personal y sensible. Sus encuadres reflejan su manera de leer el mundo: las miradas importan, los detalles que encontramos en cada foto dan fe del interés de la fotógrafa por capturar los gestos de las personas, la energía de las infancias que cuidaba, la manera en que se construía y cambiaba la arquitectura de los sitios que transitaba. A pesar de no tener mucha información sobre sus motivaciones e inquietudes personales, en estas piezas se percibe que no hay distancia emocional entre la imagen y la escena capturada, no hay indiferencia ante el mundo por parte de la artista. El trabajo revelado de Maier hace que los espacios urbanos se vuelvan su propio universo, como una observadora silenciosa de la vida privada y pública. ~

Rev(b)elada: Vivian Maier, fotógrafa se presenta en
el Museo Franz Mayer hasta el 19 de mayo de 2024.

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es egresada de literatura y ha colaborado en
distintos medios culturales


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