En Nochebuena, al mismo tiempo que MĆ©xico se convertĆa en el primer paĆs latinoamericano en iniciar su programa de vacunaciĆ³n contra la covid-19, en el Estado de MĆ©xico, Jorge Alejandro LĆ³pez, un mĆ©dico interno de pregrado de 29 aƱos, luchaba por su vida. LĆ³pez habĆa contraĆdo la enfermedad en su trabajo, apenas unas semanas antes de que la primera vacuna fuera aplicada a una enfermera. Realizaba su turno en el Ć”rea de urgencias como parte de su formaciĆ³n, aunque el hospital no debĆa de asignar internos a Ć”reas de alto riesgo, como urgencias y unidades de cuidados intensivos, debido a la covid-19. Peor aĆŗn, el hospital enviaba a LĆ³pez y a otros trabajadores de la salud a estas Ć”reas con un cubrebocas como Ćŗnica protecciĆ³n.
A casi un aƱo del inicio de la pandemia que le ha costado la vida a mĆ”s de 155 mil personas en MĆ©xico (el tercer nĆŗmero mĆ”s alto de muertes por covid-19 en el mundo), el personal mĆ©dico todavĆa carece de equipo de protecciĆ³n para enfrentar la crisis. Los trabajadores sanitarios representan uno de cada siete casos positivos (la misma proporciĆ³n que en Estados Unidos, de acuerdo a cifras de la OrganizaciĆ³n Panamericana de la Salud dadas a conocer en septiembre) y hasta el 11 de enero se acumulaban 2,580 muertes en ese grupo. Con las infecciones de covid-19 en aumento, los trabajadores de la salud no solo exigen una oportunidad de recibir la vacuna que podrĆa salvarles la vida, sino algo mucho mĆ”s bĆ”sico: protecciĆ³n.
MĆ©xico no es el Ćŗnico paĆs que tiene preocupaciones por la inadecuada protecciĆ³n del personal sanitario expuesto durante la pandemia. Sin embargo, la situaciĆ³n se ve exacerbada por un sistema de salud pĆŗblica altamente segmentado y con pocos recursos. Peor aĆŗn, el paĆs promete el acceso universal a la atenciĆ³n mĆ©dica, pero frecuentemente no puede proveerla a aquellos que trabajan dentro del sector.
Los mĆ©dicos internos no pueden elegir dĆ³nde hacer sus prĆ”cticas. Tal es el caso de Jorge Alejandro LĆ³pez, quien fue asignado al Hospital General de Ecatepec en julio pasado. La zona del Valle de MĆ©xico, donde se encuentra Ecatepec, no cuenta con hospitales suficientes para atender a las mĆ”s de 21 millones de personas que lo habitan. Tan solo Ecatepec tiene mĆ”s de 2.5 millones de habitantes. El 12 de diciembre, LĆ³pez les informĆ³ a sus supervisores que presentaba posibles sĆntomas de covid-19, pero se le indicĆ³ que siguiera trabajando. Cuando los dĆas transcurrieron y LĆ³pez fue empeorando, el hospital le realizĆ³ una prueba de covid-19 y le sacĆ³ una radiografĆa de los pulmones. Nuevamente, los supervisores le dijeron que continuara con su turno, ya que no se veĆa enfermo. El hospital no le otorgĆ³ la incapacidad laboral. Tampoco le darĆa los resultados del examen que se realizĆ³ el 15 de diciembre sino hasta semanas mĆ”s tarde. Debido a esto, LĆ³pez continĆŗo presentĆ”ndose a trabajar hasta el 18 de diciembre. Finalmente, despuĆ©s de largas semanas de preocuparse por la posibilidad de perder su pasantĆa no remunerada o, peor, su vida, LĆ³pez, ya sin poder respirar, fue ingresado al mismo hospital el 4 de enero. Sus compaƱeros se apresuraron a conseguir guantes antes de que pudieran intentar resucitarlo. DespuĆ©s, narrarĆan que les hicieron falta alcohol, agujas y equipo de protecciĆ³n para atender a LĆ³pez, quien muriĆ³ 40 minutos despuĆ©s de llegar al hospital en donde alguna vez salvĆ³ vidas. (Como respuesta al caso de LĆ³pez, que tuvo una gran cobertura mediĆ”tica, la SecretarĆa de Salud se posicionĆ³ en contra de la negligencia de los administradores del hospital por hacer caso omiso a los protocolos sanitarios de covid-19 para mĆ©dicos internos.)
El deplorable estado en el que se encuentra el sistema de salud pĆŗblica precede a la covid-19, pero la pandemia ha intensificado los efectos de una corrupciĆ³n arraigada y del poco presupuesto gubernamental. En MĆ©xico hay 1.4 camas de hospital por cada mil habitantes, una proporciĆ³n significativamente inferior a las 4.7 camas que en promedio tienen las naciones pertenecientes a la OrganizaciĆ³n para la CooperaciĆ³n y el Desarrollo EconĆ³micos (OCDE). De acuerdo a la propia SecretarĆa de Salud, MĆ©xico tiene un dĆ©ficit de alrededor de 500 mil doctores y enfermeras, a lo que se agrega los bajos salarios que obligan a los trabajadores sanitarios del sector pĆŗblico a tener dos o hasta tres trabajos. Por lo menos 87 mil trabajadores de salud tienen contratos temporales con los cuales no tienen seguridad social y beneficios como seguro mĆ©dico, pensiĆ³n, indemnizaciĆ³n por despido, entre otros. Y para los mexicanos que buscan atenciĆ³n, un sector de salud pĆŗblica enfermo implica tratamientos deficientes. Por ejemplo, los padres de niƱos con cĆ”ncer llevan meses haciendo una campaƱa de gran repercusiĆ³n mediĆ”tica para asegurar el tratamiento de sus pequeƱos.
La poblaciĆ³n ha visto con horror cĆ³mo los hospitales pĆŗblicos se han convertido en la zona cero de los brotes de covid-19. En los Ćŗltimos meses, los hospitales de la Ciudad de MĆ©xico y sus alrededores estĆ”n peligrosamente cerca de alcanzar su mĆ”xima capacidad, lo que ha llevado a los profesionales mĆ©dicos a suplicarle a las personas que se queden en casa. El gobierno federal ha tomado algunas medidas para intentar aliviar el sobrecargado sistema de salud mediante la contrataciĆ³n de miles de nuevos mĆ©dicos y enfermeras, la reconversiĆ³n de hospitales y otros espacios para aumentar la capacidad de camas, ademĆ”s de la ayuda econĆ³mica que proporciona a quienes trabajan en las Ć”reas covid-19. Pero las precarias condiciones laborales continĆŗan.
En MĆ©xico, el plan nacional de vacunaciĆ³n comenzĆ³ en las ciudades donde los hospitales estaban a punto de saturarse, y se le dio prioridad al personal mĆ©dico y a los trabajadores que trabajan con pacientes con covid-19. Una vez que se cubra todo el personal de salud activo, seguirĆ” el resto de la poblaciĆ³n por grupos de edad, de mayor a menor. El objetivo es vacunar a 750 mil trabajadores sanitarios para finales de enero, y asĆ continuar la campaƱa con los adultos mayores.
Poco despuĆ©s de que se transmitiera la primera aplicaciĆ³n de la vacuna, en Nochebuena, las cosas empezaron a ir mal. El director de un hospital en el Estado de MĆ©xico presuntamente ignorĆ³ las instrucciones de vacunar antes que nadie a los trabajadores de primera lĆnea y se aplicĆ³ la vacuna antes que ellos, ademĆ”s de enlistar a miembros de su familia. Luego llegĆ³ la foto que se hizo viral de un musculoso oftalmĆ³logo que recibĆa la inyecciĆ³n. En las redes sociales pronto se asegurĆ³ que Ć©l no era un trabajador de primera lĆnea. Y el 31 de diciembre, una pediatra hizo pĆŗblica su renuncia en las redes sociales, despuĆ©s de haber sido testigo de que los administradores de un hospital se saltaban los turnos. Apenas unos dĆas despuĆ©s de haber iniciado el plan de vacunaciĆ³n, algunos trabajadores de la salud ya organizaban protestas.
Para una mĆ©dica interna, colega de LĆ³pez, que trabaja en el Hospital General de Ecatepec y que pidiĆ³ no ser identificada por temor a represalias, las vacunas covid-19 no son la mĆ”xima prioridad. āEl equipo de protecciĆ³n personal sigue siendo esencial. De lo contrario, el personal mĆ©dico seguirĆ” muriendoā, dijo por telĆ©fono. La joven de 23 aƱos ha tenido que llevar sus propias batas quirĆŗrgicas, cubrebocas, agujas, guantes y desinfectante a cada turno durante los casi seis meses de su pasantĆa no remunerada. DespuĆ©s de ver morir a su amigo cercano, ya no estĆ” segura de querer continuar sus estudios de medicina en MĆ©xico.
āEs doloroso ver que el hospital le niega a su propio personal la atenciĆ³n y los servicios que desesperadamente necesitaā, dijo, refiriĆ©ndose a LĆ³pez. “Duele ver que no se preocupan por ti y que solo eres un nĆŗmero”. Luego de que la muerte de LĆ³pez atrajera la atenciĆ³n de los medios, la FES Iztacala, donde estudiaba, retirĆ³ a sus mĆ©dicos internos del Hospital General de Ecatepec hasta que se pudieran garantizar condiciones de trabajo seguras, y ordenĆ³ evaluar otras instalaciones mĆ©dicas.
Los trabajadores de la salud a menudo se mantienen en silencio por temor a represalias y a amenazas de los administradores, muy pocos hablan y protestan. Francisco JuliĆ”n MartĆnez, de 46 aƱos, enfermero en la Ciudad de MĆ©xico, pertenece a la UniĆ³n Nacional de Trabajadores por la Salud de MĆ©xico, un grupo de personal sanitario que denuncia el juego sucio en el sistema de salud pĆŗblica del paĆs. MartĆnez ha sido enfermero durante 24 aƱos, y si bien ya recibiĆ³ la vacuna, no dudĆ³ en unirse a los manifestantes que el 2 de enero salieron a exigir un acceso justo a la vacuna. āLos hospitales son nuestro segundo hogar, somos una familia ādijo entre turnosā y cuando nadie nos respalda, tenemos que cuidarnos unos a otrosā.
El grupo ha organizado varias protestas este Ćŗltimo aƱo y sigue de cerca la distribuciĆ³n de la vacuna. Carolina Morales, de 36 aƱos, administradora en el hospital La Raza en la Ciudad de MĆ©xico, y miembro del grupo, dice que solo le piden al gobierno mĆ”s supervisiĆ³n y transparencia. Morales ha sido testigo de primera mano del despliegue dentro de su hospital y dice que la estrategia, tal como estĆ” hoy en dĆa, estĆ” sujeta al nepotismo. “No entiendo por quĆ© las listas tienen que ser un secreto de Estado”, dijo sobre la manera en que se asignan las vacunas a los trabajadores.
Sharon LĆ³pez, la hermana de Jorge, no cree que su hermano hubiera recibido la vacuna a tiempo, pero esto ya no importa. Su familia no ha tenido mucho tiempo para procesar la muerte de Jorge, porque su padre fue hospitalizado luego de desarrollar un caso grave de neumonĆa por covid-19. āJorge fue un hĆ©roe con bata blancaā, dijo. āSolo queremos justicia para Ć©l y un mejor trato para todos los mĆ©dicos internosā.
Este artĆculo es publicado gracias a la colaboraciĆ³n de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de Slate, New America y Arizona State University.