gattaca
Poster promocional de Gattaca.

Qué piensan las personas que trabajan en genética sobre Gattaca, a 25 años de su estreno

Aun con sus clichés e imprecisiones, la cinta de ciencia ficción de 1997 sintetiza temores aún presentes en torno a la edición genética, y sirve para iniciar conversaciones sobre la ética de la investigación en esa área.
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Como muchas personas, la primera vez que vi Gattaca fue en la escuela. Era séptimo grado (primero de secundaria) y estábamos a la mitad de la parte de genética en el programa. La película, que se estrenó en 1997 y que marcó el inicio de la poco afortunada relación entre los actores Ethan Hawke y Uma Thurman, está ambientada en un mundo en el que la selección genética garantiza que los niños tengan los mejores rasgos –y la mejor vida– posibles. La película sigue a Vincent Freeman (interpretado por Hawke), un “in-válido” concebido de forma natural y con alto riesgo de desarrollar un defecto cardíaco. Al no poder ser contratado para nada salvo para trabajos de limpieza, decide hacerse pasar por un “válido”, utilizando las muestras de ADN de una antigua estrella de la natación para conseguir un trabajo en Gattaca Aerospace Corp. Mi profesora buscaba utilizar la película para mostrarnos los posibles dilemas éticos del genoísmo –la discriminación basada en la genética– y la eugenesia (y quizá también para aligerar un poco su carga de trabajo durante algunas clases).

En octubre se cumplen 25 años del estreno de la película. Desde entonces, la palabra Gattaca, formada por las letras que representan las cuatro bases nitrogenadas que componen nuestros genes, se ha convertido en una manera de referirse a un futuro distópico posibilitado por la ingeniería genética. “Hablamos de Un mundo feliz, hablamos de 1984, hablamos de Frankenstein, hablamos de Gattaca“, dijo Josephine Johnston, experta en las implicaciones éticas, legales y políticas de las tecnologías biomédicas en la organización sin fines de lucro Hastings Center. “Es una de esas representaciones culturales que muestran un foco específico de preocupaciones”.

La película se estrenó aproximadamente un año después de que se clonara el primer mamífero, la oveja Dolly, por lo que realmente se insertó en las conversaciones populares sobre la ética y la tecnología genética. “En una época en la que leemos sobre ovejas clonadas y tomates cruzados con peces (una referencia a los alimentos modificados genéticamente), la ciencia usada en Gattaca es teóricamente posible”, escribió el crítico de cine Roger Ebert en una reseña justo después del estreno de la película.

Y desde entonces, la gente ha invocado la película como una advertencia: Gattaca muestra un futuro en el que la tecnología genética ha creado una sociedad en la que los científicos determinan tus genes y tus genes determinan quién eres. “La única defensa que tiene la sociedad para no seguir un camino que lleve a un mundo tipo Gattaca –bebés de diseño, una raza superior– es la toma de conciencia y el escrutinio del público”, dijo un médico durante una transmisión de la cadena de televisión CNN en el año 2000 sobre bebés de diseño, es decir, los bebés diseñados genéticamente para tener ciertos rasgos.

En 2008, el Congreso de Estados Unidos aprobó la Ley de No Discriminación por Información Genética (GINA por sus siglas en inglés), que impide a los empleadores y a las compañías de seguros médicos utilizar la información genética en contra las personas. Aunque la GINA se propuso por primera vez unos años antes del estreno de Gattaca, la película sirvió para hablar de ella. “Aquí no es Gattaca: la ley en contra de la discriminación genética entra en vigor”, dice el titular de un artículo sobre la ley en la revista Discover de 2009.

Particularmente, parece que Gattaca sale a colación cada vez que se habla de tecnologías como la herramienta para editar genes CRISPR-Cas-9, o de procedimientos como las pruebas genéticas preimplantacionales, que permiten a médicos analizar embriones en busca de determinados rasgos, tal y como hacían en Gattaca. (El uso de CRISPR-Cas-9 para editar células de la línea germinal humana, como los embriones, está prohibido en Estados Unidos, pero las pruebas genéticas preimplantacionales se utilizan en la fecundación in vitro en las clínicas de fertilidad).

En 2013,  la revista Scientific American hizo una clara comparación de los avances tecnológicos y las implicaciones éticas del uso de las pruebas genéticas preimplantacionales en el artículo titulado “¿Estamos demasiado cerca de hacer realidad Gattaca?”

Y después de que un científico utilizara CRISPR para crear los primeros bebés editados genéticamente en 2018, Ed Yong escribió enThe Atlantic: “Incluso sin especular sobre los bebés diseñados y los futuros tipo Gattaca que pueden o no llegar a suceder, los detalles sobre lo que ya ha sucedido son lo suficientemente irritantes”. (El científico fue ampliamente criticado y condenado a tres años de prisión).

Estos son solo algunos de los innumerables ejemplos de artículos sobre la ética de la edición genética que aluden a Gattaca. De hecho, la editora de Future Tense dice que constantemente retira de los artículos referencias a la película, porque resultan “un poco cansadas”.

Dada la relación aparentemente estrecha entre la película y las tecnologías genéticas modernas, tenía curiosidad: ¿las personas que trabajan a diario con estas herramientas y conceptos también se cansan de Gattaca? Decidí preguntarles con qué frecuencia aparece la película en su día a día y si creen que ha sido útil para la sociedad, o solo una forma de crear pánico moral.

Deanna Darnes es asesora genética en Dallas, donde habla con los pacientes sobre defectos de nacimiento, anomalías cromosómicas y trastornos de un solo gen, y les ayuda a encontrar opciones de pruebas genéticas. Ha comprobado que la película dejó a algunos pacientes –particularmente a aquellos que son de su edad o mayores– confundidos sobre el funcionamiento de la genética y lo que la tecnología puede hacer por los fetos con enfermedades genéticas. Darnes señaló que algunas personas salieron de la película con una visión demasiado simplificada de la genética, como si un gen codificara un rasgo.

“Nos alegramos de que los pacientes sepan lo que verdaderamente es la genética, pero eso los ancla a pensar que ciertas cosas son permanentes cuando no lo son”, dijo. “La gente no entiende que los genes son un gran circuito. Funcionan en conjunto, no como un interruptor de luz. Tenemos que dejar de hacer los rudimentarios cuadrados de Punnett de ‘es esto o aquello’, porque no es así. Es un espectro”.

Los expertos en otras áreas de la genética también señalaron que, debido a que la película va a cumplir 25 años, los chistes sobre Gattaca se quedan cortos.

“Creo que pienso en ello más que mis pacientes, porque cuando preguntan qué estamos analizando en los embriones, en ocasiones les digo: ‘No es como en Gattaca, no podemos analizar los rasgos específicos. Cuando examinamos los embriones en general, examinamos los cromosomas'”, dijo Paula Brady, endocrinóloga reproductiva de Columbia University. “Creo que la película es lo suficientemente vieja como para ya no ser un marco de referencia”.

Brady también señaló que la película se basa en la premisa de que la genética es un destino ineludible, y no toma en cuenta la posibilidad de que la manifestación de ciertos genes puede variar significativamente de una persona a otra.

“Asume que la predisposición es sinónimo de inevitabilidad, y sabemos que eso no es cierto”, explicó. Y para algunos de sus pacientes, que dependen de óvulos y/o esperma de donantes, es complicado no tener control sobre el proceso de reproducción. Les dice que “la forma en que los genomas se unen y forman embriones e individuos se parece a una ‘máquina tragamonedas’. No es algo sobre lo que tengamos tanto control”.

Brady también señaló que la película no aborda otros factores que pueden influir en el desarrollo del niño. “Al ver la película ahora, me resultó triste el grado en que minimiza a los padres y a la crianza, algo que sabemos que no es verdad”.

Pero el genetista Jonathan Pettitt cree que la película sí sugiere que la genética no lo es todo.

“En Gattaca, la seductora certeza que ofrece el determinismo genético acaba siendo hábilmente socavada cuando Vincent (Ethan Hawke), una de las pocas personas nacidas al margen del proceso de preselección, demuestra estar más que a la altura de sus compañeros genéticamente perfectos”, escribe en un artículo de 2016 en The Conversation. “El mensaje final de la película es que tu ADN no es tu destino, que es precisamente lo que la ciencia respalda ahora cada vez más. Siendo así, dejarnos engañar por la ciencia ficción es un asunto tan desafortunado como extraño”.

Algunas personas que trabajan directamente con tecnología como la de Gattaca no oyen hablar de la película tan a menudo como uno podría pensar. Megan Hochstrasser, que actualmente es editora principal en Arcadia Science, obtuvo su doctorado trabajando en sistemas CRISPR naturales en la University of California, Berkeley.  Hochstrasser formaba parte del laboratorio cuando CRISPR-Cas-9 despegó como herramienta de ingeniería genética. No fue sino hasta que surgió el componente de edición de genes que se hizo evidente la relación de su trabajo con Gattaca.

“Como mi trabajo era tan básico y no estaba haciendo edición de genes en los primeros días, por un tiempo no pensé realmente en Gattaca como algo que se aplicara a mi vida o a mi propia investigación”, explicó. “Conforme la gente empezó a sacarlo a relucir todo el tiempo y se ha convertido en una referencia omnipresente, empecé a pensar más en ello”. Señaló que en algún momento un grupo de miembros del laboratorio se reunió para refrescar su memoria (y algunos la vieron por primera vez).

“No creo que sea una referencia tan conocida para el público en general”, añadió Hochstrasser. “Parece que es algo a lo que la comunidad científica le gusta mucho referirse y, sin duda, muchos aficionados la conocen, pero creo que la conocen y les importa mucho menos de lo que creemos”.

Dejando a un lado los clichés y las ideas erróneas, todos los expertos con los que hablé consideran que es una representación decente de las preocupaciones que tenía la gente sobre la genética reproductiva y la eugenesia.

“Al principio pensé: ‘Mucha gente hace referencia a ella, yo no debería hacerlo, está un poco trillado’, pero luego me di cuenta de que en realidad es relevante, así que definitivamente voy a referirme a ella”, dijo Johnston.  “Muchas veces he sentido que las películas y los libros hacen un mejor trabajo que los académicos en bioética a la hora de dar vida a algunas de esas preocupaciones y argumentos sobre quiénes somos como humanos, como padres, qué significa amar incondicionalmente, qué es saludable y qué es bueno”.

Y, sobre todo, es un buen trampolín para iniciar conversaciones sobre la ética de la investigación genética.

“Creo que es una buena forma de abordar los futuros distópicos y una manera de que la gente los imagine, y también un punto de partida para pensar en las cosas de una manera más profunda”, dijo Hochstrasser. “A veces la gente tiene una imaginación limitada, y cuando intentas tener estas discusiones sobre las implicaciones sociales de la ciencia y cómo todos tenemos que preocuparnos colectivamente por estas cosas para hacer del futuro algo que queremos, puede ser útil tener un punto de referencia como ese”.

Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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