La ventaja de China en la competencia por las interfaces cerebro-computadora

China es el principal proveedor de primates no humanos esenciales para la investigación biotecnológica. Esto implica problemas para Estados Unidos, su rival y líder en ese campo.
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Pager mueve febrilmente un joystick mientras juega al Pong, su juego favorito. Pero esto es solo la fuerza de la costumbre: el joystick no está conectado a nada. Sin embargo, la pelota rebota por la pantalla. Pager utiliza sus pensamientos para jugar a través de las conexiones neuronales directas en su dispositivo Neuralink recién implantado. Pager no es el típico niño de 9 años: es un macaco que proporcionará información valiosa a la empresa de Elon Musk, para que eventualmente pueda generar pruebas de este dispositivo médico invasivo en humanos. De hecho, esta representación tuvo lugar en un evento de Neuralink en directo, en el que se presentó por primera vez un modelo funcional del implante. Pager también se está convirtiendo en un recurso cada vez más valioso y limitado en la investigación mundial. Lo que es aún más significativo es que también puede ser un componente clave para la política mundial y la seguridad nacional de Estados Unidos.

Como hemos visto en los últimos dos años, la pandemia de covid-19 ha expuesto las debilidades del suministro y la investigación médica. Los primates no humanos utilizados en la investigación médica no han sido la excepción. Como informó  el New York Times en febrero, los investigadores de la vacuna de covid-19 se encontraron con una escasez mundial de primates, fundamentales para las etapas tempranas de los ensayos clínicos. Este problema se agravó cuando China, el principal proveedor mundial de primates, prohibió su exportación. Antes de la pandemia, China suministraba más del 60% de los primates de investigación utilizados en Estados Unidos. Hoy, aún no está claro cómo y cuándo los volverá a exportar.

No es la primera vez que han existido problemas de suministro global de primates. India fue el mayor proveedor de primates hasta que, en 1978, la preocupación por su uso en pruebas militares de Estados Unidos llevó al gobierno indio a detener su venta. Esta medida fue vista como respuesta a los grupos defensores de los derechos de los animales, ya que los primates utilizados en las pruebas militares con frecuencia morían. China llenó ese vacío ofreciendo tanto el suministro como normas éticas y reglamentarias más indulgentes. Cortejó a los científicos estadounidenses no solo para que utilizaran a sus primates, sino también para que vinieran a desarrollar las investigaciones en sus laboratorios. Esto ayudó inmediatamente con el suministro, pero quizá no fue tan positivo para el bienestar de los animales. Aunque los científicos occidentales han informado que los primates no son maltratados, no se puede negar que los marcos normativos y éticos son mucho más laxos. Actualmente China es quizás el mayor actor en el mercado de primates no humanos.

Actualmente, múltiples empresas están desarrollando dispositivos sofisticados de interfaz cerebro-computadora, o ICC, muchos de los cuales tendrán que ser probados en primates antes de iniciar los ensayos con humanos. Estos dispositivos se están desarrollando en los ámbitos médico, militar y de consumo. Pretenden ofrecer nuevos tratamientos en algunos de los males más complicados, como la parálisis, la apraxia del habla e incluso la depresión. Sin embargo, recogerán los datos más sensibles posibles: los propios pensamientos humanos. De hecho, un grupo de investigadores utilizó recientemente una ICC en un individuo con parálisis, permitiéndole escribir con el dictado de sus pensamientos.

La investigación con primates es fundamental para la estrategia china de dominar el futuro de la biotecnología y la inteligencia artificial. El desarrollo de las ICC descansa en este vínculo, y el “China Brain Project” (Proyecto Cerebro de China) les da prioridad. Los investigadores chinos han reconocido que actualmente están rezagados respecto a Estados Unidos en el desarrollo de la ICC, pero afirman que podrían alcanzarlos en un plazo de cinco a diez años. Aunque esta estimación puede ser demasiado optimista, podría ser posible dado el apoyo del Estado chino y su ventaja en la investigación con primates.

Desde mediados de la década de 2000, China ha estado trabajando en la creación de una infraestructura de investigación con primates. En el proceso está legitimando sus propios esfuerzos de investigación, así como atrayendo a socios y clientes internacionales, interesados por su escala, el costo relativamente bajo y la facilidad de realizar sus experimentos dentro de las fronteras chinas. Actualmente hay más de 100 instituciones y empresas que proporcionan modelos de primates en el país. La más destacada es el Centro Nacional de Recursos para Primates no Humanos, que se encuentra en funcionamiento parcial y aún en construcción, en la provincia suroccidental de Yunnan. Este “tanque de recursos” centralizado a nivel nacional está orientado a satisfacer las necesidades del objetivo de China de dominar la biotecnología en el futuro.

Esta estrategia de construir una infraestructura de investigación, lo suficientemente sofisticada tanto para cumplir con las necesidades de la estrategia biotecnológica de China como para atraer a entidades foráneas, es preocupante en algunos aspectos. En primer lugar, la dominación del mercado de experimentación en primates significa que el sistema centralizado chino puede negar el acceso cuando le sea conveniente a nivel estratégico, como puede ocurrir en el caso de otra pandemia global, o si retrasar el desarrollo tecnológico estadounidense pudiera impulsar el desarrollo propio del país oriental. El engrosamiento de la capacidad de China fue, al menos en parte, una respuesta al atasco de la investigación con primates en otros lugares, pero ahora puede generar sus propios embotellamientos para debilitar a otros. En segundo lugar, el control del mercado de la investigación en primates es útil en la búsqueda de transferencia tecnológica hacia China, ya que las entidades foráneas que deseen realizar experimentos con primates chinos deberán enviar su tecnología y conocimiento hacia dicho país. Así, las instituciones y compañías que están a la vanguardia le estarán enseñando a China cómo cerrar la brecha de la innovación.

Finalmente, China ha creado un proceso integrado para trasladar los experimentos con primates a los ensayos clínicos en humanos mediante incentivos de costo y rapidez. Su objetivo es atraer a las entidades extranjeras para que primero desplieguen sus innovaciones en el mercado nacional de China, de maneras en que el gobierno central pueda tener influencia en ellas. Por lo tanto, a pesar de que los investigadores extranjeros pueden beneficiarse de la laxitud normativa, también podrían estar entregando a China valiosa propiedad intelectual de forma inadvertida. Además, China puede recopilar valiosos datos neuronales recogidos por estos ICC, lo que le da una ventaja técnica. Esto podría suponer también un riesgo para la seguridad de Estados Unidos, ya que el Big Data permite la vigilancia y nuevas formas de ciberataques.

La escasez de primates no humanos de China, ocasionada por la crisis de covid-19, no debe verse como un problema de cadena de suministro global, sino como una señal de advertencia para el futuro del desarrollo tecnológico y de medicamentos. Asimismo, nuestro estándar de oro para el bienestar animal no tiene sentido si permitimos que la industria se traslade sutilmente a China para el desarrollo de neurodispositivos. Depender de China para los primates no humanos para la investigación representa una potencial amenaza para los desarrolladores de tecnología, los responsables políticos y la seguridad nacional de Estados Unidos.

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Este artículo es publicado gracias a una colaboración de Letras Libres con Future Tense, un proyecto de SlateNew America, y Arizona State University.

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es estudiante de doctorado en la School of Life Sciences de la Arizona State University. Sus áreas de trabajo son neurotecnología, big data, edición genética e inteligencia artificial aplicada a la salud.

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es estudiante de doctorado en la School of Life Sciences de la Arizona State University. Investiga la intersección de biología, biotecnología y política en China, país donde trabaja e investiga desde hace una década.


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