Nobel de Física: Cosmólogos y cazadores de planetas

El trabajo de los galardonados en el campo de la física ha permitido que la cosmología, considerada hasta hace unas décadas una especulación cuasiesotérica de café, se haya consolidado como un espectacular campo científico.
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El premio otorgado este año a los profesores James Peebles, Michel Mayor y Didier Queloz demuestra que la cosmología, hasta hace unas décadas un tema de corrillos de pasillo, una especulación cuasiesotérica de café, se ha transformado en una ciencia, literalmente, espectacular, y ha potenciado a la milenaria astronomía, convertida hoy en astrofísica. Los cazadores de estrellas están de plácemes.

James Peebles, físico teórico de origen canadiense, fue distinguido por su impresionante interpretación del origen y evolución del Universo o, mejor dicho, de los rastros que nos han llegado desde el Gran estallido o Big bang. A partir de los miles y miles de datos provenientes de ingeniosos telescopios dentro y fuera de la Tierra, Peebles pudo rastrear los fósiles que han empezado a explicar la evolución cósmica.

El científico de 84 años de edad, quien se encuentra hoy la Universidad de Princeton, fue uno de los primeros en suponer que debería existir una materia fósil como resultado del Gran estallido, pues uno de los fundamentos de este Universo es que no existen premios ni castigos, sino solo consecuencias. La Radiación Cósmica de Fondo (CMB, por sus iniciales en inglés) se detectó en 1965 e inauguró una nueva era en la comprensión de todo lo que es, ha sido y será. El pensamiento teórico de James Peebles ha permitido articular la avalancha de información que se han acumulado debido a la frenética actividad dentro del campo de la astrofísica, sobre todo en los últimos veinte años, alrededor del globo y más allá.

Así, el panorama sideral comenzó a aclararse. El Universo solo contiene un 5% de materia luminosa, como las estrellas, planetas y nosotros mismos, mientras que el resto está constituido por “algo”, materia y energía oscuras de las que no tenemos la más mínima idea de qué están hechas. Al abrir un campo de investigación vasto y esencial, Peebles y sus colaboradores nos han regalado una serie de fascinantes ventanas al cosmos.

El galardonado también contribuyó al conocimiento de la geometría del Universo, proponiendo hipótesis que describen la manera en que las galaxias y otras enormes estructuras cósmicas aparecieron a partir de tempranas fluctuaciones en la densidad de la materia que conformaba el Universo primordial.

Por su parte, los astrónomos suizos Michel Mayor, quien tiene hoy 77 años de edad, y Didier Queloz, de 53, adscritos a la Universidad de Ginebra, convulsionaron la observación astronómica a principios de la década de 1990, cuando descubrieron el primer planeta fuera de nuestro sistema solar pero dentro de la Vía Láctea, el cual orbitaba alrededor de una estrella similar a nuestro Sol. Desde entonces, se han descubierto más de cuatro mil exoplanetas orbitando soles, más de 1,200 sistemas planetarios, sin contar los cuerpos errantes que no giran alrededor de ninguna estrella, todos ellos con distintas formas, tamaños y órbitas.

Fue en octubre de 1995 cuando Mayor y Queloz anunciaron en la revista Nature el hallazgo del planeta 51 Pegasi b, nombrado Beloforonte por Geoffrey Marcy, quien colaboró para confirmar su existencia. Más tarde, mediante un concurso, la Unión Astronómica Internacional le puso Dimidio, que significa “por la mitad”, en alusión a su masa, aproximadamente la mitad de Júpiter. Se trata de una gigantesca bola de gas que habían localizado a una distancia de 50 años luz de la Tierra en el observatorio de los Alpes de Haute-Provence, perteneciente a la Universidad de Marsella. Dicho cuerpo habita la constelación de Pegaso. Asimismo, es modelo de lo que los astrofísicos llaman “Júpiter caliente”, esto es, cierto tipo de planetas que, ahora se sabe, no son extraordinarios, sino más bien comunes y parecidos a Júpiter, de acuerdo a su tamaño y su masa, pero que, a diferencia del gigante de nuestro sistema, orbitan mucho más cerca de su estrella madre. Pronto otros grupos de investigadores siguieron este sendero abierto por Mayor y Queloz y sus colaboradores, y confirmaron el impresionante hallazgo, dando inicio a una nueva etapa de la exploración espacial. En la actualidad, Michel Mayor es profesor emérito de la Universidad de Ginebra, mientras que Didier Queloz atiende sus actividades académicas y docentes en la misma universidad ginebrina, así como en la de Oxford.

No es de extrañar que este trabajo se relacione con nuestra incansable búsqueda de vida extraterrestre. En la medida que se examinen con mayor detalle dichos objetos planetarios que se encuentran en nuestro vecindario cósmico y en otros, aumentarán las probabilidades de que resolvamos de una vez por todas esta cuestión ontológica.

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escritor y divulgador científico. Su libro más reciente es Nuevas ventanas al cosmos (loqueleo, 2020).


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