Dan Brown, tinta antimateria

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Confieso haber leรญdo un par de libros de Dan Brown (New Hampshire, 1964). Fue tanto el murmullo que cedรญ y ademรกs los disfrutรฉ pues se leen como guiรณn televisivo, saltando lรญneas a velocidad increรญble, construyendo imรกgenes al instante y dรกndome la falsa percepciรณn de ser un lector excepcional. A la par, el anaquel con los libros de novela negra que hay en casa es vasto: no hay otro gรฉnero literario en el que aparezca tan impecable un engranaje de reloj hecho de palabras. Efectista, naturalmente, pero meditado. El autor de El Cรณdigo Da Vinci (2003) se informรณ de misterios y doctrina oculta y en รngeles y Demonios (2000), utiliza la coyuntura polรญtica de la muerte del Papa para elaborar un thriller bastante aceptable. Esto es, para lo que es posible esperar de un autor como Brown.

Es cierto que, con pelรญculas como esta, uno acude a la sala mรกs por disciplina que por gusto. Se paga por presenciar un film โ€“dicenโ€“ que ha puesto al Papado en el centro del huracรกn. La anรฉcdota: un complot desde el interior del Vaticano, por parte del camerlengo (funcionario temporal hasta la designaciรณn del nuevo Papa), interpretado por Ewan McGregor, es descubierto gracias a la erudiciรณn en materia mรญstica de Robert Langdon, de nuevo interpretado por Tom Hanks. Aparece lo previsible: final milagroso, escenas mesiรกnicas, aplausos y llanto de los fieles, plรกticas por lo bajo y luces en el cielo de la que parece ser la Noche mรกs negra del gรฉnero humano, misma que termina con un amanecer prometedor y sonriente.

Langdon, ante este teatro del mundo, permanece impasible. Cosa de niรฑos. Sin bromas o ironรญas. Muy lejos del perfil de investigador policial canรณnico. No bebe ni es noctรกmbulo. ร‰l se limita a deducir desde un sillรณn y que los demรกs se manchen la camisa. Su poder de deducciรณn es legendario. De un pelo suelto es capaz de predecir la inminencia โ€“fecha y horaโ€“ de los Dรญas Finales. El escรกndalo de la pelรญcula nace de lo que todo individuo sospecha: el Estado Vaticano es una organizaciรณn polรญtica, como cualquier Estado, que se rige mediante normas jurรญdico-canรณnicas aprobadas con mecanismos de votaciรณn. Todo demasiado humano.

La pelรญcula inicia de modo tradicional: un homicidio en apariencia inexplicable. El equipo de producciรณn, desde Ron Howard, que dirigiรณ El Cรณdigo (2006), fue el mismo. El resultado, por tanto, es el esperado. Mucha explosiรณn, lรญneas sueltas de ocultismo y alquimia, y por supuesto los famosos Illuminati, que terminan por marear al espectador. Parcialmente disfrutable para un dรญa de ocio, Brown ha logrado con รngeles su cometido como profesional de la arena mediรกtica. La recaudaciรณn en taquilla es millonaria y los comentarios en la prensa, sobre todo italiana, han hecho correr rรญos de tinta. L`Osservatore Romano, por ejemplo, entendido vocero de criterios oficiales, la calificรณ de โ€œentretenimiento inofensivoโ€ (El Universal, 06/05/09), no obstante que el camerlengo, al final de la pelรญcula, a efecto de aumentar la familia apostรณlica, serรก beatificado y sus misterios proclamados.

McGregor, finalmente, no logra salvar la cinta. A sus cuchicheos de salรณn le faltรณ el brillo en los dientes de los autรฉnticos padres de la intriga.

– Luis Bugarini

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(ciudad de Mรฉxico, 1978) es escritor y crรญtico literario.


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