Dino de Laurentiis, 1919 – 2010

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Hay un pรกrrafo fรกcil de escribir sobre Dino de Laurentiis, productor italiano muerto el 10 de noviembre pasado. Ese pรกrrafo dice que entre las primeras pelรญculas en que decidiรณ invertir sus liras estรก Arroz amargo (Riso amaro, 1949), dirigida por Giuseppe de Santis, que terminรณ siendo un vehรญculo emocionante de Silvana Mangano, una obra cargada de una explosiva sexualidad agrรญcola. Dice tambiรฉn que en 1954 De Laurentiis produjo la conmovedora Strada, que no fue la primera pelรญcula de Federico Fellini pero sรญ la que lo colocรณ โ€“y con รฉl a su mujer, Giulietta Masinaโ€“ en la bola de espejo del mundo, y la cinta con que se inaugurรณ el ร“scar a la mejor pelรญcula extranjera. Dice asimismo que Dino (o Agostino, como le pusieron sus papรกs) produjo otra pelรญcula clave de Fellini y Giulietta: Las noches de Cabiria (Le notte di Cabiria, 1957), que sigue a la prostituta Cabiria por las calles y grutas rojas de Ostia, Romaโ€ฆ Como detalle jocoso, ese pรกrrafo agrega que De Laurentiis le robรณ a Fellini el negativo de la famosa secuencia del โ€œhombre del costalโ€, no porque le molestara a la Iglesia (aunque sรญ le molestaba) sino porque, para Dino, la pelรญcula de veras funcionaba mejor asรญ. (De Laurentiis devolviรณ la secuencia mucho despuรฉs, cuando Las noches de Cabiria ya habรญa ganado el segundo ร“scar de Fellini y quiรฉn sabe cuรกntos premios para Masina.) La anรฉcdota se puede escuchar, por boca de Dino, en la pรกgina de Criterion; รฉsta es la secuencia:

http://www.youtube.com/watch?v=nmSrBXRUrls

Tambiรฉn es fรกcil recordar que De Laurentiis produjo la enloquecida segunda parte del Despertar del diablo (Evil Dead 2, 1987) del no menos enloquecido Sam Raimi; o Terciopelo azul (Blue Velvet, 1986), de David Lynch, y El sabueso (Manhunter, del mismo aรฑo), dirigida por Michael Mann, dos cintas pobladas de personajes infernales, dos oscurรญsimas pelรญculas de los ochenta, esa dรฉcada groseramente manchada de diamantina y rosa fosforescente.

Eso, repito, es sencillo. ยฟPero quรฉ hacer con el resto de la producciรณn de Dino de Laurentiis, con esa cantidad ingente de churro tras churro tras churro, que incurre en cosas como 8 dรญas de terror (Maximum Overdrive, 1986), un insulto propalado por Stephen King, escritor que venturosamente no volviรณ a intentar dirigir una pelรญcula, o en El cuerpo del delito (Body of Evidence, 1993), una โ€œobraโ€ โ€“de alguna forma hay que llamarlaโ€“ que se encaramรณ con bajeza total a la ola de asesinas cachondas propiciada por Bajos instintos (1991)? La clave, creo, estรก en la aventura.

Notablemente, Dino no le tuvo miedo ni al error, ni al fracaso, ni a la Iglesia. Interminablemente, tampoco le tuvo miedo al mal gusto. Ese arrojo puede verse, sรญ, en los enfebrecidos desplantes de Frank Booth (Dennis Hopper) en la perfecta Terciopelo azul, que lindan con la locura. Pero tambiรฉn en esta secuencia de King Kong (John Guillermin, 1976), el tambiรฉn enfebrecido remake del clรกsico de 1933, en que el gran simio, primero, baรฑa a la gรผera Dwan (Jessica Lange) bajo una cascada y despuรฉs la erotiza con su aliento:

No sรฉ ustedes pero, en mi opiniรณn, planear, pagar y ejecutar esa secuencia requiere una sola cualidad. Y Dino de Laurentiis la tuvo alegremente: heroรญsmo.

-Alonso Ruvalcaba

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Escritor. Autor de los cรณmics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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