No cabe duda de que en los últimos diez años el cine mexicano ha sido protagónico en la gran mayoría de los festivales internacionales. Sin embargo, estos reconocimientos, ¿Han permitido tener taquillas más saludables?, ¿Cómo entienden los realizadores mexicanos la función de entretener al espectador?, ¿Qué valor le dan?
Estas preguntas vienen acompañadas de la que es, probablemente, la más importante de todas: ¿cómo vislumbran el futuro del cine mexicano?
– La redacción
Alexis Fridman: Creo que hoy en día estamos mucho más adelantados en el mundo de los laureles que en el mundo de la taquilla.
Ernesto Contreras: En el caso del cine rumano, y esto dicho por los propios directores rumanos, ni las palmas, ni las cámaras de oro han significado necesariamente una mejoría en el panorama de la producción. Han sido casos afortunados pero aislados; se puede decir que el caso rumano es similar al mexicano de hace un par de años, cuando el escaparate mundial abrió la curiosidad local, pero eso no cambió necesariamente la situación para las películas nacionales. En todo caso, yo me inclinaría mas por el modelo francés, es decir, aun cuando hay una presencia avasalladora de la producción estadounidense, el consumo del cine producido en Francia es casi del 40% con una producción anual de aproximadamente doscientas películas. Los franceses consumen su cine y hay toda una serie de políticas para estimular su producción y exhibición.
Pablo Cruz: Comercialmente no nos ha ido tan bien. Las cintas mexicanas de esta nueva ola, si es que les queremos llamar así, no han roto paradigmas. Es decir, no ha habido un Como agua para chocolate de nuestra generación, o un Y tu mamá también, o un Amores perros. Pero sí han habido referencias: muchísimos premios internacionales que antes no teníamos, y mientras se estén ganando premios por fuera como la Palma de Oro de Arriaga, o el Premio del Jurado de Reygadas, eso nos va poniendo en el mapa.
Alexis Fridman: Reygadas ha ganado todo y su última película no destrozó la taquilla. Tenemos a Iñárritu, a Cuarón, a Del Toro poniendo altísimo el nombre, no sólo del cine mexicano, sino del realizador mexicano. Es decir, el realizador mexicano está por las nubes. El cine mexicano todavía no le llega.
Pablo Cruz: Ahí tienes el ejemplo de los documentales. En México han funcionado increíble, porque creo que ahí hay directores que se orillaron al documental precisamente porque el cine no les daba ese espacio, y entonces crearon historias universales como En el hoyo, o como Ladrones viejos, o como Mi vida adentro, películas que funcionan en China, en Japón, en donde tú las veas, y que no pretenden jamás establecer un lenguaje único, que sólo van a entender el director y el director mismo. Y creo que ahí es donde haremos cine un poco más sofisticado, y crearemos cineastas más conscientes: cuando nos atrevamos a enfrentar la siguiente problemática: ¿cómo vamos a mantener a esta gente sentada, y pagando los boletos, y comprando palomitas, y litros de refresco, sin perder esa voz interior? Y es esa voz la que siempre ha distinguido a los grandes cineastas, desde Fassbinder hasta Scorsese.
Rodrigo Plá y Laura Santullo: Entretener en términos de atrapar y mantener la atención, naturalmente que sí. Queremos que los espectadores se queden dentro de la sala para ver el final de la historia. Es curioso cómo esa palabra se ha vuelto de la propiedad de unos pocos, pero lo peor es que los demás nos hemos dejado robar ese concepto. A lo mejor el problema viene de una confusión: muchas veces se habla de entretenimiento como distracción, una especie de desconexión del mundo. Por eso términos como “diversión” y “entretenimiento” se han visto empobrecidos y sólo se usan para adjetivar cosas vanas, ligeras, y muchas veces olvidables. No tiene por qué ser así. Uno también puede entretenerse pensando, riendo, lleno de rabia o emocionado hasta las lágrimas. Debiera ser prioridad una batalla por diversificar la idea de entretenimiento.
Pablo Cruz: Pues sí, yo creo que no se le da el valor que amerita al concepto de entretener. Es una contradicción que alguien te diga “yo no quiero entretener”, pero reclame que su película no esté en taquilla. Entonces, a todas esas voces del cine independiente, que reclaman en cada artículo que no los dejan suficientes semanas, habría que preguntarles,” ¿no que no te importaba?”
La palabra “entretener” la podemos diseccionar en dos: existe el entretenimiento de masas, que es un tipo de cine como Rudo y Cursi, y como Arráncame la vida, y como Paradas continuas o El estudiante. Y luego existe “entretener” en el sentido de crear diversidad cultural, que creo que eso es súper importante. Pero ambas necesitan atrapar al espectador. Es decir, así vayas a ver una pinche película como Luz silenciosa, que sea lo más artísticamente pensada, cuando vas a verla te atrapa. Es decir, te sientas, ves la película y no te suelta las dos horas y media que dura; y esas dos horas y media, más allá de que te entretengas y te la pases cagando de risa, estas cautivado, que es la función primordial del cine.
Rodrigo Plá y Laura Santullo: Existe un cine que llega al mundo para ser un producto y venderse lo mejor posible, y otro tipo de cine que nace de una intención metafísica si se quiere, de un preguntarse sobre la condición humana; sea esto dicho sin detrimento de ninguno de los dos, simplemente se trata de objetivos distintos, de pretensiones completamente diferentes. A nosotros nos interesa un cine que nos haga poner la cabeza en movimiento, que nos cuestione, pero no sabemos dónde debe estar el cine nacional en su conjunto, más bien cada quien debe ubicarse donde guste.