El mismo dรญa que Lars Von Trier escandalizaba a la comunidad cinematogrรกfica con sus declaraciones sobre Hitler, se presentรณ Hanezu no tsuki (Hanezu), la รบltima pelรญcula de la directora japonesa Naomi Kawase.
La cinta transcurre en la regiรณn montaรฑosa de Asuka, cuna del Japรณn moderno, donde, segรบn la leyenda, el monte Kagu-yama luchรณ contra el monte Miminashi para conquistar el amor del monte Unebi. Hanezu nos presenta la historia de tres personajes —un triangulo amoroso— que perpetรบa, en la รฉpoca actual, la leyenda de los ancestros. Al igual que en sus anteriores trabajos, Kawase urde un melodrama en el que la aparente ingenuidad de las imรกgenes da paso a una reflexiรณn profunda sobre la vulnerabilidad del ser humano.
Pero, en realidad, hay que relegar a un segundo tรฉrmino el argumento propiamente dicho y acercarse a Hanezu como quien contempla una estampa japonesa donde la figura humana —diminuta— se pierde en una impresionante e inabarcable naturaleza. En momentos de gran peso dramรกtico, la cรกmara de Kawase atiende no a los rostros de los personajes sino a fenรณmenos que coexisten en tiempo y espacio con las expectativas y las emociones rotas de aquรฉllos: el destello de una telaraรฑa, el nido de unas golondrinas o el movimiento de una tela de seda al ser mecida por el viento.
Algunos crรญticos se han apresurado a juzgar este aspecto de la pelรญcula como una aspiraciรณn poรฉtica malograda de la cineasta. Sin embargo, esos planos no deben leerse como ornatos puestos a conciencia por la directora con la intenciรณn de embellecer la historia, sino como parte un posicionamiento estรฉtico bien claro: "el sufrimiento que padecen las personas en las sociedades modernas —ha dicho Kawase en la rueda de prensa— es la consecuencia de nuestra incapacidad de admitir que somos un elemento mรกs en la naturaleza. Puede decirse que en mis pelรญculas el ser humano tiene un papel secundario porque doy a la naturaleza el papel protagรณnico".
Como definiรณ Chris Marker, la sensibilidad japonesa consiste en extraer de la contemplaciรณn de las cosas mรกs simples una especie de consuelo melancรณlico, y en Hanezu Naomi Kawase vuelve la mirada a las flores, a las copas de los รกrboles, a un pรกjaro encerrado en una jaula, a unas manos sumergiรฉndose en un lรญquido rojo, a la textura gelatinosa de las algas. Tal vez habrรญa que acercarse a Hanezu con la mirada de un niรฑo. Ya lo dijo Jean Renoir: "los niรฑos saben valorar quรฉ es importante: que una hoja ha caรญdo en un estanque, que ha nacido un ratรณn".