Un día soleado de 1960, y ante los ojos de su familia, un hombre muere atropellado en una calle de la ciudad de México. Dieciséis años después, la eterna melancolía de la madre parece haber truncado la vitalidad de sus hijas, y propiciado el deterioro de los objetos alrededor. Hija del realismo mágico, el personaje de Aurelia, la madre, vuelve literal el título de la película: insensible al dolor físico, la inmunidad de su cuerpo corresponde a su parálisis emocional. Ópera prima de Ramón Cervantes, La vida inmune no es una película de ideas, ni apoyada en la acción. Usa su historia como vehículo para crear viñetas perturbadoras que toman el lugar de la narración. Es el caso de la escena en la que Aurelia lucra con su “don” frente a un público de carpa, y que evoca momentos clásicos del cine de David Lynch. Que este paralelo sirva como advertencia o recomendación. ~
es crítica de cine. Mantiene en letraslibres.com la videocolumna Cine aparte y conduce el programa Encuadre Iberoamericano. Su libro Misterios de la sala oscura (Taurus) acaba de aparecer en España.