Las verdaderas diez mejores escenas de la televisiĆ³n

Una respuesta a la lista de lasĀ veinte mejores escenas de la televisiĆ³n.
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Hace poco apareciĆ³ en este mismo blog una lista de “las 20 mejores escenas de la historia de la televisiĆ³n”. Francamente, nos pareciĆ³ anticlimĆ”tica. Nos dijimos: “¡imposible!”, y nos propusimos hacer otra: climĆ”tica e intachable. Obviamente, una vez establecida, comprendimos que es tan rara, idiosincrĆ”tica, arbitraria, como la lista que la originĆ³. Ni modo. LĆ©ase como una respuesta airada, pero tambiĆ©n como un acompaƱamiento. Como un teleguĆ­a, si se quiere. (Por Alonso Ruvalcaba y Luis ResĆ©ndiz).

 

US Air Force (The Twilight Zone, 1961)
Probablemente el mejor episodio de The Twilight Zone. AquĆ­ estĆ” todo: el misterio de la nave, la mujer anciana, un capĆ­tulo completo de la serie sin un solo diĆ”logo (toda la informaciĆ³n estĆ” allĆ­, sin necesidad de explicarla; todo se guarda al final, a esa Ćŗnica lĆ­nea que devela el misterio). El episodio completo ha construido la duda, sembrado la incertidumbre, y cuando estĆ”s finalmente aliviado de que todo haya terminado: un Ćŗltimo paneo de la cĆ”mara hacia la nave, la pieza restante que completa el rompecabezas pero que destruye todo en lo que habĆ­as creĆ­do. –LR.

 

 

Mr Bookman interroga a Jerry Seinfeld (The library, 1991)
Tal vez el mejor humor de Seinfeld fue el humor de transposiciĆ³n. La escena del escupitajo mĆ”gico vs la bala mĆ”gica como una transposiciĆ³n de un juicio al depa de Jerry; la transposiciĆ³n de la prosa marinera a la narraciĆ³n del rescate ballenero en “The sea was angry that day, my friends”. En esta escena, la transposiciĆ³n es de la televisiĆ³n (y el cine) hard-boiled al ridĆ­culo escenario del robo de un libro en 1971. El detective, apropiadamente llamado Mr Bookman, estĆ” interpretado por Philip Baker Hall –¿o es Robert Mitchum?– con perfecciĆ³n cientĆ­fica. –AR.

 

 

Batman rĆ­e al Ćŗltimo (Batman. The animated series: the last laugh, 1992)
Unos pases entre Batman y Joker. “Justice will deserve. Clean up your act, Joker”, dice Batman, y esto le suena a broma maravillosa al bufĆ³n. El prĆ­ncipe payaso cae accidentalmente hacia un contenedor en llamas. AquĆ­ estĆ” el jugo de la escena: Suplicante, le grita al hombre murciĆ©lago: “batman! You wouldn’t let me fry, would you?” Batman sonrĆ­e –nunca, ni antes ni despuĆ©s, ha sonreĆ­do asĆ­, divertido ante la posibilidad de dejar morir a su enemigo. (¿Hay que decir que el GuasĆ³n se salva, una vez mĆ”s?) –LR.

 

 

Christopher Walken entrevista a un centauro (SNL, 2001)
En series de TV hay de dos (tal vez de mĆ”s, pero aceptĆ©moslo ahora): una escena es puro subtexto o una escena existe sin su pasado. La escena de la pelea fingida de Silvio y Tony Soprano con la Cavalleria rusticana de fondo es puro subtexto, pura historia del cine italoamericano, del box, de Martin Scorsese, de los Soprano y la relaciĆ³n de Silvio y Tony y de ellos con el cine, etcĆ©tera. Esta entrevista, en cambio, no requiere de nada mĆ”s que de la existencia de Christopher Walken y los centauros, y un humor helado. Las preguntas de Walken son desquiciadas y la resoluciĆ³n del centauro, inamovible. –AR.

 

Ejemplo:

Walken: The rest of the interview will be Centaur questions. Do you have sex with horses, or with human women?
Centauro: Uh… neither. I’m really only attracted to other Centaurs.
Walken: Okay. What if there were a horse with a mask of a woman on it?
Centauro: No. I mean, would you have sex with a monkey if it had a mask on?
Walken: This interview is not about me. What if you saw a horse, but it was standing so that its head was in a barn, or something. Would you, maybe, be attracted to that horse’s rear end?

 

El video se puede ver aquĆ­.

 

Carmela le revela a Tony su amor secreto (The Sopranos, 2002)
Hay duelos de actuaciĆ³n y DUELOS DE ACTUACIƓN. Ɖste es, fuera de toda duda, uno de los momentos mejor actuados de la historia de la televisiĆ³n. James Gandolfini es una explosiĆ³n de ira, de odio, de machismo, de idiotez insoportable. Es un machete, un bat. Edie Falco es lo contrario: es la implosiĆ³n de resentimiento, de tristeza, de amor perdido. Es la herida, la vagina, el dolor. Hasta que los papeles se invierten. Ver, para lo primero, la mirada de Carm en el segundo 18 de este clip (la imagen estĆ” al principio de este post); para lo segundo, el lento acercamiento a Tony que comienza en el minuto 1’11”. Eso sĆ­: mucho cuidado al darle play a este video. El corazĆ³n es un instrumento insustituible, y aquĆ­ corre el grave riesgo de romperse. –AR.

 

 

Stringer Bell y Avon, sobre los viejos tiempos (The wire, 2004)
¿CuĆ”l fue, dirĆ­an ustedes, la gran virtud de The wire? Yo creo esto: fue su gravedad lĆ©xica, su capacidad sorprendente de imitar los dialectos que a sus autores se les antojaran. La textura de lo que dicen los personajes los hace personas personas, no personas personae. No importa si comprendemos lo que se dice, sabemos que lo que se dice es clave. (David Simon repitiĆ³ el logro, para bien, en la primera temporada de Treme; para “mal”, en Generation Kill, donde el dialecto es tan arduo que sĆ³lo un militar puede sentirse cĆ³modo en Ć©l.) La escena de la azotea es acaso una prueba de esto. Stringer Bell y Avon, compaƱeros, saben que Baltimore “es demasiado pequeƱa para los dos”. Ambos deben morir. (Ninguno sabe que su destino estĆ” sellado; los dos, obviamente, lo intuyen.) La noche anterior a su asesinato toman el Ćŗltimo par de copas. A sus pies Baltimore se extiende como una alfombra de luces, como una casa. Lo que oĆ­mos puede o no tener un claro sentido para nosotros; sabemos sin embargo que estas palabras estĆ”n mĆ”s allĆ” del tiempo y de la muerte. Una sorprendente lecciĆ³n de subtexto. –AR.

 

 

Dority vs The Captain (Deadwood, 2006)
Claro que una gran escena necesita existir tambiĆ©n por sĆ­ misma: ser subtexto, contexto y texto. VĆ©ase la madriza de Dority contra el CapitĆ”n en la tercera temporada de Deadwood. Nos sirve saber que son los dos hombres fuertes de los hombres fuertes del pueblo, Al Swearengen y George Hearst; nos sirve saber que nada los ha detenido en su pasado y que hoy nada va a detenerlos sino la muerte; que la batalla que se lucha aquĆ­ es la de las fuerzas del dinero y la polĆ­tica; que es una lucha metafĆ³rica: los Estados Unidos contra la Tierra sin Ley. Pero la batalla existe en sĆ­ misma, es potente como una patada en los testĆ­culos, como una coz de cinco minutos de duraciĆ³n. Nunca se habĆ­a visto una golpiza tan salvaje, tan certera, en la tele. Y nunca se ha vuelto a ver. (Aunque la heroica madrinaque le pone Jesse al ya insoportable Walter White, Breaking bad, temporada 4, se le acerca bastantito.) –AR.

 

 

La mierda de Patrick (Dead set, 2008)
Patrick es el increĆ­blemente antipĆ”tico productor del Big brother britĆ”nico que se ve atacado por la epidemia zombi. Es el Ćŗltimoepisodiodelaserie y Patrick ha hecho de todo: insultar y vejar a quien se le ponga enfrente, cagar en un bote de basura, comportarse como un cerdo –ser un cerdo, bĆ”sicamente. El momento le ha llegado a todos los que aĆŗn estĆ”n en la casa de Big brother, incluyendo Patrick. Una horda de zombis lo alcanza inevitablemente y comienza a destrozarlo para beneplĆ”cito de todos aquellos que lo odiamos (es decir: prĆ”cticamente todos los que vemos la serie). El momento es sublime por sĆ­ mismo, con los zombis destrozĆ”ndolo ferozmente, pero tambiĆ©n porque es una reescritura de un momento clĆ”sicodel DĆ­a de los muertos de Romero. Patrick, al final, se redime de alguna forma, con la mejor muerte de la serie, mientras les grita a los no muertos que le devoran: “I’ve got fucking bowels full of shit – eat it!” –LR.

 

 

Peekaboo (Breaking bad, 2009)
Jesse Pinkman ha visto morir un hombre con el crĆ”neo aplastado por un cajero automĆ”tico. Como siempre, ha sido Walter White quien lo ha colocado en una posiciĆ³n comprometedora, en el hogar de una pareja yonqui con hijo pequeƱƭsimo y tiernĆ­simo que conmueve a Jesse desde el primer momento. El padre ha muerto y la madre estĆ” inconsciente en el sofĆ”, completamente drogada, Jesse sujeta al niƱo y lo saca de la casa con los ojos cerrados –jugando, precisamente, peekaboo– para dejarlo fuera de ese casa maldita, sucia, cobijado con una frazada. “You have a good rest of your life, kid”, aƱade Pinkman mientras sale de allĆ­, en shock, con las sirenas de los servicios de emergencia sonando a la distancia. Fade to black. –LR.

 

 

Nathan se resigna a Blur (Misfits, 2009)
Nathan sĆ­ tiene un poder, independientemente de ser un cretino. DespuĆ©s de ese gran discurso en la azotea (“If you could see yourselves… we had it all. We have fucked up bigger and better than any generation that came before us. we were so beautiful… we’re screw-ups. I plan on staying a screw-up until my late twenties, or maybe even my early thirties. And I will shag my own mum before I let her…. or anyone else take that away from me!”), Nathan cae y muere. O eso parece. La escena final es Ć©sta: Nathan despierta en su ataĆŗd, varios metros bajo tierra, descubriendo al mismo tiempo dos cosas: su poder –la inmortalidad– y que lo han enterrado vivo. Otro berrinche memorable –“you buried me alive, you dicks!”– y Nathan hace, finalmente, lo que cualquier postadolescente resignado de nuestros tiempos harĆ­a: prende el ipod y escucha ‘To the end’ de Blur. Hasta nunca. –LR.

 

 

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Escritor. Autor de los cĆ³mics Gabriel en su laberinto y Una gran chica (2012)


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