Matrix resurrecciones: la trilogía sigue intacta

Con su caudal de referencias teológicas, filosóficas, mitológicas y literarias, la trilogía de Matrix se volvió un clásico instantáneo a principios de este siglo. ¿Había espacio para una cuarta entrega?
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I

La píldora roja o la píldora azul. Esa fue la interrogante hamletiana que dio pie a Matrix (1999), Matrix recargado (2003) y Matrix revoluciones (2003), la santísima trinidad de los entonces hermanos varones Larry y Andy Wachowsky. Casi dos décadas después, ¿la tetralogía era posible? Para responderlo, hay que volver más atrás de esa pregunta.

Desde el arranque y como característica esencial, la trilogía es un caudal de referencias teológicas, filosóficas, mitológicas y literarias. Lo que se invoca está a disposición de la historia y se decanta en el momento justo, sin alterar su significado original ni disponiéndolo de manera genealógica o causal.

Este principio implícito en la estructura cinematográfica acoge al centelleante icosaedro de alusiones culturales como si sucedieran por primera vez, a la manera de las epifanías. Por eso es posible entender Matrix a sabiendas de lo que implica cada una de sus alusiones, o ignorándolo por completo. Esto volvió a la trilogía un clásico instantáneo para todos y para nadie, y ahí reside su perdurabilidad generacional.

II

Matrix acude a la arquetípica contienda creador-criatura. Los hombres crean a las máquinas, que adquieren conciencia, se sublevan y los esclavizan, lo que da inicio a la resistencia. Tal como en el pasado los dioses fueron amenazados por sus descendientes, al igual que los hombres han desafiado a sus dioses, lo mismo que los hijos desafían a los padres. A Matrix lo rige Saturno. Nada nuevo bajo el sol.

El dios de la conciencia también gobierna la elección que se formula a cada momento: la esclavitud en las sombras de la caverna o el conocimiento del mundo. El paralelismo aplica a cualquier matrix antes de Matrix: la esclavitud, las religiones, las sociedades cerradas, el propio capitalismo. El choque de espadas entre Marx y Matrix es estruendoso. Para Marx, la libertad es la conciencia de la necesidad. En Matrix, es la autoconsciencia del destino y el destino autoconsciente.

Marx se alborozaba con las ondeantes fumarolas de las fábricas que nos transportaban sobre los rieles del progreso. Para la era Matrix ya sabemos dos cosas: que, cruzado el umbral de la inteligencia artificial, las máquinas no son confiables, y que tampoco se puede bajar el switch de aquellas otras que, rudimentarias y chirriantes, al menos propician las condiciones para la sobrevivencia.

III

Lo que sucede en Matrix está escrito, pero para que así sea es imperativa la mediación del libre albedrío. Las paradojas son tantas que no es posible explicarlas ni resolverlas, y tampoco es necesario: intentarlo sería lógica formal, mayéutica, cartesianismo, dialéctica.

La Oráculo se lo clarificaría a Neo:

Déjame compartirte un pequeño secreto: ser El Elegido es como estar enamorado. No hace falta que nadie te diga que lo estás. Simplemente lo sabes… a carta cabal… desde lo más profundo de ti.

Más tarde, Morpheus le aclararía que saberlo es solo el comienzo.

Neo, escúchame. Tarde o temprano tendrás que darte cuenta. Hay una gran diferencia entre estar consciente del camino que se tiene que recorrer y recorrerlo.

Lo real no es sino una experiencia, solo de tal modo es real. Los Wachowsky irán deslizando las contraseñas para la comprensión de esta certeza. “Eres sin lugar a dudas una bella persona, pero me da la impresión que estuvieras a la espera de algo a cambio”, advierte la Oráculo en Matrix. Para Matrix recargado, Neo se pregunta porqué es capaz de detener balas y volar por los aires, y la Oráculo lo confronta: “Pues porque tú eres El Elegido”. En Matrix revoluciones, Neo asume su elección-destino.

No lo ha hecho solo. El trayecto iniciático de Neo es inconcebible sin Trinity, mensajera, salvaguarda, auriga. Una y otra vez ha dudado de su condición, incluso Morpheus llega a tener su momento de vacilación, pero la única que lo sabe a carta cabal, desde lo más profundo de sí, es ella. A diferencia de Neo, Trinity no lo decidió. La elección-destino de su función sencillamente le ocurrió, como ocurre el amor.

IV

La trilogía, sólida como un triángulo equilátero, honda como un misterio, vasta como un eco zizagueante por las Montañas Rocallosas, era insuperable. Nueve años después, en el Festival de Cine de Toronto de 2012, Larry Wachowsky reapareció como Lana. Para 2016, Andy se había vuelto Lilly. En 2019, el 30 aniversario de la primera de la serie, supimos que Matrix estaría de vuelta. Lana tomaría el timón de Nabucodonosor.

El choque de espadas entre Marx y Matrix es estruendoso. Para Marx, la libertad es la conciencia de la necesidad. En Matrix, es la autoconsciencia del destino y el destino autoconsciente.

Matrix resurrecciones (2021) es, tal cual, la resurrección de Neo y Trinity, porque la matrix los necesita. Eso bastó y sobró para contar otra vez la historia, que es la misma y distinta, dándole otra oportunidad a la elección-destino, y al romance. No estaba previsto, pero la Oráculo lo había dado a entender al final de Matrix revoluciones: “¿Volveremos a verlo otra vez?”, le pregunta Sati, y responde, “Eso espero. Algún día. Ojalá. Ojalá”.

Mientras fallece en sus brazos, Trinity también le había compartido a Neo su esperanza de un “continuará”:

Me hubiera gustado tanto haber tenido una oportunidad más para decirte lo que verdaderamente importa… decirte cuánto te amo, lo agradecida que estoy por cada momento que compartí contigo… pero cuando finalmente entendí cómo decirte lo que quería decirte, ya era demasiado tarde.

V

Hay una tercera línea argumental que a menudo es soslayada. La inteligencia artificial tiene razones que la razón desconoce y sabe que la especia humana tampoco es confiable. Mientras lo tortura para que revele el código de acceso a Zion, el agente Smith se las expondrá a Morpheus. Los humanos son los únicos mamíferos que no buscan un equilibrio con el entorno, sino que se expanden como un virus, una plaga, una enfermedad.

El de Smith no es un enojo cualquiera, porque no es un arma de combate cualquiera. No es la quijada que mata a Abel, ni el arco y la flecha de Paris, ni la pistola de John Wesley Hardin. A diferencia de las máquinas y los humanos, ni siquiera tiene una dimensión corpórea. Es un “programa consciente”.

Tampoco la Oráculo hace una apología de los humanos. Les brinda auxilio, pero no explica las razones de su simpatía. Le gusta la especie humana como le gustan las galletas que cocina en su horno. Es más bien una consejera que los favorece, o un oráculo anómalo, pues habitualmente a los oráculos no suele importarles las consecuencias de sus presagios. Los enuncian, nada más.

Ignora la trama del mundo, ni la teje ni la desteje, pero sabe “lo suficiente”, precisaría Morpheus. En la medida de sus posibilidades es la encargada de estropear los planes del Arquitecto de la matrix. Al final de Matrix revoluciones, la Oráculo le pregunta si respetará el acuerdo de paz. El Arquitecto responde: “¿Qué crees que soy? ¿Humano?”

La Oráculo solo inclina la cabeza.

Matrix es una saga cristiana con la particularidad de que se repetirá una y otra vez, de la misma y de otra manera: cristiana-nietzscheana. El Neo de Matrix revoluciones es ya su sexta versión, con dudas iguales y distintas. Ese eterno retorno anula la posibilidad de una salvación y un juicio final. El dilema se resuelve con su sacrificio, al menos en apariencia.

Detrás de la creación de las máquinas se encuentra el árbol del conocimiento, aunque por ninguna parte figura la noción de divinidad. Matrix es cristiana-nietzscheana con un Cristo, Neo, pero sin Dios, por lo que no hay pecado original. La inteligencia artificial solo sería una etapa evolutiva más y el agente Smith tendría, probablemente. la razón. Naturalmente, Matrix no se atreve a llevar esta reflexión hasta sus últimas consecuencias.

VI

La gran aportación de Matrix resurrecciones es su estructura sinusoidal y escheriana, que le permite volver a recrear los episodios más memorables de la trilogía, dentro de los nuevos acontecimientos que le dan justificación y continuidad. Las secuencias visuales que se volvieron clásicas son reubicadas en otros contextos y con otros protagonistas, lo que aporta admirables movimientos de rotación y traslación en la narrativa cinematográfica.

Matrix resurrecciones retoma también a algunos personajes para darle novedad a la trama, en ciertos casos con desconcertante torpeza y en otros de manera prescindible e incidental. Hay episodios con soluciones forzadas y se acude a explicaciones excesivas para hacer avanzar la línea argumental. Lo que acaba por malograrla es la proclividad a un rudimentario sentido del humor que violenta la vocación dramática y simbólica de sus predecesoras.

Al convertirse en una película de acción, Matrix resurrecciones acaba desmoronándose y deja abierta, para colmo y con demasiada obviedad, la posibilidad de más. Smith continúa con vida, una nueva Zion sigue intacta y se ha aliado a las máquinas autoconscientes, la matrix sigue en operación, el arquitecto humillado podría buscar revancha. En un insulso y chocante final, Neo y Trinity agradecen que se le haya dado otra oportunidad a su amor y se alejan volando por los aires. No se logró la tetralogía. La trilogía sigue intacta.

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Es autor del libro digital 80 años: las batallas culturales del Fondo (México, Nieve de Chamoy, 2014), de Política cultural, ¿qué hacer? (México, Raya en el Agua, 2001, y de La palabra dicha. Entrevistas con escritores mexicanos (Conaculta, 2000), entre otros. Ha sido agregado cultural en las embajadas de México en la República Checa y Perú y en el Consulado General de México en Toronto.


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