Reacciones al último capítulo de Lost

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Ryan Haydon: La primera vez que vi los últimos diez minutos del capítulo final de Lost, intenté contener mi molestia y mantener la calma. Volteé a ver el reloj, deseando que le quedara tiempo al programa para acabar como debía haber acabado. Fue una experiencia similar a ver a tu equipo favorito perdiendo por un gol durante los últimos cuatro minutos de juego: sabía que una remontada era improbable, pero mantuve la esperanza.

La respuesta general que se ha dado con respecto al final es que existen dos tipos de fanáticos de Lost: aquellos que siguen a los personajes y aquellos a los que les interesa el aspecto de ciencia ficción de la serie. Al primer grupo parece encantarle el final. El segundo lo odia. No obstante, Lost era ambas cosas y, honestamente, falló a la hora de concluir en cualquiera de esos dos frentes. Los creadores no tenían por qué resolver todos los misterios, pero también creo que los personajes no requerían tener el mismo final. A pesar de los elementos fantásticos de su trama, Lost tenía una tesitura realista: los personajes se sentían reales, aun cuando estaban siendo perseguidos por una nube de humo barata. La naturaleza Deus Ex Machina del final traicionó eso.

Antes de que apagara “la luz”, Desmond se acercó a Jack y le dijo que nada de lo que etaban haciendo importaba. Desgraciadamente, tenía razón. Esos últimos diez minutos podrían haber sido la conclusión de cualquier serie, en cualquier isla, con cualquier grupo de personajes. No hubo nada en ellos que se asemejara, ya no digamos al resto del show, sino al resto del episodio. Sí, por supuesto que quería ver a los personajes que seguí durante seis años vivir (o, en este caso, morir) felices para siempre: pero de manera coherente con el resto de la historia y con el mismo derroche de creatividad que fue la norma en Lost. Esos últimos diez minutos, ¿arruinan el último capítulo? Quizás. ¿Arruinan toda la serie? Probablemente no. Pero estuvieron muy cerca.

Daniel Krauze:Aunque parezca ingenuo de mi parte, quiero pensar que ese último capítulo contiene dos finales. El primero: la trama de la realidad alterna que culmina con esa rebuscada e insatisfactoria secuencia dentro de la iglesia. Y el segundo: la trama en la isla, que finaliza con esa hermosa y lírica secuencia en la que Jack, herido y moribundo, se acuesta en el mismo lugar en el que despertó por primera vez después de la caída del vuelo 815.

Empecemos con la realidad alterna. Jamás estuve interesado en lo que ocurría dentro de los flashsideways. Desde el principio se sintió como aquellas desviaciones narrativas que los creadores de Lost solían tomar donde inmediatamente podíamos deducir que no tenían ni la menor idea de a dónde los llevaría. Como prueba de lo anterior está esa lamentable toma de la isla sumergida al principio del primer capítulo de la sexta temporada: un anzuelo lanzado con pereza, con el solo propósito de despistarnos. Después de ver el final, me quedé pensando en otros caminos que podría haber tomado la serie con los flashsideways. Ninguno me satisfizo. La narrativa de la realidad alterna no tiene sentido porque nada de lo que ocurre ahí tiene relevancia en el destino de los personajes. No aprendimos nada de ellos, salvo información confusa como el hecho de que Sayid escoge a Shannon en lugar de a Nadia. Realmente creo que esta última temporada habría sido magnífica si hubiera prescindido de este recurso.

Por otra parte, disfruté todo lo que ocurrió en la isla a partir de que los personajes abandonaron ese templo que parecía un remanente de una película de Tarzán de los cincuenta. Disfruté cada trama: la historia de Richard Alpert, de Jacob y su hermano, de Locke (que no es Locke) y su confrontación con Jack. Y el último capítulo fue una hermosa conclusión de todos esos hilos narrativos. La fe de Jack estuvo finalmente validada. Se sacrificó para salvar a la mujer que amaba y a su hermana. Y la batalla final con Locke (que no es Locke) me pareció genial.

Tom Campana: A mí el capítulo me gustó a secas. Debo admitir que mi primera reacción al terminar de ver el último episodio fue de disgusto absoluto. Pasé los últimos treinta minutos preguntándome si los escritores se iban a dignar a explicarnos el plan de Desmond de unir el destino de los personajes en la realidad alterna y en la isla (que, sin duda, fue la línea narrativa con la que coqueteó el programa durante los últimos capítulos). Y, después, me horroricé cuando caí en la cuenta de que el plan de Desmond era reunir a todos en una iglesia para ayudarlos a irse al cielo y escapar de una suerte de purgatorio.

Después de un par de días de digerir el capítulo, creo que el final fue modestamente exitoso. Para ser honesto, la razón por la que me molestó tanto la secuencia del purgatorio fue porque, a lo largo de seis años, Cuse y Lindelof no se cansaron de asegurarnos que los personajes no estaban en ningún limbo. Lo más probable es que ahora se defiendan detrás del argumento de que la realidad alterna de la sexta temporada no formaba parte de la trama principal de la última temporada y que, en la isla, los personajes jamás estuvieron en el limbo o el purgatorio. El problema es que la realidad alterna del limbo no sólo no formó parte del argumento fundamental de la última temporada, sino que es innecesaria para la trama de la serie en general. En última instancia, el final en la iglesia sólo sirvió para añadir una especie de nota lírica al contexto emotivo de la serie, ayudándole a la audiencia a aceptar el hecho de que la gran mayoría de los personajes murieron durante el programa. Así que tomo la realidad alterna como eso: una pincelada sentimental que puede ser ignorada por completo.

Si ignoramos la realidad paralela, tenemos que aceptar que el resto del episodio es fantástico. Prueba de la habilidad de los guionistas de Lost está en el hecho de que nos haya importado tanto una trama que, fuera de contexto, no podría sonar más absurda: Jack debe volver a ponerle un corcho a la isla para salvar una piscina de luz y no dejarse matar por una nube de humo negro. Por si esto fuera poco, el capítulo se desenvolvió a una velocidad admirable.

Y, regresando a la realidad paralela, hay que admitir que, antes de la revelación del final, los momentos de reencuentro entre los personajes fueron verdaderamente conmovedores: Jack y Juliet al lado de la máquina dispensadora de dulces, Claire volviendo a dar a luz, Locke recordando su vida en la isla. La única secuencia extraña fue la de Sayid: sigo sin entender por qué escogió a Shannon y no a Nadia.

Para concluir: “The End” no fue el mejor capítulo de la serie. Pero está lejos de ser el peor.

Daniel Krauze: Por ahí escuché que un valiente decidió editar el primer episodio de Star Wars para librarse de la presencia del infame Jar Jar Binks. ¿Qué pasaría si ese tipo decidiera hacer lo mismo con la sexta temporada de Lost?, ¿y si arrojara toda la trama de la realidad paralela a la basura?, ¿funcionaría mejor?

Yo aventuro una hipótesis: la última temporada de Lost se convertiría en una obra maestra.

Ryan Haydon: Para responder a tu pregunta, Daniel: no. Simplemente no funcionaría. La gran pregunta que todos teníamos antes de ver el último capítulo era, ¿cómo conectaban las dos líneas del tiempo: la realidad alterna y la isla? Y no podemos ignorar la respuesta (si es que podemos llamarle respuesta a lo que nos dieron).

Ahora que Lost acabó, por fin podemos criticarla de manera informada. A diferencia de la gran mayoría de programas de televisión, Lost fue –o eso dijeron sus creadores- planeada desde antes de estrenarse. Mientras que los escritores de otras series pueden escribir 24 capítulos sin saber si seguirán en el aire el siguiente año, los creadores de Lost sabían, al acabar el tercer año, que su serie acabaría en seis temporadas. Por lo tanto, estoy dispuesto a dejar pasar las inconsistencias dentro de esas primeras tres temporadas, antes de que supieran dónde acabaría la serie (incluyendo el frustrante misterio del tema de la infertilidad en la isla y aquello que hace especial a Walt). Sin embargo, me decepcionó la cantidad de tramas flojas y confusas de la cuarta a la sexta temporada. Tanto el cuarto como el quinto año estuvieron llenos de capítulos francamente malos, y el arco narrativo del programa en ese periodo no tuvo sentido. Habiendo visto el final, espero que alguien me explique cuál era el punto del viaje en el tiempo. Al parecer, el único motivo detrás de esa decisión era jugar con la idea de la Iniciativa Dharma. Pero eso, ¿qué tiene que ver con la última temporada? Si Lost es la historia de Jack, un hombre fallido que aprende a ser líder, a tener fe y dejar ir, entonces, ¿por qué nos debe de importar el destino de Dharma?

Los creadores de la serie habían declarado categóricamente que no todos los misterios se resolverían, y nosotros los fanáticos lo aceptamos. Pero vale la pena preguntarnos: ¿por qué está bien aceptar esa decisión? A medida que el programa se desenvolvió, las historias de los personajes fueron uniéndose unas con otras, no por un impulso creativo o lógico, sino por un capricho artificioso. No es difícil entender por qué un porcentaje amplio de la fanaticada de Lost se siente traicionada por el show.

Regresando a tu pregunta inicial, si quitáramos la realidad paralela ¿mejoraría la narrativa de la sexta temporada? Probablemente. ¿Qué podríamos haber tenido en vez del flashsideways? Quién sabe. El incidente con la bomba atómica en la quinta temporada parecía estar hecho para que el vuelo 815 jamás cayera en la isla. Y, en un principio, parecía que la realidad alterna era exactamente eso. Sin embargo, los creadores se echaron para atrás al último minuto, ofreciéndonos la explicación de que las vidas paralelas eran, en realidad, el purgatorio. Y si me fuera para atrás, queriendo encontrar todos los huecos en la narrativa del programa, no acabaría. Y, peor aún, terminaría por aburrirlos.

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