The Amazing Spider-Man 2

Lo que define a The Amazing Spider-Man 2 es un descuido generalizado; una película incapaz de crear imágenes efectivas en un medio en el que las imágenes son primordiales.
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Revisemos el contexto de producción de la saga de The Amazing Spider-Man. En 1999, Marvel Comics, a punto de la bancarrota, decidió —respaldada por Avi Arad, el productor detrás de la avanzada fílmica de la compañía— vender los derechos de adaptación cinematográfica de varios de sus superhéroes. Daredevil, Fantastic Four, Ghost Rider, Hulk, Spider-Man y X-Men salieron del control creativo de Marvel y entraron al dominio de 20th Century Fox y Sony. Las productoras pusieron a los superhéroes en las cimas de las listas de recaudación y, en más de una ocasión, en lo mejor del cine comercial. Marvel ganó dinero, saneó sus finanzas y volvió a su posición privilegiada. Una vez recuperada, la compañía decidió incursionar en el negocio de las películas de superhéroes —la parte más rentable de su modelo económico, junto con la venta de juguetes basados en sus personajes—: fue así como nació el Marvel Cinematic Universe. Dentro de esa estrategia, Marvel intentó recuperar las franquicias que empeñó cuando estaba en crisis. Aunque Daredevil, Hulk y Ghost Rider salieron de Fox para volver a Marvel, los estudios, naturalmente, no quisieron devolver los derechos de franquicias más famosas, como Fantastic Four, X-Men y Spider-Man. En este contexto, Sony, propietaria de Spider-Man, está obligada a lanzar una película del superhéroe máximo cada cinco años: no hacerlo la obligaría, automáticamente, a regresar los derechos a Marvel. Es por ello que entre la última entrega del Spidey de Raimi y la primera del reboot de Marc Webb hay solo cinco años de diferencia, un tiempo brevísimo para reiniciar una saga. Así, la principal motivación detrás de las nuevas películas de Spider-Man no es creativa, sino monetaria.

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Grandes películas han sido realizadas con la pulsión económica como principal motivo. El apunte, sin embargo, explica la premura con la que se realizan estas cintas. ¿Es notoria esta prisa en The Amazing Spider-Man 2? Es muy posible: lo que define a The Amazing Spider-Man 2 es un descuido generalizado.Veamos, por ejemplo, el tiempo que gasta esta película en exposición. Una y otra vez, la cinta tiene la necesidad de explicarse a través de diálogos. Casi todo lo que sucede en su primera secuencia, en la que mueren los padres de Peter Parker: diálogos. El origen de Electro —Jamie Foxx—, en el manicomio Ravencroft: diálogos. El reencuentro entre Harry Osborn — Dane DeeHan, decentísimo— y Peter Parker —Andrew Garfield, notable—, amigos de infancia: diálogos. La justificación de las acciones de Electro: diálogos. Esta verborrea incontenible juega en contra de la cinta: la revela carente de imaginación o con una imaginación mayormente chata, incapaz de crear imágenes efectivas en un medio en el que las imágenes son primordiales.

No todos los diálogos de esta cinta son prescindibles: las conversaciones entre Peter Parker y Gwen Stacy —Emma Stone, una buena actriz apoyada por la innegable química con su coprotagonista— tienen gancho, son juguetonas; la conversación que sostienen para explicar lo que pueden y no pueden hacer ahora que no son novios tiene ritmo, cadencia. ¿Por qué estos guionistas pueden escribir líneas tan solventes en una escena y tan torpes en la siguiente? Misterio.

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Estos defectos podrían compilarse para impartir una clase en la que se enseñe lo que no se debe hacer en un guion cinematográfico. De toda esa serie de fallos, quizá el peor sea una trama que avanza a golpes de coincidencias y traiciones a los personajes. Peter Parker descubre accidentalmente que su padre —un hombre que no dejó ni un centavo para su crianza— dejó una guarida oculta en ¡una estación abandonada del metro de Nueva York! Electro en villano gracias a un accidente y reaparece después de escapar de prisión ¡con un uniforme de látex con un símbolo de rayo inscrito en él! La misma psicopatía de Electro es gratuita: el tipo enloquece porque Spider-Man le roba la atención de los medios. Harry Osborn se convierte en el Duende Verde porque un aparato que le dejó su padre cae por accidente sobre su escritorio y proyecta la información necesaria para que adquiera su armadura. Spider-Man, un héroe cuya identidad secreta es lo más preciado que puede tener, ¡escribe “Te amo” con telaraña en el puente de Brooklyn y corre a buscar a Gwen Stacy en medio del tráfico!  La serie de inverosimilitudes se sucede una tras otra. Alguien podría argumentar que los comics son así, y que esta película, al derivar de ellos, heredará las inconsistencias propias del material original. Ese argumento no corresponde con la realidad: Watchmen, Squadron Supreme, Batman: The Long Halloween o hasta el más reciente arco del Hombre Araña, Superior Spider-Man, se apegan a las reglas de la narración clásica y congruencia en el propio universo. Que la base de una historia sea poco probable —“un adolescente adquiere poderes equivalentes a los de una araña”— no quiere decir que todo lo que suceda en esa historia deba ser producto de la casualidad. Esto es una elemental regla de guionismo que los escritores de The Amazing Spider-Man 2 parecen olvidar en más de una ocasión.

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Los pocos aciertos hacen pensar que existía el talento para llevarla a mejor puerto. La secuencia de la muerte de Gwen Stacy está filmada con brío, conocimiento del suspenso, idea de la acción: ayuda mucho la destacable flexibilidad física de los tres actores involucrados: Stone, DeeHan, Garfield. La escena del sentido arácnido en Times Square es una toma larga que genera emoción gracias a la correcta disposición de los elementos que están en peligro en esa secuencia y al temible sonido de los poderes de Electro. Las tomas del hombre araña cayendo entre los edificios, con el viento silbando a su lado, son de un lirismo que le envidiaría cualquier película del proyecto The Avengers. El rescate al niño que sufre bullying de parte de sus compañeros conecta de forma directa con la humanidad de este superhéroe, algo en lo que fallan estrepitosamente muchas otras películas del género. Todos estos aciertos, lejos de contribuir al rescate de las virtudes de la cinta, la hunden más: ¿qué llevó a compilar una serie de escenas mediocres junto a otras pocas muy logradas y presentar el resultado como una película terminada?The Amazing Spider-Man 2 deja el sabor de boca que dejan las cosas mal hechas no por incompetencia, sinopor dejadez, y eso es mucho peor. ~

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Luis Reséndiz (Coatzacoalcos, 1988) es crítico de cine y ensayista.


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