Ha sido un verano rico en visitantes pobres; a comienzos de agosto, contando desde primero de aรฑo, ya se habรญan ahogado en las aguas del Mediterrรกneo dos mil migrantes venidos de diversos puntos de รfrica y Oriente Medio, cuatrocientas bajas mรกs que en la misma fecha de 2014. Es el recuento macabro de un fenรณmeno ajeno al turismo, que tambiรฉn crece en Espaรฑa por cierto, y al cine, que en la formidable cartelera de pelรญculas en versiรณn original de Madrid y Barcelona trae el consuelo de una diversidad mรกs palpable en la pantalla que en la calle. Hago un cรณmputo de lo que he visto desde el mes de junio hasta mediados de agosto, sin salir del vรฉrtice de las madrileรฑas salas Renoir, Golem y Verdi: una poderosa y a ratos emocionante superproducciรณn รฉpica del notable cineasta turco-germano Fatih Akin, El padre (The Cut), centrada en el genocidio del pueblo armenio; una simpรกtica comedia griega de Panos H. Koutras, Xenia (aquรญ llamada Cuestiรณn de actitud), que refleja en un envoltorio superficial la intransigencia con las minorรญas sexuales y la violencia de extrema derecha; tres historias de infancia de calidad variable, desde la libanesa Ghadi, de Amin Dora, sobre un niรฑo nacido con sรญndrome de Down, hasta la israelรญ La profesora de parvulario, del interesante Nadav Lapid, en torno a un precoz geniecillo de la rima poรฉtica, pasando por la mejor de las tres, Retratos de familia (Ilo Ilo), del primerizo cineasta de Singapur Anthony Chen, delicada estampa de una familia de clase media alterada por una sirvienta filipina que llega para ocuparse de un problemรกtico colegial. Tambiรฉn, procedente de Estonia, Una dama en Parรญs (Une estonienne ร Paris), pequeรฑa fรกbula realzada por la presencia grande en el reparto de Jeanne Moreau, ademรกs de los dos excelentes filmes georgianos comentados en esta misma pรกgina hace dos meses.
En un nivel de rareza no menor destaca Los caballos de Dios, de Nabil Ayouch, tรญtulo del aรฑo 2012 que aun habiendo sido galardonado en su dรญa con el mรกximo premio en la Seminci de Valladolid ha tenido que esperar su estreno casi tres aรฑos, debiรฉndose esto sin duda a la escandalosa resonancia (sobre todo en Francia y en Marruecos) de que su รบltimo largometraje, Much Loved, haya sido prohibido, tras verse en Cannes el pasado mayo, por el gobierno islamista del “moderado” Benkirane, lo que en el paรญs magrebรญ ha supuesto una conmociรณn a gran escala; la pelรญcula circula allรญ por las redes en una versiรณn espuria que muestra el atrevimiento del realizador en la plasmaciรณn de la vida cotidiana de unas prostitutas de alto standing y sus clientes de la mejor sociedad panarรกbiga, perjudicรกndole doblemente esa piraterรญa al estar confeccionada sobre un material en bruto y sin montar de casi cuatro horas de duraciรณn. Ayouch, nacido en 1969, forma parte de la generaciรณn intermedia que –junto junto a Nour Eddine Lakhmari, realizador del vigoroso thriller Casanegra, el tambiรฉn actor Faouzi Bensaรฏdi, de quien aquรญ se estrenรณ su desbocada comedia esperpรฉntica www: What a Wonderful World, y la muy estimulante Laรฏla Marrakchi, autora de ese hito insuperado que fue, hace ya diez aรฑos, Marock– estรก vitalizando, no sin cortapisas ni anatemas, la aรบn precaria cinematografรญa marroquรญ. Ayouch compone unos relatos descarnados y contundentes (que a veces recuerdan a Eloy de la Iglesia), pero apoyรกndose en una cuidada direcciรณn de actores, no profesionales muchos de ellos, y un vertiginoso ritmo narrativo. Basada en una novela que dio que hablar, Las estrellas de Sidi Moumen de Mahi Binebine (autor bien traducido al castellano), Los caballos de Dios afronta un hecho histรณrico contemporรกneo, los atentados terroristas del 16 de mayo de 2003 en Casablanca, contado en dos tiempos y un mismo contexto, el de esa barriada a las afueras de la gran ciudad de donde procedรญan los jรณvenes suicidas que provocaron la matanza.
No se trata de un cine de denuncia, sino de una crรณnica, exenta del dรฉbito periodรญstico y la lecciรณn moral. Cuando son niรฑos, Yashin y su hermano Hamid, con los vecinos Nabil y Fouad, protagonistas del filme, juegan al fรบtbol en los descampados, tienen riรฑas pueriles y cometen pequeรฑos hurtos; la criminalidad les vendrรก por el adoctrinamiento religioso, sin que ninguno de ellos fuera luchador de la yihad entrenado en Iraq o Afganistรกn, sino el producto de una frustraciรณn social y una falta de horizonte personal. Ayouch ha declarado que, tras el impacto que le causรณ la acciรณn de esos chicos de un barrio que conocรญa bien, al haber rodado allรญ varias secuencias de su pelรญcula Ali Zaoua (en cierto modo un prรณlogo involuntario a Los caballos de Dios), fue a Sidi Moumen con una cรกmara para entrevistar a las vรญctimas, a los supervivientes y sus familias, haciendo un cortometraje que le resultรณ insuficiente. Quiso entonces elaborar una mirada de ficciรณn sobre un suceso y unos personajes reales, y comprรณ los derechos del libro de Binedine, despegรกndose de รฉl en la adaptaciรณn y tampoco queriendo conservar su tรญtulo, ante el recelo de que algunos espectadores, sobre todo musulmanes, pudieran leer en la palabra “estrellas” una exaltaciรณn de lo que llevaron a cabo los kamikazes. Su intenciรณn, plenamente lograda en este filme de gran fuerza y profundo pathos, era humanizarlos, no glorificarlos, y mientras el rodaje avanzaba encontrรณ un texto sobre la guerra santa, escrito en tiempos del Profeta, que le inspirรณ: “Volad, caballos de Dios, y las puertas del paraรญso se abrirรกn para vosotros.” Esa frase, utilizada a menudo por la retรณrica yihadista y en los sermones televisados en tantos cafรฉs del mundo รกrabe, las pronuncia en la pelรญcula de Ayoub el emir reclutador de los muchachos, y es el lema que les conduce a la muerte y al suicidio. La entrada al paraรญso no se ve. ~
Vicente Molina Foix es escritor. Su libro
mรกs reciente es 'El tercer siglo. 20 aรฑos de
cine contemporรกneo' (Cรกtedra, 2021).