Detalle de "Circe y Odiseo", por Matthijs Naiveu, 1702.

Poema con puerco

Las letras no han puesto en alto al puerco mรกs allรก de la mesa. Proverbios sรญ, pero no algรบn poema de amor que invite un puerco a sus versos.
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Mi escena preferida de los Evangelios es aquella de los espรญritus inmundos que se hacen llamar Legiรณn porque son muchos. Entonces le dicen a Jesรบs: โ€œEnvรญanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesรบs les dio permiso. Y saliendo aquellos espรญritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitรณ en el mar por un despeรฑadero, y en el mar se ahogaronโ€.

En El Evangelio segรบn Jesucristo, Saramago lleva la escena a sus conclusiones lรณgicas: โ€œEs indescriptible la rabia de los dueรฑos de los inocentes animales, que un momento antes estaban bien tranquilos, hozando en las tierras blandasโ€ฆ y ahora, vistos desde arriba, los cerdos daban pena, unos ya sin vida flotando, otros, casi desfallecidos, haciendo un esfuerzo titรกnico por mantenerse con las orejas fuera del aguaโ€ฆ Los porquerizos, furiosos, tiraban desde lejos piedras a Jesรบs y a quien estaba con รฉl, ya venรญan corriendo con el propรณsito, justรญsimo, de exigir responsabilidades al causante del perjuicio, un tanto por cabeza, multiplicado por dos mil, las cuentas son fรกciles de hacer. Pero no de pagarโ€.

Bien, pero no es bueno que un novelista emplee la palabra โ€œindescriptibleโ€.

Siglos antes de los evangelios, Homero nos cuenta sobre aquella Circe que convierte a los marinos de Ulises en cerdos, pero โ€œguardando su mente de hombresโ€. Por eso lloraban y ningรบn consuelo hallaban en que Circe les diera bellotas, cosa que llena de contento a un cerdo enteramente cerdo. Fรกcil entender en esta escena que el hombre no es un animal cualquiera, o que los tres cochinitos no lloran por su condiciรณn porcina, pues son puercos humanizados. Tal como en Rebeliรณn en la granja son cerdos humanizados inhumanos.

Tambiรฉn antes de Cristo, el filรณsofo Pirrรณn vio gran sabidurรญa en un cerdo. Asรญ lo escribe Plutarco: โ€œDe Pirrรณn se cuenta que, estando en un viaje por mar y encontrรกndose en peligro por una tormenta, enseรฑรณ un cochinillo que contento se comรญa algunos granos de cebada vertidos por allรญ y dijo a sus compaรฑeros que una indiferencia semejante debe adquirir, por medio de la razรณn y la filosofรญa, el hombre que no desee ser perturbadoโ€.

Montaigne se pregunta: โ€œยฟPara quรฉ el conocimiento de las cosas, si nos volvemos mรกs cobardes, si perdemos el reposo y la tranquilidad que tendrรญamos sin รฉl, y si nos vuelve de peor condiciรณn que el cerdo de Pirrรณn? La inteligencia que nos fue otorgada para nuestro mayor beneficio, ยฟla empleamos para nuestra ruina?โ€.

Desmedidas las palabras de Montaigne, a quien a veces parece cansarle el renacimiento florentino.

Allรก en Florencia se hacรญan grandes cosas porque el hombre era la cosa mรกs admirable de la creaciรณn y, como escribiรณ Pico della Mirandola: โ€œEl hombre es el intermediario de todas las criaturas, emparentado con las superiores, rey de las inferioresโ€.

Iba a escribir un texto sobre el empleo de la epanadiplosis en la poesรญa decimonรณnica espaรฑola, pero antes puse buen trozo de puerco a cocerse a fuego lento para llegar a la hora de la cena con un delicioso pulled pork. Me dije โ€œepanadiplosisโ€, pero mente, corazรณn y estรณmago me dijeron ยกEl puerco, el puerco, el puerco!

Gran portento es el jamรณn ibรฉrico. Pocas cosas son tan deliciosas como la cochinita pibil. Tengo persistente antojo de lechรณn. Recuerdo con profunda nostalgia las tortas Bernal de Monterrey. Pienso en oreja a la plancha, tocino, chistorra, manitas, carrilladas, mollejasโ€ฆ Por eso me rebelรฉ ante Dios cuando dijo: โ€œTambiรฉn el cerdo, porque tiene pezuรฑas, y es de pezuรฑas hendidas, pero no rumia, lo tendrรกn por inmundoโ€.

Hay un libro delicioso en varios tomos titulado El banquete de los eruditos, escrito por Ateneo de Nรกucratis hace unos mil ochocientos aรฑos. Habla mucho sobre vinos y los placeres de la mesa. Tiene, por supuesto, una secciรณn dedicada al cerdo. Entre las mรบltiples citas, elijo la de Esquilo:

Yo, a mi vez, este cochinillo tan bien cebado
lo voy a poner en un horno crepitante. Pues ยฟquรฉ
comida podrรญa haber para un hombre mejor que รฉsta?

Entre mi biblioteca culinaria le tengo buen cariรฑo al recetario del siglo diecinueve El practicรณn, pero me desazona el modo como se expresa del lechรณn. โ€œEs manjar muy estimado, aunque a mi juicio no merece desde el punto de vista gastronรณmico ese mรฉrito y esos elogios tan exagerados.โ€ Yo digo que sรญ los merece. Buenamente da el modo de prepararlo, con el importante detalle de la piel: โ€œAsรญ que empieza a asarse el lechoncito, se unta mucho con aceite, para que el pellejo, que es el mejor bocado, se dore mucho, y resulte crujiente como el mejor de los fritosโ€.

Quizรกs el mรกs antiguo homenaje a un cerdo lo tenemos en el conmovedor epitafio de ร‰dessa. El texto nos informa que un cerdito amigo de todos muriรณ en un accidente de trรกnsito. La imagen labrada en la piedra muestra una carreta de cuatro ruedas tirada por cuatro caballos y su indolente conductor, avanzando a toda velocidad por la vรญa Egnatia. El animalito, con la serenidad del puerco de Pirro, ve cรณmo las ruedas lo han de aplastar para dar fin a su vida.

Las letras no han puesto en alto al puerco mรกs allรก de la mesa. Cuando Cervantes lo menciona, se excusa sin excusarse: โ€œEn esto sucediรณ acaso que un porquero, que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos, que, sin perdรณn, asรญ se llamanโ€ฆโ€. Y es que ya el primer diccionario de la Academia lo calificaba asรญ: โ€œAnimal domรฉstico inmundo y sucioโ€ฆ Es el mรกs sucio e indรณcil de los animalesโ€, y agrega con hombros encogidos, โ€œpero su carne es muy รบtil y sabrosaโ€.

El aroma del puerco llena todo mi departamento. Es cerdo ibรฉrico. Lo estoy cociendo en un caldo de cerveza con chipotle, ajo, cebolla y varias hierbas y especias.

A cada puerco le llega su San Martรญn, dice un dicho.

Al puerco mรกs ruin, la mejor bellota, dice otro.

Proverbios sรญ, pero no recuerdo algรบn poema de amor que invite un puerco a sus versos. El ocaso en la playa, la mujer desnuda, las copas de vino, las frases al oรญdo, los ojos claros, serenos, un beso porque la dicha de dos me matarรญa, mudo y absorto y de rodillas, y un puerco bien cebado que pasaba por ahรญ.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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