Disciplinas olímpicas: Tenis

Toca el turno al tenis en la serie sobre las Olimpiadas. 
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A mis héroes yo los prefiero falibles. Todas las grandes estrellas deportivas deben derrumbarse para que su leyenda crezca. Seamos honestos: como figura, dentro y fuera de la cancha, Maradona siempre ha sido más interesante que Pelé. Los logros del segundo eclipsan los del primero: tres copas del mundo, una a los diecisiete años, otra lesionado y la última ganándole 4-1 a Italia en la final, contra una sola copa del mundo y un subcampeonato mundial, cuatro años después, contra Alemania. Pero la historia de Maradona, nos parezca odioso o no, está llena de hubieras, y son esos hipotéticos los que hasta la fecha lo hacen tema de discusión. ¿Le robó Edgardo Codesal el triunfo a Argentina cuando marcó ese penal en 1990?, ¿qué habría pasado en 1994 si Maradona no hubiera sido pillado en el antidoping?, ¿cuántos títulos habría conseguido de haber sido reclutado por el Milán o la Juventus, en vez del Nápoles, al que llevó tan lejos como pudo? Hasta Zinedine Zidane, quien se disputa el título al tercer mejor jugador de la historia con Franz Beckenbauer, es más interesante que Pelé, y quizás es así gracias a ese cabezazo con el que se despidió de las canchas: el más grande jugador de su generación derrotado por su temperamento. ¿Quién iba a pensar que el talón de Aquiles de semejante futbolista sería un insulto? Habrá quien diga lo contrario, pero creo que Zidane marcó su nombre en los anales de la historia cuando agredió al Materazzi y, básicamente, les regaló la copa del mundo a los italianos. De dios de las canchas a hombre derribado.

Algo similar ha ocurrido en el tenis durante las últimas décadas. Poco se habla de Pete Sampras, ese imán de trofeos, de saque atómico y juego redondo, quien acumuló 14 Grand Slams a lo largo de su carrera. Sin embargo, el mundo sigue recordando a su rival, André Agassi, con muchísimo afecto. La diferencia no solo está en los títulos (Agassi acumuló ocho en total) sino en la manera en cómo los ganaron. Mientras que Sampras fue consistente, Agassi pasó por un periodo de sequía –y de drogadicción- que lo llevó del más alto peldaño del tenis mundial al lugar 141 en el ranking de la ATP.

El tenis tuvo que esperar poco para que llegara el sucesor de Sampras. Como bien dijo David Foster Wallace en su legendario ensayo “Federer as Religious Experience”, ver jugar al suizo es lo más cerca que se puede estar de presenciar la perfección en una cancha, sin importar cual sea su superficie. Lo que Foster Wallace no dice, porque escribió su ensayo antes de que su ídolo arrasara con casi todos los récords del planeta, es que si Sampras era aburrido adentro y afuera de los partidos, Federer es francamente soporífero. En Youtube se puede encontrar uno que otro exabrupto, y nada más.

http://www.youtube.com/watch?v=AZB9JfhzLzE

El suizo llora como Magdalena cada vez que gana un grand slam, como si nunca hubiera ganado uno, pero hasta ahí llega su “falibilidad”.

En cuestión de una década, Federer ha acabado con casi todos los récords impuestos por Sampras, y algunos los ha roto con ayuda de la suerte (como si la necesitara): no olvidemos que ganó Roland Garros, el último grand slam que le faltaba, sin enfrentarse a Rafael Nadal, quien había perdido contra Soderling.

A Federer solo le falta un título. Y eso se decidirá en Londres 2012.

Solo dos tenistas han logrado el Golden Slam –una victoria, no necesariamente durante el mismo año, en Australia, Estados Unidos, Francia, Wimbledon y las Olimpiadas: Rafael Nadal y Andre Agassi. De vencer en Londres, Federer sería el tercero, y de manera inmediata se convertiría en un tenista inalcanzable, poseedor de la marca de mayores semanas como número uno y más Grand Slams. Entraría, pues, al terreno en el que vive Pelé y Michael Jordan: dos deportistas que dominan las estadísticas de sus respectivas disciplinas; asombrosos, pero asépticos y aburridos. El primero en perder sería el tenis como deporte. Todos los que lo vemos y seguimos tendríamos que esperar una eternidad para ver a alguien que pueda competir con las marcas de Federer. Y el segundo en perder, paradójicamente, sería el propio suizo. Después de todo, las grandes leyendas siempre giran en torno a los hombres. Y Odiseo –tentado por las sirenas, con igual número de fracasos y de conquistas en la chistera- siempre será más interesante que Zeus. 

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