El enamorado Candaules

La historia del desnudo se cuenta sin que haya desnudo, como lo recuerda este anecdotario que inicia con el voyeurismo de Candaules.
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Muy conocidas son las palabras con las que Herรณdoto abre sus libros de Historia, expresando que escribe โ€œpara evitar que, con el tiempo, los hechos humanos queden en el olvido y que las notables y singulares empresas realizadas por griegos y bรกrbaros queden sin realceโ€.

Si bien entre los eventos mรกs relevantes estรก la batalla de Maratรณn, ciertamente a este hecho le dedica menos pรกginas que al que narra a continuaciรณn: โ€œClรญstenes tenรญa una hija, cuyo nombre era Agarista, y quiso dar con el griego mรกs destacado de todos para concederle la manoโ€. Viene entonces una larga competencia, sabrosamente relatada, hasta que Megacles resulta el elegido.

Ya desde el arranque Herรณdoto deja claro que las anรฉcdotas รญntimas, familiares o de alcoba mucho tienen que ver con el modo en que habrรญan de desenvolverse los eventos histรณricos. Por eso en las primeras pรกginas nos cuenta que el rey โ€œCandaules estaba enamorado de su mujer y, como enamorado, creรญa firmemente tener la mujer mรกs bella del mundoโ€. Hasta ahรญ, todo parece bien. Candaules enamorado hace dos mil quinientos aรฑos aunque en muchos libros leo que el amor se inventรณ en la Edad Media.

Vino a ocurrir que a Candaules no le bastaba con creer en la suprema belleza de su mujer; necesitaba que alguien mรกs lo comprobara. Entonces le pidiรณ a uno de sus oficiales, llamado Giges, que la espiara sin que ella se enterara. โ€œJunto a la entrada hay un asiento; en รฉl colocarรก sus ropas conforme se las vaya quitando y podrรกs contemplarla con entera libertadโ€.

El plan sale mal, porque ella se percata de que la estรกn mirando en su bella desnudez. A su marido no le dice nada, pero al dรญa siguiente habla con Giges, y le da a elegir entre dos planes: โ€œO matas a Candaules y te quedas conmigo y con el reino, o bien eres tรบ quien debe morir sin mรกs demoraโ€. Giges eligiรณ lo primero, y Candaules pasรณ a la historia como voyerista y bruto. Su inclinaciรณn de enamorado se llama candaulismo.

En su Elogio de la madrastra, Vargas Llosa le da a la fantasรญa mรกs cuerda y condimento que el propio Herรณdoto. A mรญ me vino ahora a la mente porque estoy leyendo a Lope de Vega.

Candaules fue muy gran necio

y muy deshonesto amante,

pues tesoro semejante

puso en tan bajo desprecio

mostrando con loco amor

lo que encubrir fuera bien.

โ€œNecioโ€ es la palabra que solรญa emplearse cuando hoy nos decantamos por otros adjetivos. Con ese mismo epรญteto lo seรฑala Sebastian Brant en su libro que no podรญa titularse sino La nave de los necios. โ€œCandaules, el gran necio, que mostrรณ su mujer desnuda a otro. Quien no quiere tener รฉl solo su placer, recibe su merecido cuando ese placer se vuelve compartido. Por ello, debe considerarse lo mejor que los esposos no gusten de tener huรฉspedes, sobre todo los que no son de fiarโ€.

Esta escena le ha dado buen material a los artistas plรกsticos. En las distintas formas como la representan podemos ver cuรกl es el ideal de la belleza para cada pintor; o quizรกs pintaban la magnitud del amor de Candaules. Aunque tengo para mรญ que el tema voyerista por excelencia entre los pintores es el de Susana y los viejos. O quizรก los mercados de esclavas.

En una sintonรญa mรกs elevada de los desnudos estรก el paseo al natural de Lady Godiva y, ahora que estoy en mi temporada Lope de Vega, me encontrรฉ con otro digno de menciรณn. En su obra Las famosas asturianas, nos asomamos al tiempo en el que el rey Mauregato โ€œse sometiรณ a la indignidad de entregar anualmente cien doncellas a los musulmanes para que estos no atentaran contra la paz del reino de Leรณnโ€. Mientras eran conducidas a manos de sus captores, se desnudรณ doรฑa Sancha, la mรกs hermosa de ellas, y cuando iba a quedar a la vista de los moros se volviรณ a vestir. Escandalizado por tal comportamiento, el supuestamente valiente Nuรฑo Osorio le pregunta por quรฉ hizo tal cosa, y ella, por llamarles cobardes a รฉl y los suyos, les llama mujeres, aunque luego veremos que mรกs valientes resultan las mujeres.

Atiende, Osorio cobarde,

afrenta de homes, atiende,

porque entiendas la razรณn

si non entenderla quieres.

Las mujeres non tenemos

vergรผenza de las mujeres;

quien camina entre vosotros

muy bien desnudarse puede,

porque sois como nosotras,

cobardes, fracas y endebres,

fembras, mujeres y damas.

A Nuรฑo Osorio se le clava hondo la afrenta, pero siendo ellos cien hombres, dudan todavรญa en acometer a los quinientos moros. El grito de guerra lo da Sancha.

Acomete esos quinientos,

que yo pondrรฉ a mis mujeres

las armas que vos sobraren;

que con el dolor que vienen

farรกn mรกs que dos mil homes.

De los quinientos moros, apenas cien escaparon con vida. El embajador de ellos amenaza al rey Alfonso con represalias. El rey le responde:

Vete, moro, enhoramala.

Di a tu rey que cien doncellas

son cien chuzos y cien lanzas.

Que venga como quijere;

que las fembras solas bastan

a defenderse a sรญ miesmas.

Por estas fechas cumplen cuatrocientos aรฑos Las famosas asturianas. Nunca la he visto en cartelera, pero quiรฉn sabe si aparezca por ahรญ. Lo que sรญ se sabe, por si cualquier voyerista, es que la historia del desnudo se cuenta sin que haya desnudo.

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(Monterrey, 1961) es escritor. Fue ganador del Premio Xavier Villaurrutia de Escritores para Escritores 2017 por su novela Olegaroy.


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