Foto: Wikimedia Commons

El futbol es de machos

El arranque de la Liga MX Femenil echa luz sobre las actitudes machistas que persisten en el deporte mรกs popular del paรญs.
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La grabaciรณn revive aquella tarde en el estadio olรญmpico de Ciudad Universitaria, donde los Pumas se enfrentaban al Querรฉtaro, al cual vencรญan para ese momento 3-0. Eran los รบltimos dรญas de agosto de 2009, y Luis Daniel Cano, uno de los jugadores del equipo visitante, entraba a la cancha con unos tacos de juego color rosa. 

El sonido ambiental permite oรญr los gritos en la tribuna, mientras en el palco de transmisiones se escucha la voz molesta de Alberto Garcรญa Aspe: “Esos zapatos no los puedes utilizar… con todo respeto… el rosa no, no, no, no, no. Quรฉ cosa. Es increรญble. Los zapatos, para empezar, son negros, y entiendo muchas otras cosas, pero zapatos rosas, no lo puedo entender… Puedo entender que sean verdes, naranjas, que es la moda, pero rosas no, por el amor de Dios… Que los usen las mujeres, pero no un jugador profesional de Primera Divisiรณn”.

Aquellos comentarios llamaron la atenciรณn en el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), cuyas autoridades emitieron un pronunciamiento pรบblico sobre lo que consideraban un comportamiento discriminatorio y machista del exfutbolista, quien no hacรญa sino perpetuar los estereotipos que se han reproducido a lo largo de dรฉcadas, dejando entrever que consideraba indigno que los hombres vistiesen colores tradicionalmente ligados a lo femenino.

La anรฉcdota retoma vigencia con el arranque de la Liga MX Femenil y los trascendidos acerca de las condiciones laborales de las futbolistas que participarรกn en ella, pues ademรกs de la desigualdad salarial (se habla de 2 mil 500 pesos mensuales), las condiciones de contrataciรณn les impiden hablar de sus preferencias sexuales y mostrar โ€œactitudes demasiado masculinas”, se les pide โ€œlucir ‘bonitas’ fuera de la canchaโ€, para hacer rentable la Liga.  Dรญas despuรฉs de la difusiรณn de tales condiciones, los directivos de la Liga emitieron un comunicado para desmentir que se les “limiten por preferencia sexual, religiรณn u otra circunstancia discriminatoria el derecho a formar parte de las competiciones”. De la desigualdad salarial dijeron menos. 

Como ha escrito Martha Lamas, la sociedad fabrica ideas de lo que deben ser los hombres y las mujeres, de lo que se supone es propioโ€ de cada sexo; es decir, que aquello que llamamos gรฉnero se trata de una construcciรณn cultural. Asรญ, pues, muchas de las cuestiones que pensamos que son โ€œatributos naturalesโ€ de los hombres o de las mujeres, en realidad son caracterรญsticas construidas socialmente, que no estรกn determinadas por la biologรญa.

De hecho, Cordelia Fine, psicรณloga y autora de varios libros sobre las distorsiones de gรฉnero, asegura en su libro Cuestiรณn de sexos que el cรณdigo en la forma de vestir a los niรฑos, a pesar de ser tan estricto, es un fenรณmeno relativamente nuevo. Hasta finales del siglo XIX los pequeรฑos llevaban atuendos unisexuales y no fue sino la introducciรณn de los tejidos de colores para la ropa de los niรฑos lo que supuso el comienzo de un movimiento hacia nuestro actual etiquetado del gรฉnero rosa y azul, que no se convirtiรณ en una prรกctica comรบn hasta mediados del siglo XX.

De hecho, relata, durante un tiempo, el rosa era el color preferido de los niรฑos, ya que era mรกs decidido y fuerteโ€, mรกs cercano al rojo, sรญmbolo del fervor y del corajeโ€. El azul, al ser mรกs delicado y refinadoโ€, ademรกs de un sรญmbolo de lealtad y confianzaโ€, estaba reservado para las niรฑas.

Un artรญculo reciente publicado en Fast Company asegura que la idea de que hay cerebros rosas โ€‹โ€‹y cerebros azules es fรกcil de vender en un mundo donde nos han dicho durante generaciones que los hombres son de Marte y las mujeres son de Venusโ€, donde la afirmaciรณn de que ellas son capaces de realizar mรบltiples tareas al mismo tiempo o son malas estacionando son creencias populares, simplificaciones consistentes con una narrativa de gรฉnero que sostiene que hombres y mujeres somos muy diferentes.

ยฟQuรฉ hace importante la opiniรณn de un comentarista de futbol sobre el color de los zapatos de juego? Que el uso de estereotipos y el rol de gรฉnero que prohรญben ciertos comportamientos o elecciones a mujeres y hombres es una cuestiรณn delicada, ya que los medios son un agente socializador muy importante a travรฉs del cual las personas se informan y conforman una opiniรณn.

Los medios de comunicaciรณn son reflejo de una cultura cimentada en la ideologรญa dominante, la cual reflejan y a la cual sirven. Son una instancia que al reproducir estereotipos, desigualdades y jerarquรญas, construyen una ideologรญa de gรฉnero basada en presunciones sobre el rol de hombres y mujeres.

Emer O’Toole, autora de No es lo mismo zorro que zorra, elabora una reflexiรณn pertinente cuando declara que el maquillaje no deberรญa representar mรกs frivolidad que una barbilla bien afeitada o una barba cuidada. El problema no son las faldas, los tacones u otros sรญmbolos de la feminidad, sino lo que estos sรญmbolos de feminidad representan en nuestra cultura machistaโ€, o lo que unos zapatos pueden representar.

De alguna forma, se asume que ese mundo rosa โ€”el de las mujeres, por supuestoโ€” significa preocuparse por cosas superficiales, decorativas, y no asuntos con sustancia o โ€œde verdad importantesโ€.

Aristรณteles dice que nos volvemos valientes practicando actos valientes, generosos practicando actos generosos, y justos practicando actos justos; al igual que las virtudes, las presunciones culturales se adquieren y se refuerzan, lo mismo que el machismo y la ignorancia.  

 

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Periodista. Autor de Los voceros del fin del mundo (Libros de la Araucaria).


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