Cuando hace algunos aรฑos, durante el Mundial de Brasil 2014, la Federaciรณn Mexicana de Futbol (FMF) fue sancionada por la FIFA con una serie de multas por los gritos homofรณbicos (ยกehhh, puto!) que se escucharon en el estadio, la Federaciรณn decidiรณ defender el cรกntico. Guillermo Cantรบ, entonces secretario general, declarรณ que el grito no era discriminatorio y llamรณ a entenderlo de manera cultural. Por su lado, el seleccionador nacional Miguel Herrera asegurรณ que la palabra puto procede del nรกhuatl putotzin, que significa โque despeje mal el porteroโ. Pero no aprendimos la lecciรณn y la historia se repitiรณ en el primer partido de la selecciรณn en Rusia 2018 y acaso seguirรก repitiรฉndose en los que vienen. En total, la FMF ha pagado mรกs de dos millones de dรณlares por este tipo de multas.
Al margen de si la prohibiciรณn funciona o no en tรฉrminos de combate a la homofobia y protecciรณn de los derechos de la comunidad LGBT+, ese tipo de gritos son reflejo de la sociedad profundamente machista en la que se gestan. El fenรณmeno no sorprende a nadie: las manifestaciones de jรบbilo siempre han estado empaรฑadas, por no decir baรฑadas, en la homofobia y la misoginia que en nuestro paรญs son pan de todos los dรญas. En el mundo del deporte, y en particular en el futbol, una gran cantidad de referencias al triunfo tienen que ver con violaciรณn, erecciones y penetraciรณn: ganar es cogerse al contrincante. Tras el triunfo contra Alemania, por ejemplo, circulรณ un meme en el que un perrito chihuahua monta a un pastor alemรกn. Menos elegantemente, hubo quien simulรณ penetrar una bandera alemana. Detrรกs de la comparaciรณn entre ganar un partido y la penetraciรณn estรก el acto sexual como una forma de sometimiento y la anulaciรณn simbรณlica del placer del otro.
La cosa no es distinta fuera de los estadios. Hace un par de semanas, cuando se filtrรณ un video sexual de Zague, รฉste fue recibido con gracia por el pรบblico y aplaudido con risas y memes. Fue Paola Rojas, su esposa, la que se llevรณ los ataques: en Mรฉxico, las mujeres pagan hasta por los errores que cometen los hombres (por no hablar del doble estรกndar moral con el que se juzgan este tipo de casos, ยฟquรฉ hubiera pasado si fuera una mujer en el video, masturbรกndose ante la cรกmara para un hombre distinto a su marido?). En ese mismo tenor, los twits sobre escorts rusas se han hecho presentes en redes sociales: las mujeres como un recurso a distribuir, como herramientas de relajaciรณn antes de un partido difรญcil o como premios para el triunfador.
Otro buen termรณmetro es la publicidad. Durante el Mundial, la marca de lencerรญa Vicky Form lanzรณ al mercado un calzรณn que emite vibraciones cada vez que el partido se pone emocionante. Josรฉ Zaga, CEO de marca, explicรณ durante la presentaciรณn del producto que la prenda pretendรญa lanzar un mensaje de inclusiรณn: desde su punto de vista, el (presunto) placer sexual que brinda el calzรณn previene conflictos de pareja y permite que las mujeres tambiรฉn disfruten los partidos de futbol. En sus redes sociales rusas, Burger King ofreciรณ una dotaciรณn de hamburguesas de por vida a las mujeres que se embarazaran tras tener relaciones con futbolistas participantes en el Mundial. Los anuncios, que fueron retirados de redes sociales, prometรญan premiar a las mujeres que lograran reproducir โlos mejores genes del fรบtbolโ. Dejando de lado lo retrรณgrado de esta manera de ver las cosas, ยฟson realmente pertinentes, desde el punto de vista comercial, campaรฑas como รฉstas? Segรบn las cifras, no: de acuerdo con un anรกlisis que presentรณ la FIFA, citado por la periodista deportiva Marion Reimers, el 45% de la audiencia del Mundial de Brasil 2014 en Mรฉxico fueron mujeres. No necesitamos calzones vibradores ni hamburguesas gratis, sino campaรฑas respetuosas, inteligentes e incluyentes.
El futbol por sรญ mismo no crea homofobia, machismo ni desigualdad de gรฉnero: los visibiliza. La brecha de salarios entre la liga femenil y varonil es otro ejemplo de esto. Fuera de un puรฑado de mujeres que ganan aproximadamente $30,000 pesos al mes, el 90% de las mujeres futbolistas tienen, en promedio, un salario de $6,000 pesos mensuales, $72,000 pesos al aรฑo: ni la dรฉcima parte que el futbolista mejor pagado (sus salarios varรญan mucho, pero a finales del aรฑo pasado, por ejemplo, Andrรฉ Pierre Gignac ganaba mรกs de 77 millones de pesos al aรฑo). La diferencia se replica alrededor del mundo y en varios deportes. Segรบn Forbes, durante 2017 el deportista mejor pagado fue el futbolista Cristiano Ronaldo, jugador del Real Madrid, con 93 millones de dรณlares. La primera mujer y รบnica de la lista aparece en el lugar 51, la tenista Serena Williams, que ganรณ 27.
La violencia machista y desigualdad econรณmica son parte de lo mismo. En el futbol, como en todos los รกmbitos tรญpicamente considerados โde hombresโ, las mujeres se siguen viendo como cuerpos al servicio del placer masculino. Es un hecho que las mujeres van ganando terreno, pero acaso tendrรกn que pasar dรฉcadas para que ocupen lugares ejecutivos de toma de decisiones. En tanto que la construcciรณn de la identidad masculina tenga como base la opresiรณn de la diferencia, las cosas no cambiarรกn. Mรกs allรก de copas y medallas, el machismo sigue siendo el gran rival a vencer.
(Ciudad de Mรฉxico, 1984). Estudiรณ Ciencia Polรญtica en el ITAM y Filosofรญa en la New School for Social Research, en Nueva York.ย Esย cofundadora deย Ediciones Antรญlopeย yย autora de los libros Las noches sonย asรญย (Broken English, 2018), Alberca vacรญaย (Argonรกutica, 2019) y Una ballena es un paรญs (Almadรญa, 2019).